Título: Las aventuras de Tadeo Jones (Tadeo Jones y el tesoro de los Incas)
Año 2012
Duración 90 min.
País España
Director Enrique Gato
Guión Neil Landau (Personaje: Enrique Gato)
Música Zacarías M. de la Riva
Fotografía Animación
Reparto Animación
Productora LightBox Entertainment / Toro Pictures / IkiruFilms / StudioCanal
Valoración 2
Hace tres años sorprendió gratamente la irrupción de un film español de las características de PANET 51, de Jorge Blanco. La industria del cine de animación de nuestro país, con ella, daba un plausible salto adelante, pues la factura técnica que exhibía administraba una dignidad de primer orden. Sin llegar al grado de perfeccionismo inalcanzable que la industria norteamericana mantiene, el film de Jorge Blanco acumulaba las suficientes virtudes industriales y artísticas como para que su estreno se convirtiera en un motivo de satisfacción.
Ahora, LAS AVENTURAS DE TADEO JONES, de Enrique Gato, ha venido a coger el relevo de ésta última. No podemos calificar más que de arrollador el éxito público que ha cosechado. Lleva más de un mes y medio situado en el puesto más alto del ranking de recaudación de nuestro país, sin que de ese puesto le hayan movido producciones muchísimos más caras que ella, como DREDD, TOTAL RECALL o SALVAJES. Ni siquiera Woody Allen y toda su parroquia fueron suficientes para destronarlo. Seguramente la oportunidad de su fecha de estreno, la buena campaña publicitaria emprendida por la televisión privada que se halla detrás de su financiación y algún que otro detalle que ahora se nos escapa han llevado a semejante volumen de masiva aceptación.
Sin embargo, en el plano estrictamente artístico, desgraciadamente no podemos hablar en los mismos gratificantes y laudatorios términos. LAS AVENTURAS DE TADEO JONES no pasarán a la historia como un hito renovador o promulgador de una solidez no vislumbrada dentro de los márgenes d nuestra aún exigua industria cinematográfica de animación. El film de Gato, más allá de la justita precisión técnica que exhibe, naufraga allí donde se forja el éxito de, por ejemplo, las propuestas de la productora Pixar: en la escritura de un guión, concebida ésta como el proceso indispensable para la consecución de una obra rica en lecturas, entendimientos y posibilidades de aceptación. Nada de esto acaece en un film plano, previsible y tópico hasta decir basta. LAS AVENTURAS DE TADEO JONES adopta como único atisbo de metodología la más peyorativa de las sencilleces: la simpleza de lo simple.
Basada en dos cortometrajes anteriores del propio Enrique Gato, la película narra las improbables andanzas de un soñador albañil que es un entusiasta de la arqueología. Su pasión le lleva a ser amigo del director de un museo de arqueología. A éste, un día le llega el mensaje de un colega suyo de Perú en el que le reclama su presencia para hacerle partícipe de un impactante descubrimiento. Un azaroso tropezón provocará que hasta el país hispanoamericano, quien acuda sea Tadeo. Allí muy pronto advertirá que hay un peligroso complot organizado para que el hallazgo vaya a parar a manos muy distintas de las de los dos estudiosos.
Lo dicho con anterioridad: el film no sabe elevarse jamás de su anquilosada condición de película de serie B, evocadora a grito pelado y excesivo del ilustre aventurero creado por Steven Spielberg que comparte apellido con nuestro protagonista. La lógica comparativa con el magisterio ejercido por la Pixar pone de manifiesto la menos que escueta complejidad narrativa sobre la que renquea el ejercicio. El entramado de acontecimientos apenas si propicia el desarrollo paralelo de varias subtramas o intereses relatores. Otro tanto le ocurre a la larvada visión adulta de aquel. Aquí no existe.
La película peca de una linealidad abonada rápidamente al terreno de lo esperable, evitando a toda costa la más mínima contrariedad a esta máxima de primar el tópico. Las escenas de acción no son espectaculares. Los personajes están pincelados atendiendo a ese sometimiento que es trufarlos de referencias rápidas de reconocer. El tratamiento cómico tampoco escapa a esa premisa. De ahí que sea imposible hallar el más mínimo atisbo de ironía, de doble lectura, de afán relector. LAS AVENTURAS DE TADEO JONES parece mucho más un alargado episodio de un serial televisivo de hace tres décadas que un largometraje de animación elaborado en el siglo XXIII, justo en el momento en el que venimos de disfrutar una auténtica Edad de Oro del género.
