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Título: Sinister

Año 2012

Duración 110 min.

País USA

Director Scott Derrickson

Guión Scott Derrickson, C. Robert Cargill

Música Christopher Young

Fotografía Chris Norr

Reparto Ethan Hawke, Vincent D'Onofrio, James Ransone, Fred Dalton Thompson, Clare Foley, Victoria Leigh

Productora Automatik Entertainment / Blumhouse Productions / Possessed Pictures

Valoración 4

Mediante la notable EL EXORCISMO DE EMILY ROSE (2005), Scott Derrickson se hizo merecedor de una importante valoración crítica. La solidez dramática acreditada en esa estimulante aportación al subgénero de los exorcismos permitía aguardar las mejores expectativas en futuras incursiones. En un terreno condenado prácticamente a transitar los esperables estereotipos y pasajes, el film supo posibilitar una apuesta novedosa, que fundamentaba su hondura en el planteamiento de un conflicto personal abordado desde un prisma casi científico.

Por desgracia, quienes valoramos laudatoriamente su apuesta fuimos los primeros en espeluznarnos frente a la dantesca barbarie que supuso ULTIMATUM A LA TIERRA (2008), con diferencia uno de los remakes más penosos jamás perpetrados por revisitador alguno. El clásico de Robert Wise de 1951 no merecía de ningún modo semejante atropello simplista, desahogado e inútil. Uno de los hitos fundamentales del cine de ciencia ficción de los años 50 quedaba, ahí, reducido a pura parafernalia yerma, a escombros degradantes por mor de una intentona que sólo parecía empeñada en depurar de modo indecoroso el denso trasfondo sociológico que  latía tras las inquietantes imágenes maquinadas por el creador de WEST SIDE STORY.

Dada esta decepción, el acercamiento a su nueva obra se hacía merecedor de un buen número de prevenciones. Una vez vista, cabe decir que SINISTER tiene hechuras de reconducción, de vuelta al lugar del que nunca debió haber sido abandonado: se nota desde el primero de sus planos, por un lado, que Derrickson ha decido retornar a una producción modesta, muy alejada de los parámetros industriales de su obra inmediatamente anterior y, por otro, que argumentalmente, ha optado por una apuesta que se zambulle de pleno en el ámbito del cine de terror. Sin embargo,  por desgracia este necesario esfuerzo por desvincularse de la hecatombe de ULTIMATUM A LA TIERRA no termina por devolvernos al seguro realizador que demostró ser en la obra citada en el primer párrafo de este escrito.

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SINISTER se abre con una espléndida secuencia de apertura que se divide en dos partes bien distintas. La primera la compone un espelúznate plano de conjunto fijo. La segunda nos presenta a la familia protagonista del film y concluye con esa imagen primera, pero cambiada de contenidos, de punto de vista  y de tiempo. La primera imagen está grabada con una cámara doméstica de Super 8. Tomada desde el interior de una casa, vemos un plano general exterior del jardín. En el medio de la escena, llama poderosamente la atención un gran árbol del que cuelgan cuatro seres humanos encapuchados y atados por una soga a una rama. Están vivos. 

De pronto vemos como alguien oculto, encaramado en lo alto con un serrucho, comienza a cortar otra gran rama  opuesta a la que soporta el peso y la vida de lo que parecen los miembros de una familia –padre, madre y dos pequeños-. El serrucho acaba su labor. Cae la rama. Entonces vemos cómo la caída de ésta tensa una gran cuerda que estira de los cuatro cuerpos. Todos perecen ahogados. La cámara es testigo inmutable del asesinato. Concluye el plano. A continuación se nos presenta la llegada de una familia a una vistosa vivienda unifamiliar. Un joven matrimonio y sus dos hijos menores en plenas labores de mudanza, llevando cajas con enseres al interior del nuevo hogar. La cámara sigue el itinerario dentro de ella al padre. Éste, cargado con un bulto, llega hasta una de las estancias sin dejar de dar órdenes a los pequeños. Allí deja en el suelo la caja que lleva consigo. La cámara se detiene y se queda fija enfocando a la ventana de la habitación. En ese momento se nos muestra el árbol con la rama cortada que acabamos de contemplar ocupando el lugar central de la terrible ejecución relatada.

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Estos escasos minutos de proyección bastan para sumergir al espectador en una desasosegante tesitura ambiental. La fijeza,  la duración y la textura –imagen en Super 8 casero-  del  plano de apertura van acordes con la impiedad de la escena. Una idea de puesta en escena nos hace albergar buenas expectativas al respecto del rescate del realizador: la cámara siguiendo al padre preconiza el desarrollo de toda la historia posterior. Su interés personal, su decisión profesional  serán  los culpables de inmiscuir al resto de la familia en una terrorífica ilación de atrocidades inesperadas que él, un escritor en horas bajas, especialista en la recreación novelada de crímenes no resueltos, dará comienzo tras proyectar en su despacho unas rollos de películas domésticas que encuentra en el desván de la nueva casa.

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El problema del film, pese al formidable planteamiento del meollo central de su argumento, será el balbuceante, pacato, reiterativo e insuficiente desarrollo del mismo.  SINISTER fenece en el relleno de un guión que es consciente de que posee un potentísimo arranque y un desenlace que está a la altura de ese inicio, pero que, por ello precisamente, por el impacto de estas dos situaciones explosivas, parece dar por válida la notable precariedad del itinerario que va del uno al otro. No hay ni una sola aportación que supere lo expuesto en la apertura. El film entra en declive muy pronto.

Derrickson se muestra incapaz de solventar la machacona rutina que impone la obsesión paterna. El abuso de los encierros en el despacho contrasta con lo inexplicable de la inacción materna –siempre dormida durante las andanzas nocturnas del esposo-. La puesta en escena del film sólo es capaz de elevar el nivel en los momentos en los que  hace mediar las imágenes de las cintas grabadas. Cuando el director atiende a las que describen la deriva del escritor y su familia, el film se hace previsible, frío y plano, pues abusa en demasía de los apuntes tópicos de la figura del escritor fracasado. Detalles como el solícito y pueblerino policía o la epilepsia del hijo mayor resultan superficiales e inexplotados.  La apuesta decidida por un film modesto, preciso, claustrofóbico, condensado no le ha salido  bien a Derrickson.  Le esperaremos otra, pero no más.

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