En Madrid siempre hay algo que hacer, ya sea fin de semana o no. Y si además es gratis, en SlithersMusicZine no aceptamos un “no” por respuesta.
Con motivo de las llamadas “Fiestas Demoscópicas” presentadas por la revista Mondosonoro, tuvieron lugar la pasada semana una serie de conciertos por todo el país. Como es normal, Madrid no fue menos y albergó el acontecimiento en la Sala Heineken, que nos citaba a las 20:30h con flyer en mano para disfrutar de las actuaciones de nuevas (y no tan nuevas) bandas españolas.
Llegando a casi a las 22h no esperábamos poder ver todos los conciertos, pero no fue así. Fira Fem (los primeros en tocar) alcanzaban a dicha hora la mitad de su concierto. Progresivos en cuanto a la intensidad de éste, el joven cuarteto nos presentó un directo potente y enérgico. Su música se ubica sin sobresalir en la ola actual del pop electrónico, y se acerca en ocasiones al “math-rock” de Foals y Dirty Projectors, o a los sonidos caribeños del mismo Guincho. Con esta fórmula tan efectiva como refrita, animaron el comienzo del evento.
Lo poco que habíamos oído hablar de Los Claveles fue suficiente para saber que eran ellos los que subían al escenario en este momento. Como recién salidos del baúl de los recuerdos, armados con tupés y patillas llegaron los madrileños para dejarnos picuetos con su rock con tintes ochenteros. Con temas como ‘Nacional 42’ o ‘Estúpido y cansado’ se encuentran cercanos al descaro de los Punsetes con las pintas de Gabinete Caligari. Merece la pena (mínimo) verlos. El concierto transcurrió sin sobresaltos, pero al finalizar éste, la sensación de haber visto algo diferente fue muy satisfactoria.
Marcus Doo & The Secret Family fueron los siguientes en actuar. En ocasiones como ésta, es cuando no tiene sentido dejar lo “menos desconocido” para el final. Con un jaleo considerable entre el público debido a la hora (más de las 23h), la actuación de esta banda se vio perturbada en ocasiones por la ausencia de respeto entre los allí presentes, en su mayoría esperando la actuación de El Guincho. Así, la preciosa composición que supone ‘El Principio’ (con Rocío haciéndose los coros a ella misma) quedó tapada en ocasiones por el ruido. Sin embargo, con la energía de otras de sus canciones como ‘Made to Measure’ o ‘Secret Family’ colocadas estratégicamente a lo largo del setlist, consiguieron hacerse con la sala. Pese a lo contado, fue una actuación fantástica. Marcus Doo & The Secret Family abandonaron el escenario para dar paso al grupo invitado de la noche.
{youtube}crm72CPEpYM{/youtube}
Con dos discos a sus espaldas, el 2010 parece haber sido el año de Pablo Díaz-Reixa, a.k.a. El Guincho. Tras el éxito cosechado por su álbum ‘Pop Negro’ y especialmente la brutal ‘Bombay’, su actuación era la más esperada de la noche. No obstante, la sala no llegó a estar tan insoportablemente llena como esperábamos.
Acompañado por otros dos chicos (bajo y guitarra) apareció Pablo dispuesto a liarla parda. Sin mucho que decir entre canción y canción, trajo las palmeritas de su tierra natal a Madrid comenzando fuerte con ‘Kalise’, de su primer trabajo, seguida por ‘Ghetto fácil’, ‘Soca del Eclipse’, y la estupenda ‘Lycra Mystral’ (sí, por orden, todas del ‘Pop Negro’) dándonos un respiro a los presentes, que no pudimos evitar romper a bailar desde el primer momento.
El segundo de los desvíos al primer disco se produjo con ‘Palmitos Park’, a la cual le habían hecho un lavado de cara, decelerándola y añadiéndole los nuevos e interesantes toques que la guitarra eléctrica aportó al tema. Y como traca vinieron de la mano las irresistibles ‘Novias’ y ‘Bombay’ (“Ésta a lo mejor os suena de algo”). Con la sala patas arriba hicimos caso a Pablo y no nos fuimos a China, donde parecían haberse ido los agudos del sonido de la sala (¡¿dónde estaban?!), que nos hicieron escuchar el concierto como si estuviésemos bajo el agua.
El bis estuvo compuesto por (al fin) dos temas de su primer disco: ‘Cuando Maravilla Fui’ y ‘Antillas’ convirtiendo el lugar en una rave caribeña en toda regla. Sin más calorías que quemar, abandonamos exhaustos la sala. Los pitidos en los oídos durarán días, pero algún precio habrá que pagar, ¿no?
