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Título: Side Effects

Año 2013

Duración 105 min.

País USA

Director Steven Soderbergh

Guión Scott Z. Burns

Música Steve Jablonsky

Fotografía Steven Soderbergh

Reparto Rooney Mara, Jude Law, Catherine Zeta-Jones, Channing Tatum, Vinessa Shaw, David Costabile, Andrea Bogart, Polly Draper

Productora Entertainment One / 1984 Private Defense Contractors / Di Bonaventura Pictures / Endgame Entertainment

Valoración 6.8 

Steven Soderbergh no ha cesado de declarar que su despedida como cineasta va a ser esta EFECTOS SECUNDARIOS. No es la primera vez que amaga con declarar el cierre al ejercicio de su profesión. De ahí, pues, no debiere extrañar la lógica expectación que se generó durante la presentación del film en el marco de la Sección Oficial de la más reciente edición de la Berlinale. A tal efecto, cabe constatar que la impresión generalizada tras escuchar las declaraciones que hizo públicas en la rueda de prensa posterior al pase de prensa es la de que al norteamericano le quedan aún muchas ganas por ponerse tras la cámara.

Una vez contemplado el film,  lo primero que vale la pena destacar es que en él no hay la menor reflexión en torno a esta conclusiva particularidad externa a él. Esto es, EFECTOS SECUNDARIOS no tolera en ningún momento, dentro de su historia, el menor atisbo de consciencia epilogar introyectada por la mano que la conduce. La aplicada resolución del realizador no permite ninguna digresión ajena al dilema narrativo que debe solucionar. Esto es, Soderbergh no plantea este ejercicio como testamento, como corolario o como necesidad creativa última.

El autor de CONTAGIO, no debe extrañarnos esa pormenorizada frialdad marca de la casa, mantiene intacta la consciente asepsia realizativa que ha venido imponiendo durante toda su trayectoria. Nos hallamos, como casi siempre, con la profesional destreza que ha caracterizado la trayectoria de un eficaz hombre de cine que ha hecho del eclecticismo genérico una de sus marcas más singulares.

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Sin embargo, no debe de ser casual que para ésta, que,  se supone,  va a ser su adiós definitivo al oficio, haya decidido poner en marcha su genuina voluntad retrospectiva y dirigirla hacia la influencia de uno de los genios indiscutibles que ha dado el Séptimo Arte, el británico Alfred Hitchcock. EFECTOS SECUNDARIOS resulta una ágil vindicación de la forma artesanal, bien graduada e intensa con la que el autor de PSICOSIS ejecutaba sus proyectos.

El film nos acerca hasta un fatal acontecimiento que cambiará por completo la existencia de una mujer que sufre un acuciante deterioro depresivo , y también la del médico que la atiende y le receta unos medicamentos, cuyo resultado dista mucho de ser el pretendido, sobre todo cuando la primera, Emily, asesine a su marido de forma inconsciente, debido a un estado de abandono de consciencia que le ocasiona la ingesta de una medicina prescrita por el Dr. Banks.

El dilema que se plantea en EFECTOS SECUNDARIOS en  un principio es el siguiente: ¿Quién es el culpable del asesinato, la esposa del finado o el médico que le ha ordenado tomarse los medicamentos que le han llevado a cometer el homicidio? ¿Hasta qué punto la primera puede ser considerada una homicida si su culpa es haber seguido las indicaciones de un profesional de la medicina que en ningún momento es sabedor de los riesgos que asume la toma de los fármacos recetados?

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Lógicamente, teniendo en cuenta que nos hallamos frente a una película de suspense, la resolución del dilema vendrá acompañada de un desarrollo proporcionado por el material escrito en el que la implicación de unos determinados acontecimientos evitarán que el relato no se quede sometido a  la mera indagación en las conciencias de los personajes.

Soderbergh, no cuesta nada suponerlo, estimula una fluida imbricación de los múltiples acaecimientos que van a ir surgiendo. Su puesta en escena es muy práctica en ese sentido, pues la multitud de giros argumentales exigen de ella sobre todo funcionalidad y nitidez expositiva. El realizador impone ambas, consiguiendo, además, que la exposición de los acontecimientos vaya revelando un doble acorralamiento sobre dos  perfiles/caracteres bien distintos: nos referimos al del Dr. Banks y al de Emily.

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El primero funciona astutamente como el clásico héroe hitchcockniano, héroe a su pesar, sobrepasado por una deriva de aconteceres que lo sitúan en el centro de una vorágine ajena a su voluntad pero que azota en su contra: esto se ve claramente cuando debe arriesgarse a tomar una importante decisión cuando percibe a las claras la voluntad conspirativa maquinada contra él.

El personaje de Emily, por su parte, va enriqueciendo su turbia andadura con detalles propios de enfermizas “femme fatale” de cine negro, al modo, por ejemplo de la Diane de ANGEL FACE, de Otto Preminguer. Rooney Mara, la actriz que la interpreta, se acopla versatilmente a las múltiples aristas de esa mujer con muchas verdades que escudriñar.

En definitiva, un film bien narrado, entretenido, sólido, efectivo y sin fisuras, al que empaña una resolución final despachada con demasiada ligereza. Soderberg lo resuelve todo con la pulcra, cómoda y equilibrada imperturbabilidad que ha desenfundado en sus últimas propuestas: sin inmutarse, con esa apática y solvente  complacencia que exhiben los suficientes todoterreno. No queremos que se marche. Ni mucho menos. Pero si vuleve, esperemos que lo haga desentendiendose de la pasmosa corrección con la que ha acabado acorralando a su incuestionable oficio.

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