Desde sus inicios en la ciudad de Mataró, el Cruïlla se ha caracterizado por hacer honor a su nombre, confeccionando carteles que abarcan multitud de estilos con la mirada puesta en los directos festivos.
Foto: peremasramon.net
Con su traslado al recinto del Fòrum de Barcelona, el festival experimenta un crecimiento que ha llegado a sus cotas más altas en esta pasada edición. Varios cabezas de cartel a la altura de otros festivales con mayor presupuesto o atención de los medios. Y es gracias a estos cabezas de cartel que el festival llegó a los 22.000 asistentes, batiendo récords de asistencia, aunque nunca hubo sensación de agobio ni de lleno hasta la bandera, convirtiendo nuestra estancia en el festival en una agradable celebración de la música con la mayor de las comodidades. Parece algo obvio, pero a día de hoy es todo un logro combinar un buen cartel con unas infraestructuras y servicios a la misma altura. Bien por ellos.
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Hablando ya de lo que nos interesa, que es la música, la disposición de los horarios y escenarios hacía sumamente fácil el poder ver el grueso del cartel, provocando un traslado de la mayor parte del público de un escenario a otro. Empezábamos con Iron & Wine. El norteamericano, artista codiciado para el público más indie, sorprendía con su presencia en este festival y con el sol aún apretando de lo lindo, ofreció una buena dosis de folk a la americana, con un sonido que bebe del blues y del country. A pesar de que aún había poca gente, dio buena cuenta de su amplia obra con una banda preparadísima, donde destacaba el saxofonista. La Iaia, joven grupo prometedor de la escena local con su pop sencillo y sin pretensiones, era la siguiente parada, dado que lo de Celebrate Mama Afrika más bien parecía el típico batiburrillo de sonidos africanos para aquellos oídos poco dados a escuchar el folklore africano.
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Seguimos con grupos nacionales, en esta ocasión con los mallorquines Antònia Font, auténticas celebridades que con la publicación de su último trabajo “Lamparetes”, estarán de gira, sin olvidarse de sus clásicos, donde brillaron en la parte final del concierto, con un público ya entregado. Comentario aparte merecen Fat Freddy’s Drop. Los ingleses se marcaron una actuación de órdago, una deliciosa hora de dub y reggae que convirtió el segundo escenario en una fiesta continua, una banda entregadísima en la que destacó el trombonista, que se erigió en el alma de la fiesta y en uno de los personajes más coreados de la noche. No era para menos. Con toda la euforia en el cuerpo, llegaba el nombre clave del primer día, Jack Johnson. Su folk de playa y sol, esas canciones tranquilas pero alegres, ese tono pausado, rebajó la euforia pero no las ganas de celebración, y en su concierto hubo espacio incluso para la sorpresa, pues subió al escenario Eduard Estivill, famoso doctor y también miembro de Fasterbo 3, antigua formación folk catalana, para cantar un tema con Jack Johnson, que incluso se atrevió a cantar algunos versos en catalán, con la consecuente alegría y disfrute del público congregado. También tuvo tiempo de versionar a Ramones y su clásico “I Wanna Be Your Boyfriend”. Baño de masas para el americano, que dejó buen sabor de boca.
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Delafé y Las Flores Azules empezaron sin pocos miramientos y a las primeras de cambio ya dejaron ir su éxito “La Primavera” y el público respondió con la misma moneda. Otro de los grandes momentos de la noche era la actuación de dos iconos de la música jamaicana como son el productor/ hombre para todo y nombre clave del dub Lee ‘Scratch’ Perry y el vocalista Max Romeo, artífices del clásico “Chase The Devil”. Antes de ese momento, pero, hubo tiempo para que Max Romeo actuara en solitario, interpretando clásicos como “War Ina Babylon”. Posteriormente apareció Lee ‘Scratch’ Perry, interpretaron algunos temas juntos y Max Romeo se retiró a sus aposentos para ceder todo el protagonismo a Lee. Un versus en toda regla que quizá dejó al público un poco descolocado, pues esperaba una actuación conjunta más larga. El funk enérgico de The Heavy sucedía a los jamaicanos, con un concierto contundente aunque quizá falto de conexión con un público poco conocedor de su trabajo. Aún así, con temas como “How You Like Me Now?” resulta complicado no moverse.
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Cerraba el primer día el belga Beardyman, auténtica máquina de sonidos. Armado únicamente con su voz y hardware para crear loops con ella, ofreció una actuación animadísima en la que alternó versiones de clásicos como Depeche Mode, Wu-Tang Clan o Pharoahe Monch y algunos de sus temas, ahora que ha publicado material propio. Un fin de fiesta enorme y el público encantado y demandando más beatbox del genial artista belga.