Coherence 2013 Imagen 6

Título original: Coherence

Año: 2013

Duración: 89 min.

País: Estados Unidos

Director: James Ward Byrkit

Guión: James Ward Byrkit, Alex Manugian

Música: Kristin Øhrn Dyrud

Fotografía: Nic Sadler, Arlene Muller

Reparto: Emily Baldoni, Maury Sterling, Nicholas Brendon, Elizabeth Gracen, Alex Manugian, Lauren Maher, Hugo Armstrong, Lorene Scafaria

Productora: Bellanova Films / Ugly Duckling Films

Nota: 7.8

Sugestivo, arrojado debut tras la cámara de James Ward Byrkit. El joven realizador viene a significarse como uno de los más insólitos abanderados del denominado cine “low cost”, puesto que en ningún momento el resultado global del producto conseguido parece reclamar una producción más desahogada de medios. Antes al contrario, aquel alcanza su verdadera validez aferrándose al postulado dramático que plantea con una fiereza que es la que lo condiciona, lo rige y le da sentido. El ingenio agudizado ante la escasez de presupuesto funciona sin que este condicionamiento irrumpa en calidad de tesitura de partida perdonable.

El punto de partida de la narración lo dirime una reunión nocturna de un grupo de amigos en la casa de la pareja de dos de ellos. Sin embargo, la secuencia inicial, la que sirve de antesala a aquella viene a poner de manifiesto que el factor de extrañamiento irrumpiendo en la normalidad de la esfera cotidiana va a ser el elemento fundamental de todo el relato.

Las primeras imágenes del film nos instalan dentro de un coche conducido por una mujer. La cámara se sitúa en el asiento de atrás de tal modo que no vemos su rostro. Su cabeza, además, aparece desenfocada. La mujer está conversando con el móvil mientras conduce. Del diálogo con su pareja se deduce que la situación entre ambos está condicionada por  alguna inclemencia no del todo clara. De repente, la comunicación entre ambos se corta. Ella mira a su móvil y éste posee el cristal de la pantalla con apariencia de haberse roto. Mientras seguimos sin apreciar con claridad el rostro de la mujer, en cambio, sí visualizamos a la perfección las fisuras habidas en el cristal. La opacidad, lo borroso del rostro humano convocado dentro del encuadre entra en oposición con la claridad con la que es evidenciada la emergencia súbita del hecho imprevisto, chocante, de pasmosa explicación.coherence-2013-imagen-4

Este plano de apertura viene a evidenciar también el modo con el que el realizador va a resolver el nada fácil entuerto narrativo que sobrevendrá a continuación: la cámara no subraya con afán esclarecedor ni preventivo, sino que simplemente muestra lo acaecido con  paciente, absorta naturalidad. Los segundos dedicados a ese móvil, por ejemplo, apuntan a que las grietas son visualizadas para contraponerlas a la inmovilizada, cariacontecida, suspendida reacción  de quien las observa. Ese naturalismo paralizado e impresionado deviene el parámetro observativo desde el que Ward Byrkit oteará los inusitados acontecimientos que van a tener lugar durante la velada.

El meollo argumental del film, como ha quedado referido, es la reunión de ese grupo de amigos a la cual llega la mujer vislumbrada en la primera escena. La excusa de la cena es prepararse para la contemplación nocturna de un cometa en el jardín de la casa de los anfitriones. Sin embargo, una suerte de inusuales y pequeñas anormalidades van a ir provocando la extrañeza, el estupor y el pánico entre los allí presentes… los móviles dejan de funcionar, al igual que las conexiones a internet… la luz de la casa se apaga ante el corte de la red eléctrica… todo el vecindario queda a oscuras a excepción de una casa cercana… Será al acercarse hasta a ella cuando los asistentes a la fiesta confirmen con sus propios ojos, estupefactos, una realidad de asombrosa, ilógica e inconcebible magnitud…

COHERENCE se revela como una potente muestra de cine fantástico en la que el elemento potenciador de la tensión inquietante permanece siempre en off, lejos del encuadre, vetada a la visión de los ojos del espectador. De esta forma el abrumador sesgo ensayístico de la propuesta queda perfectamente imbricado: su no aparición potencia la dimensión etérea de su malestar ambiental. El realizador no se mueve jamás de ese parámetro realista en el que hace que sus personajes apechuguen con los desquiciantes temores surgidos. Todos ellos van a ser obligados a asumir la certeza de una dimensión paralela a la suya, en la que su propia identidad juega en su contra. La cámara atiende más a las elucubraciones, a las dudas, a las sospechas y a los recelos que al origen y la explicación de los fenómenos evidenciados. La notable implicación de todos y cada uno de los miembros del reparto se alía en el intento de que la sugestiva inercia creíble que impone la elección escénica del realizador consume su voluntad doméstica, repentina, casera, simultánea. De ahí que COHERENCE, finalmente, logre lo que tan arriesgada y noblemente se propone hacer.

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