Aphex Twin

El ácido del diablo

Corrosiva. Así es como se presentaba la noche en la que la sala Razzmatazz celebraba su décimo aniversario, y no era para menos, ya que nos visitaba la alta cúpula del sello Rephlex Records, uno de los sellos más longevos del panorama electrónico europeo, surgido de la primera movida rave en UK y fundado en 1991 por Richard D. James (aka Aphex Twin) junto a su colega Grant Wilson-Claridge (aka Dj.Rephlex). Venían acompañados por dos invitados de auténtico lujo, Luke Francis Vibert (aka Luke Vibert) y Edward Upton (aka DMX Krew), ingredientes perfectos para lo que iba a ser una de las noches más mágicas del 2010 en la ciudad condal.

Nada más salir por la boca de metro de Marina, ya podía uno palpar en el ambiente los beats enfermizos y contagiosos tan característicos del sello que acuñó el término braindance para referirse a su música, género que abarcaría desde la música clásica hasta el electro, techno, drum’n’bass…, renegando del posterior IDM (Intelligent Dance Music), acuñado en los foros de la IDM Mailing List americana por Alan Parry para referirse precisamente a esa incipiente escena electrónica británica. Muchísima gente en la calle de todas las nacionalidades con carteles en los que imploraban una entrada, ‘pakis’ vendiendo cerveza barata por todos lados y una bonita y cálida noche que hacía presagiar una sala totalmente abarrotada peso al alto precio de la entrada.

Al entrar en la sala principal del Razzmatazz nos encontramos en plena sesión de DMX Krew, arropado con un sonido realmente potente y de calidad que además fue mejorando a lo largo de la noche. Por lo que nos comentaron algunos de los allí presentes, justo antes había estado calentando el ambiente Dj.Rephlex con una breve y descafeinada sesión que sirvió sencillamente para impregnar al animado público de sonido británico del sello y poco más. Sin embargo DMX Krew sorprendió a todos con uno de sus animadísimos directos en manos de su Roland TB-303, un micrófono con el que hacía las veces de MC y un sonido muy lejano al electro que está editando últimamente en su sello Breakin’ Records. Fue una sesión repleta de ritmos ‘old school’, sintes ácidos y mucho desparpajo. En su repertorio algún tema clásico de Kraftwerk y sobre todo acid-electro-break con un rollete analógico que acabó por enloquecer a todos los presentes.

Como no podía ser menos Luke Vibert, un ilustre veterano de las raves londinenses, siguió en la misma línea, y equipado solamente con un portátil sobre unas cajas de coca-cola se marcó una autentica sesión como sólo los de la vieja escuela saben hacer. Hay que tener en cuenta que bajo el nombre de Luke Vibert se esconden otros seudónimos como Wagon Christ o Plug, y que se trata de un maestro de la electrónica que domina a la perfección géneros tan dispares como el dubstep, hip hop, electro o breakbeat, a los que adereza siempre con su peculiar toque funk. Electro-acid-break se mezclaron a lo largo de más de una hora de sesión que acabó por todo lo alto con un tema de Noisia, en la que posiblemente fue la hora más divertida de la noche en el Razzmatazz.

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Finalmente y casi sin darnos cuenta, llegó el momento que todos en la sala estaban esperando: Aphex Twin entraba en escena. Para los que no conozcan la historia de este artista nacido en Gales en 1971, decir que está considerado uno los más grandes genios de la música electrónica de todos los tiempos; lleva desde los trece años produciendo música, domina todo tipo de estilos (techno, ambient, braindance, IDM, acid, drum and bass…) y hoy día sigue siendo todo un referente dentro y fuera de las pistas de baile y festivales europeos. Existen muchas leyendas alrededor de su nombre y por ese motivo todos estábamos expectantes por saber qué tipo de espectáculo nos ofrecería esa noche. No obstante en entrevistas ha asegurado que tiene más de 100 horas de material inédito que sólo usa en sus directos (desde su LP Drukqs (Warp Records, 2001) no publica nada nuevo).

La puesta en escena fue la ya clásica a cargo del señor D. James; agazapado tras unas cajas y su portátil, mezclando en su retrospectiva particular temas propios junto a grandes hits de otros artistas de reconocido calibre, pasando siempre por varios estilos y ascendiendo progresivamente hasta alcanzar altas cotas de excentricidad. Cabe resaltar las espectaculares proyecciones que mediante una técnica de reconocimiento facial (live facial recognition mapping) que nunca antes había visto y enfocando al público de las primeras filas, era capaz de proyectar sobre sus caras la famosa imagen distorsionada ‘mutant face’, y que junto a los láseres de la sala y otras desconcertantes proyecciones dotaban al espectáculo de una oscuridad y una locura contagiosas.

Todo comenzó con un sonido 100% Rephlex que poco a poco se fue oscureciendo sin ningún tipo de concesión, para dar paso a algunos breaks más bailables que remezclaba con una facilidad pasmosa y absoluto descaro con otros temas de techno, acid, hardcore, jungle noventero…, incluso se atrevió a poner el tema ‘Masked Ball’ de Jocelyn Pook, incluido en la BSO de Eyes Wide Shut. Sonaron también el mítico ‘Jesus Loves Acid’ de Ecstasy club o el ‘Dance’ de Earth People, remezclado con el superhit ‘Windowlicker’ (que no podía faltar en su repertorio) entre los coros de una sala llena hasta los topes. Sorprendió a propios y extraños mezclando temas de techo nacional como el ‘Grovskopa remix’ de Oscar Mulero y algún otro corte de los también patrios Reeko o Pepo. Otros temas clásicos de Aphex Twin que se pudieron distinguir entre tal avalancha musical fueron el hipnótico Polynomial-C o el genial Heliosphan. En resumen, un viaje sensorial de una hora y media de duración en el que los presentes esa noche en el Razzmatazz vivieron una absoluta explosión musical muy difícil de olvidar, a cargo del que para mi humilde opinión es el mayor genio de la electrónica de todos los tiempos, Aphex Twin.

 

Del claro al oscuro, del acido al dulce, del rojo al verde y del cielo a la tierra.

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