Annabelle Imagen 1

Título original: Annabelle

Año: 2014

Duración: 98 min.

País: Estados Unidos

Director: John R. Leonetti

Guión: Gary Dauberman

Música: Joseph Bishara

Fotografía: James Kniest

Reparto: Annabelle Wallis, Ward Horton, Alfre Woodard, Eric Ladin, Gabriel Bateman, Paige Diaz, Tony Amendola, Michelle Romano, Brian Howe, Morganna May

Productora: Warner Bros. Pictures / Evergreen Media Group

Nota: 0

La sombra de James Wan es muy alargada y muy difícil de mimetizar. Esto debería haber sabido el tal John R. Leonetti antes de decidir situarse al frente de  una propuesta tan espinosa como la de tratar de emular al autor de EL EXPEDIENTE WARREN, film del que esta nefasta ANNABELLE se quiere necesaria precuela, y salir indemne del intento. Por desgracia para él y para quienes la hemos padecido en butaca ávidos de sustitos en la oscuridad de la sala, la cosa le ha salido morrocotudamente zafia. Vamos, como si Santiago Segura le deja hacer TORRENTE, EL EMBRIÓN a Jesulín de Ubrique… pues que la estocada se sale de la pantalla y nos deja toritos muertos a los que le visionamos la tauromaquia.

ANNABELLE se postula como una especie de EN BUSCA DE LA MALDAD DE LA MUÑECA HORRENDA, esto es, decide proponer un historial a la madrastra mala de Famosa con la que concluía la mentada EL EXPEDIENTE WARREN. Para ello nos invita a conocer a una pareja de insulsos que esperan niño. Él, en lugar de peucos, colonia Nenuco o una cartilla de ahorro, le regala a la esposa una espantosa muñeca de cerámica con trauma asesino escondido en la retina. A partir de ahí, se suceden los partos, las situaciones anómalas, las planchas neuróticas y los armarios por abrir.

El film es una abyecta muestra de lugares comunes, plana, previsible y con el susto más congelado que el caldo de cocido que tu tía Romualda trajo a tu casa el día que acompañó a tu madre a que te inspeccionara el piso. ANNABELLE no vale ni como pesadilla sofocada de la tía Romualda. No hay atisbo del más mínimo virtuosismo escénico, no acaece nada que no se sepa de antemano, y, lo peor de todo, como ejercicio reivindicador de un film dirigido por James Wan la utilización de la profundidad de campo brilla por su absoluta e impecable ausencia, la de los silencios significativos se queda reducida a tartamudez de agarrotado, y la de las detenciones narrativas significativas, a encefalograma plano.

En definitiva, un morrocotudo disparate desaborido, soporífero, reiterativo, barato,  asesinable, escrito con cubitos e interpretado por cubiteras. Mucho mejor que ir a verlo, quedarse en casa, ir al congelador, sacar el caldo de la tía Romualda y hacerse un caldito de entretiempo.

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