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Sábado, cruzamos el ecuador de lo que está siendo un FIB genial, de los mejores que se recuerdan desde aquel mágico 2007. El calor sofocante sigue ahí y llega el día más flojo en cuanto a nombres del cartel se refiere.

Foto: Archivo FIB / Óscar L. Tejeda

Entramos desconfiados por mejorar un viernes apoteósico pero pronto caemos en la cuenta de que tampoco se quedará atrás. Este FIB lo vamos a recordar.

Mientras cae ese sol asesino de Benicàssim nos atrincheramos bajo la torre de sonido para disfrutar de Ash, uno de esos grupos que consiguen transportarte en el tiempo a aquellos años en los que te gustaban esas bandas guitarreras que huelen a adolescente por los cuatro costados. Muy buen bolo de los británicos para abrir boca entre gran parte del público de las islas, ya sabéis, recuerdos mozos y cervezas volando para celebrar aquellos potentes temas como  “Kung Fu” o “Burn baby burn”.

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Foto: Archivo FIB / Óscar L. Tejeda

 

Seguimos apostados en el verde para rendir pleitesía a otro de esos grandes del 2 tone, The Specials quienes junto a Madness son los grandes representantes de la batidora en la que algunos meten ska, punk y pop. Carácter festivo y bailes imposibles en otro de esos bolos que dejan indiferente a los que simplemente se pasan a ver que hay y que vuelven locos a todos esos que les gusta practicar sus pasos de ska a la mínima ocasión.

No salimos del Verde para seguir otro de los grandes nombres del día. El ex Stone Roses fue una de las decepciones del festival. Carente de la garra que le caracteriza, y sin esa chulería que solo un inglés tiene y por la que te pondría tantísimo partirle la cara, poco más podría ofrecer ya Ian Brown. Otro de los enfant terrible de los escenarios que se fue diluyendo rápidamente, perdiendo por completo el interés y entrando en la lista de los conciertos que hubieras querido perderte, que ya es decir. Ni siquiera con sus himnos más aclamados logró por un momento recoger la atención del público menos fan. En fin, un paseo por el Fiberfib para tomarle la temperatura a Pil y las pocas neuronas (y dientes) que le quedan a Johnny Rotten, fueron suficientes las primeras canciones. No hay noticias de que le partiera la cara a nadie en esta ocasión, pero viendo su directo ya se podría haber animado para hacer más entretenida la espera de la siguiente parada.

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Foto: Archivo FIB / Óscar L. Tejeda

 

Bien entrada la noche, la 01:00 para ser exactos, el horario perfecto para unos Prodigy que sembraron las dudas sobre su calidad como dueños absolutos del cartel del Sábado. Tal y como pasó el día anterior con Vampire Weekend las dudas fueron proporcionales a la locura desenfrenada que montaron con su Rave de proporciones gigantescas en el Verde. El momento sin lugar a dudas más abarrotado del escenario principal hasta el momento, durante hora y media se convirtió en un campo de batalla donde los reyes de la electrónica con tintes punk de los noventa se vieron al mando de una nave dirigida a las entrañas más primitivas del ser humano. Saltos, sudores, gritos más propios de un animal y una multitud completamente desinhibida hicieron del concierto una experiencia infernal en el mejor sentido de la palabra. Otra bacanal de locura y placer solo al alcance, claro está, de aquellos que toleran mínimamente el peculiar estilo de los ingleses.

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Foto: Archivo FIB / Óscar L. Tejeda

 

Acabado uno de los conciertos más bestias que se recuerdan, damos un paseo hasta el Fiberfib que nos da un vital aire fresco para poder tomar fuerzas con unos Cut Copy que vuelven al festival sin haber estrenado trabajo nuevo desde 2008. Los australianos comenzaron dando fuerte con su “Lights & Music” como primera piedra del concierto, lo que quizás les penalizó cuando a mitad del concierto comenzaban Klaxons en el verde. La toquen al principio o al final no tienen material contundente más allá de “Hearts on fire”, “Where i’m going” y la ya mencionada asique abandonamos el barco mezclándonos con el río de gente hacia el verde para no perdernos ni un segundo de Klaxons. Con una propuesta bastante similar a la de los anteriores consiguieron explotar mucho mejor sus virtudes para cerrar el escenario principal muy dignamente. El mal recuerdo de su paso por el FIB en la edición del 2007 se vio remendado con una actuación bastante correcta aunque también pecando de convertirse en un bolo puente. Esos en el que esperas durante hora y media a los cuatro o cinco temazos para poder pasar por encima de un río de temas bastante mediocres. Es lo que tiene. Pese a todo, se pudo disfrutar con muy buena nota de sus mejores hits como “Golden Skanks”, “Atlantis to interzone” o “Is not over yet” que dejaron un muy buen sabor de boca a diferencia de su último paso por estas tierras. ¿Alguien esperaba mucho más?

