Pony Bravo  Mlaga Portada

Un minuto con ellos vale más que mil palabras. Esforzándome al cien por cien en hacer esta crónica no les hago justicia…porque la música en directo de Pony Bravo no se puede contar…hay que vivirla.

El pasado 12 de mayo, la Sala Vivero en Málaga fue el templo elegido donde Pony Bravo dio rienda suelta a su originalidad, su estilo inconfundible y su buen hacer, ofreciendo un breve, pero intenso concierto dentro del ciclo Primavera Wild Weekend.

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A la hora señalada, el cuarteto de jinetes sevillanos hizo su aparición en el escenario sin contemplaciones. Unas 300 personas habíamos acudido a su cita, con un sentimiento de expectación y de admiración por lo que este grupo representa ya en el panorama nacional de la música independiente de nuestro país. Obviamente, haber entrado en muchas de las mejores listas en apartados como mejor disco, mejor canción y mejor directo con su primer LP “Si bajo de espalda no me da miedo (y otras historias)” en revistas como Go-Mag, Mondosonoro y Rockdelux, pesa. Nuestra propia revista eligió la canción de “La Rave de Dios” de su último trabajo “Un gramo de fe” como una de las mejores canciones de las que hemos podido disfrutar durante 2010. Y lo mejor es que Pony Bravo suma y sigue.

Una distribución en el escenario extraña, en la que Daniel Alonso (voz y teclados) no ocupaba el foco de atención, hacía vislumbrar la orientación del grupo y la forma de dar sus directos. El carisma estaba dividido a partes iguales entre todos sus integrantes, que intercambiaron los instrumentos durante todo el concierto con una naturalidad asombrosa. Y el resultado continuo durante la escasa hora y media fue inmejorable.

La sala quedó invadida de estilo y personalidad. Una corriente de rock andaluz, western, blues, electrónica, ritmos africanos, reggae, nos golpeó en la cara como si fuésemos cabalgando a todo trapo…eso sí, con una base flamenca continua y con humor. Pura experimentación. Y de esa manera Pony Bravo nos repasó a los allí presentes sus dos trabajos discográficos, saltando de uno a otro, con una cuidada selección de temas.

Desde el principio, los fieles allí concentrados, nos entregamos, cantamos y bailamos el repertorio que pasó de una parte introductoria con “La voz del hacha”, “Suber-broker” y “Piloto automático”, al tema cantado en inglés de “Fingers” o su inigualable “Ninja de fuego”, que rinde homenaje a la “Niña de fuego” de Manolo Caracol. Excelente combinación de un bajo protagonista, reforzado por la percusión y aderezado con el teclado.

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En el ecuador del concierto se vivió la parte más psicodélica que nos permitió el desfase sin excusas: “El guardia forestal”, “Salmo 52.8”, basado en un sueño de uno de los integrantes del grupo, y la divertida “Noche de setas”. Como no, terminando este bloque del directo, el tema más emblemático de su último trabajo: “La Rave de Dios”.

En un redoble de la percusión, con un cambio de iluminación drástico, frenético, dándole la luz y el brillo que se merece, comenzó la interpretación de “El Rayo”, que emocionó al público y afirmaría que todo el mundo coreó.

No faltaron “I can see”, “Lo más difícil del mundo”y “El campo fui yo”, dando por concluido el concierto. Pero los que allí estábamos, seguidores de este grupo de culto, intuíamos que quedaba un poquito más. No nos equivocábamos, 3 bises como 3 soles que consiguieron el broche de oro: “Sunset”, “Trinchera” y “China da miedo”

Directo redondo de Pony Bravo. Demostraron de sobra que saben trasladar con fuerza su impronta, su identidad, su diferencia con el resto de los grupos actuales, sus raíces del sur, su apertura de mente, su experimentación, en definitiva su esencia. Lástima para los que se lo perdieron por el irrisorio precio de 8 euros, y mi más sincera felicitación a los organizadores, Wild Weekend Festival, por darnos la oportunidad de disfrutar de grupos tan representativos del panorama musical actual.

Como ya he comentado al principio de la crónica, a Pony Bravo hay que vivirlo, por lo que os pasamos los próximos bolos y os animamos a que no os lo perdáis y podáis experimentar un gramo de fe, o una noche de setas, lo que cada uno prefiera.

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