Meteora 1

 Título original: Metéora (Meteora)

Año: 2012

Duración: 82 min.

País: Grecia

Director: Spiros Stathoulopoulos

Guión: Spiros Stathoulopoulos, Asimakis Alfa Pagidas

Música: Ullrich Scheideler

Fotografía: Spiros Stathoulopoulos

Reparto: Theo Alexander, Tamila Koulieva-Karantinaki, Adonis Kapsalis, Giorgos Karakantas, Dimitris Hristidis, Stelios Mavroudakos, Zoe Stathoulopoulou, Aleksandra Siafkou

Nota: 7

Segundo film del greco-colombiano Spiros Stathoulopoulos, lo primero que cabe decir de un film del de las características de METEORA es que se constituye como una delicada sorpresa. El hecho mismo de su proyecto, el arrojo que hay que tener para impulsar y sacar adelante una obra a todas luces a contracorriente, la seguridad en mantenerse firme dentro de unos cánones estéticos tan coherentes como suicidas…Impresiona, en definitiva,  sólo la posibilidad de asistir a un film de mínimo andamiaje narrativo, que aborda en principio, desde un punto de vista absolutamente depurado y riguroso, la conciencia en crisis de dos seres humanos dedicados por entero a la severa vida religiosa de un monasterio.

Los protagonistas del film son un monje llamado Theodor y una monja rusa, cuyo nombre es Urania. Ambos ejercen el intenso ejercicio de su fe en los dos recintos religiosos, sitos en el insólito enclave geográfico griego de Meteora.  Los conventos ortodoxos de Meteora son una de las maravillas culturales y religiosas de toda la Humanidad, pues lo insólito de su edificación así lo exhibe: los dos monasterios se hallan situados en la parte alta de dos enormes pilares de roca. Al de los monjes se accede mediante una larga escalera escavada en el suelo. Al de las religiosas, sólo mediante un gran saco de red colgado con una polea.

El conflicto del film es bien escueto: entre los dos jóvenes prende una atracción que ninguno puede permitirse. METEORA es la observación de ese contratiempo afectivo, de esa atracción prohibida, vetada por imperativo religioso. Lo notable del film es la pureza escénica mediante la que ese sentimiento y las contradicciones de conciencia generadas tras su irrupción son visualizados.

El realizador impone una calmada observación, en la que la bellísima potenciación del sugerente, árido, luminoso, despoblado y extrañísimo paisaje deviene pieza fundamental. La dificultad asombrosa de esas dos moles de piedra viene a significar la dificultad subjetiva que los dos temerosos, cohibidos amantes sienten. La verticalidad, la fijeza, la incontestable predominancia física del enclave, de alguna forma, afecta a la puesta en escena austera, exenta de retóricas, virtuosamente silenciosa y pudorosamente descriptiva con la que es solucionado el dilema de abordar la relación amorosa con la cadencia respetuosa, iniciática, represiva y naturalista que exige el comportamiento de los dos protagonistas.Meteora-2

No contento con esa poderosa amplitud escénica que le presta el enclave y con la jugosa rendición hacia él que es deparada, Stathoupoulos combina con una sensible destreza el naturalismo con el que aprehende al escaso paisanaje humano que convoca la historia (un agricultor, un ermitaño, unos pastores, el sacerdote del pueblo) junto con la inserción de unas preciosas animaciones, deudoras del arte iconográfico bizantino, en las que se disecciona la tempestad interior de los protagonistas.

La animación abunda en el arrojo de la sinceridad irremplazable con la que el sentimiento amoroso prende en los dos personajes centrales. METEORA cautiva por la tozudez en la falsa simpleza que parece dirimir para enfrentarse a estos dos amantes sorprendidos por una parábola no escrita y por la nitidez armoniosa, conjugada y fecunda que define el transcurrir repleto de texturas bien disímiles que impone escena tras escena. En definitiva, una bella película griega que concluye emocionando y convenciendo por lo bien urdida de su afectada sencillez. En tiempos en los que la imagen cinematográfica parece convenir en que o es estridente o no es, hallazgos fílmicos de la naturaleza contestataria a esta máxima como es METEORA deben ser saludados con merecida deferencia.

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