Para cerrar ¿Qué mejor que una nueva dosis de zapatilla facilona de mano de los Japanese pop stars? Efectividad en el que parece el escenario de la electrónica fácil, el fiberfib y a acabar muriendo entre esos temas que puedes corear al unísono en la carpa pop.

 

Domingo

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Foto: Archivo FIB / Óscar L. Tejeda

Último día de festival, el cansancio empieza a hacer mella, dormimos poco y mal y ya no estamos para estos trotes. Pero gastamos las últimas balas para acabar dignamente. Nos espera un cierre marcado por Dizzee Rascal y la pantalla gigante de Gorillaz.

Comenzamos fuertes el cierre, que digo, fuertísimos con una de las sensaciones de la temporada. Efterklang los eclécticos daneses son una de esas frescas propuestas que te encandilan en cuanto llegas. No importa si les habías escuchado previamente, te sacarán una sonrisa impoluta con su naturalidad pasmosa y su mezcla perfecta entre percusiones, coros, sutiles toques de cuerda y electrónica. No por casualidad el grandísimo Peter Broderick es parte de la formación. Épica que se aleja de los imitadores de Arcade Fire, de la que no es pegajosa ni exagerada, buenísimas vibraciones que cargaron de fuerzas a aquellos que decidieron darle la espalda a Standstill. Seguro que ninguno se arrepiente.

Daban las ocho y ya pasaban lista en el verde para darnos de frente con una de las decepciones del cartel The Courteeners. Cierto es que llegábamos con la más pura de las ignorancias sobre estos chavales, esperando quizás otra de esas sorpresas pero iba a ser que no. Melodías fáciles donde las haya, acordes recurrentes tanto que podías acertar el siguiente y temas planos como ellos solos para enmarcar una de las decepciones del festival, no porque estuvieran mal sino porque no dan para más. Lo curioso es que parte del público extranjero disfrutó de los chavales que al menos le echaron ganas. En fin, uno ya no sabe si es que se ha vuelto demasiado exigente o es que hay quien en festivales te baila hasta una jota.

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Foto: Archivo FIB / Óscar L. Tejeda

 

De vuelta en el Fiberfib nos encontramos un caso similar al anterior, jóvenes de flequillo y con ganas de darle a la guitarra pero con un resultado diametralmente opuesto. Two door cinema club dieron toda una lección de cómo meterse a los fieles en el bolsillo y ganarse para la eternidad a aquellos que como servidor, dudaban seriamente de que fueran capaces de transmitir sobre el escenario todo lo bueno de ese arrollador debut llamado “Tourist history”. Englobados dentro del Sello francés Kitsuné estos norirlandeses están partiéndolo todo en las pistas de baile y en esa maravillosa puesta de sol de Benicàssim no iban a ser menos. Auténticos hitazos como “Something good can work”, “I can talk” o “What you know” volvieron loco a un Fiberfib que pocas veces había estado tan abarrotado a esas horas. Todo y ser a primera hora de la tarde arrasaron con su electro pop 100% bailable, el propio Alex Trimble que así se llama el líder de este trío en plena pubertad, mostró la grata sorpresa que se llevó por la inmejorable respuesta del público. Ojalá les veamos pronto de vuelta por aquí.

Tras el fiestón de los chavales del cine, a Ellie Goulding le quedaba una papeleta pero que muy complicada. Tapar la ausencia (nuevamente, increíble pero cierto) de Lilly Allen. No es que seamos fans de ninguna de las dos, pero al menos con la segunda puedes echar el rato esperando que líe alguna sobre el escenario. Con Ellie ni esas tenemos. Pura candidez con la acústica y acompañada por banda que dieron otro de esos conciertos extremadamente planos, no bajos pero tampoco altos. Otro de esos bolos que si te los pierdes tampoco pasaba nada ¿la mejor opción? ir a cenar al puesto de thai.

