Mama Papa 1

Título original: Mom and Dad

Año: 2017

Duración: 83 min.

País: Estados Unidos

Dirección:  Brian Taylor

Guion: Brian Taylor

Música:  Mr. Bill

Fotografía: Daniel Pearl

Reparto: Nicolas Cage, Selma Blair, Anne Winters, Zackary Arthur, Joseph D. Reitman, Olivia Crocicchia, Lance Henriksen, Brionne Davis, Tyler Sopland, Bishop Stevens, Matthew W. Allen, Dale Miller, Ellen Marguerite Cullivan, George Griffith, Marilyn Dodds Frank, Michelle Poole, Rachel Melvin, Michael Yurchak

Productora:  Armory Films / Three Point Capital / Zeal Media

Nota: 7

Negrura vitriólica por doquier, urgencia expositiva casi vírica, caos intuitivo colérico… MAMÁ Y PAPÁ viene a reivindicarse como una inclemente, hosca reflexión sobre la paternidad y el lado oscuro de sus más ínclitos sometimientos. Brian Taylor escribe y dirige este saludable, voraz divertimento terrorífico, fabulando un inusitado malestar colectivo desde el que lanza no pocos apuntes sobre, en el  fondo, el núcleo familiar, asumido este como enjambre amortiguado de frustraciones, abandonos, rechazos, desafectos y desencantos; un cúmulo de amarguras cotidianas, de abdicaciones irreversibles, jamás reconocidas, que conducen muchas veces a la desintegración personal de quienes cumplen la función de ser vigías constantes de su deseable indemnidad.

Hay que reconocerle a Taylor, cuanto menos, la tremenda originalidad de la jugosísima idea motriz que funda los incómodos  recovecos de esta disfrutable tentativa. MAMÁ Y PAPÁ, asimilando en un principio la inercia de un film de terror contemporáneo zómbico, plantea una homicida catarsis colectiva, en la que, de súbito, todos los padres de una pequeña población mutan sus sentimientos paterno-filiales por unos inatajables instintos asesinos. Ningun adulto puede reprimir las ansias de matar a sus vástagos.Mama Papa 3 La apacibilidad rutinaria queda rota por una encarnizada persecución en la que todos los jóvenes y adolescentes, convertidos en víctimas de una cruenta caza familiar, se muestran incapaces en reconvenir la lógica afectiva protectora habitual.

La idea, insistimos, es tan osada como cáustica: ese "comprensible" y muy puntual deseo de aniquilación que irrumpe cuando el ser querido desprecia, abandona, desobedece, no está a la altura del esfuerzo que supone acarrear con la responsabilidad de ser padres; la también justificable sensación de que la existencia de éstos ha sido obligada a hacer claudicar, a reformular, a contravenir las más íntimas pretensiones vitales por causa de ese desempeño. El film fundamenta su atrevimiento al hacer de este frustrante desencanto el único germen de la furia persecutora descrita. De ese extrañamiento que provoca observar a la teórica figura salvaguardante (los padres), convertida en criatura contagiada de un irreprimible apetito asesino que anhela como presa  la ancestral figura salvaguardada (los hijos), MAMÁ Y PAPÁ sabe extraer la suculenta sustancia mordaz y terrorífica que la catapulta, irreverentemente, hacia la atinada fábula sórdida y desestabilizadora que se propone ser.

Claro está, un buen film no se sustenta sólo en la postulación de partida, por muy original y brillante que esta sea, sino que debe quedar vehiculada con adecuación para que aquella sea apurada hasta sus más suculentas posibilidades. En ese sentido, el entramado argumental que se dispone el propio Taylor logra que intencionalidad y resultados casi, casi, armonicen su rigor a la perfección. La historia se centra en una familia, los Ryan. Brent y Kendall, los padres, son presentados rápidamente como dos seres que asumen una confesa crisis en el ejercicio de su paternidad. La relación con la adolescente Carly y el pequeño Josh dista mucho de la fluidez que ellos creen merecer. La película centra su meollo narrativo en los arduos esfuerzos que los dos últimos deben acometer para logar evitar las zarpas asesinas de sus padres, toda vez se dan cuenta de que ambos han sido poseídos por el extraño y asesino malestar citado en el párrafo anterior.Mama Papa 4

Los pormenores de esa lucha, con todo, no aparecen con celeridad. Taylor impone el hábil, necesario recurso de dosificar su irrupción, maquinando un largo prólogo inicial dentro del cual aparecen inoculados todos los más significantes flecos narrativos que, con posterioridad, van a ir punteando la magnitud y el suspense, agónicos, atroces e improvisados, que depara el furibundo relato. Apuntes como la llegada de los abuelos, la presencia de la asistenta, la noticia del inminente embarazo de la hermana de Kendall y todos los indicios de que las relaciones paterno-filiales no son en modo alguno plácidas para ninguno de los integrantes de la familia quedan expuestos de modo pretendidamente atropellado, desorganizado, intuitivo, mediante una puesta en escena casi se diría que doméstica, que no escatima muy ajustados, tajantes, nada banales flashback. El realizador consigue así, de alguna forma, visualizar, al mismo tiempo,  ese  deteriorado, mórbido ambiente familiar y la invisible transmisión del mal que virará a homicida el comportamiento de los padres.

Lástima que el film, en el arranque de su último tercio, cuando la acción vuelve a recluirse en el hogar familiar,  decaiga en su progresión hacia el perturbador delirio de paroxismo contraprogenitor que va revelando de modo asaz disfrutable. Taylor sucumbe al impulso de la relajación en resoluciones algo tópicas y no bien calibradas (la abusiva reincidencia del personaje del novio de Carly, la decepcionante solución escapatoria, ciertos falsos finales). Por fortuna, la aparición de unos esperados visitantes vuelve a poner las cosas en su desatinada y demoledora ansiedad desquiciante. Ámbito ambiental del que no se descabalgan jamás ninguno de los integrantes de un reparto encabezado por un Nicholas Cage más intestino grueso que nunca (en un rol que se beneficia incandescentemente de su aberrante indigestión interpretativa) y por la seductora mímesis camaleónica de una Sema Blair tan eficaz y rotunda como siempre.

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