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Foto: Archivo FIB / Óscar L. Tejeda

 

Una hora más tarde volvíamos a apostarnos en el Fiberfib para ver de que eran capaces Foals que tras un buen disco de debut presentaban su “Total live forever”, toda una vuelta de rosca de lo que fue su sonido hasta el momento y que les llevó a ser otra de esas sensaciones New Rave inglesas. Comenzaron fuertes con Cassius y al igual que les sucedió el día anterior a Cut copy, meter el temazo dentro de las primeras canciones puede hacer que acabe aburriéndose y bajando en este caso al verde a ver a Dizzee Rascal. Dicho y hecho, perdían intensidad a medida que iban pasando por la pasarela los temas de su discutido último disco los impacientes se iban retirando a presenciar la toma de los raperos del escenario gordo de Benicàssim.

Y vaya si lo tomaron, acompañado de otro Mc plantaron la bandera rapera en un territorio que se presumía hostil hasta hace bien poco. Dylan Kwabena Mills, más conocido como Dizzee Rascal incendió a base de samplers y beats potentes el verde, como si estuviese en cualquier punto de la costa oeste ataviado con su camiseta de los Lakers. Tras su flamante paso por Sónar podemos corroborar que mejoró con contundencia lo visto en el festival de electrónica y volvió a derramar sangre con ese apoteósico final que acostumbra a guardarse con “Holiday” y “Bonkers”. Brutal!


Paseo fugaz para ver lo que se traen entre manos los veteranos Echo & the bunnymen que nos dejaron algo fríos. El tiempo no pasa para algunos pero cambiando la hora con por ejemplo, Two door cinema club hubieran sido muchísimo más disfrutables los de Liverpool que presentaban su enésimo disco de estudio “The Fountain”. Otra vez será para unos ya clásicos del festival de Castellón.

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Foto: Archivo FIB / Óscar L. Tejeda

 

Montada la famosa pantalla gigante llegó la hora de la verdad, el a priori mayor reclamo del festival iba a dar rienda suelta a esto nuevo que une a banda y a espectáculo visual. Gorillaz, todos unos pioneros en esto de montarla cuanto más grande mejor, de eso no cabe duda pero, ¿Qué pasa cuando necesitas una súper pantalla a máxima resolución y famosos incrustados dentro de videos de animación para llamarlo espectáculo? Pues pasa que la música pasa a un segundo plano, un plano en el que lo de menos son los temas y que vayas acompañado por una orquesta completa. Un plano donde lo de menos es que Damon Albarn sea la voz y que componentes de los legendarios Clash estén tocando la guitarra encima del escenario. Un plano en el que da igual que los temas sean un coñazo y que la única diversión sea mirar a la pantalla donde se proyectan unos videos carísimos acompañados de una música que suena de fondo. Puede que sea una opinión demasiado purista en esto de los conciertos, pero el show sinceramente no conectó conmigo en ningún momento. Conmigo ni con una buena parte del público que sin tener opciones claras en el horizonte se acomodaban en la hierba para darse una buena charla. Por fin en el bis parece que la gente consiguió lo que estaba esperando “Feel good” y “Clint Eastwood” hicieron las delicias de los que pudieron esperar pacientemente. En mi caso hacía rato que me había dado por vencido en la hierba tomando un respiro.

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Foto: Archivo FIB / Óscar L. Tejeda

 

Otro de los recomendados del día, los australianos Midnight Juggernauts volvieron a ponernos en el camino del Fiberfib con su rock de pista de baile. Al igual que a Foals, su último disco pierde fuelle respecto a su predecesor y eso se nota sobre el escenario. Esta vez sí el horario fue el mejor para una banda acostumbrada a lidiar con las ansias de baile del público. De lo más destacable fue la falta de “Nine lives” dentro del repertorio del trío, un temazo de este calibre nunca puede dejarse de lado. Pese a todo un rato con buena nota para ir cerrando el apartado de bandas de este 2010.

Fuerzas bajo mínimos y una oferta algo desangelada hicieron que arrastremos nuestros cuerpos de un lado a otro hasta acabar donde se debe acabar un FIB. La carpa pop volvió a ser el reducto nacional donde ver amanecer en Benicàssim con esos temas que todos nos sabemos y que berreamos al unísono mientras nos resistimos a asimilar que falta tantísimo tiempo para volver a vibrar una vez más con el festival de festivales, ese lugar concreto de la costa castellonense que tantos y tan buenos momentos nos ha dejado en la memoria. El FIB ha vuelto a enamorar a aquellos que parecían perder la fe, ha vuelto a darnos esas experiencias que van más allá de los nombres. El FIB es especial y esta edición lo ha vuelto a demostrar.

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