Más de 35 mil personas se dejaron caer este fin de semana por el Complejo Deportivo Cantarranas de la complutense de Madrid con motivo de la segunda edición del Dcode Fest.
Y ya que es más que evidente la ausencia de grandes eventos de estas características en Madrid es de agradecer la presencia de uno de calidad. Con algunas diferencias en cuanto a fechas con la pasada edición, en esta ocasión los días señalados en el calendario serían a mitad de septiembre, algo muy positivo si tenemos en cuenta las altísimas temperaturas a las que nos vimos sometidos en las jornadas vespertinas del año pasado. Además, en esta edición, tan solo había dos escenarios, uno de grandes dimensiones (Dcodefest) y otro de menor magnitud (Heineken).
Los primeros en abrir la programación del escenario Dcodefest fueron los granadinos Niños Mutantes. Con su más reciente trabajo, Náufragos, el cuál ya ha sido paseado por varias salas y festivales del panorama nacional, a Juan Alberto y los suyos parecía resistírseles la hora tan temprana que es más idónea para dormir una siesta. Abrieron con Las Noches de Insomnio y no tardaron en calentar la maquinaria con Caerán Los Bancos (con dedicatoria especial), Errante, Náufragos y el ya mítico cierre con La Voz.
Mientras que Niños Mutantes terminaban de desgranar su concierto sus paisanos, Napoleón Solo, hacían lo propio en el escenario Heineken. Con un ambiente más que agradable, en un entorno algo más acogedor que el propuesto por el escenario principal, Alonso y los suyos nos presentaban temas de su último largo, Chica Disco, como Antes de que Ocurriera o Sospecho Sospecho. De forma limpia y efectiva también interpretaron temas de Napoleón Solo en la Opera como Tiene Que Acabar o, la divertidísima, Lolaila Carmona.
Con un sol de justicia saltaron al escenario Dcodefest Marc, Belly, Bart y Jordi, que es lo mismo que decir Dorian. A pesar de unos ligeros problemas de sonido que hacía que en los laterales del recinto no se escuchara de manera perfecta (solventado en posteriores actuaciones), Dorian puso toda la carne en el asador para contentar al nutrido público presente. En sus 45 minutos de actuación, tuvieron tiempo de repasar sus 3 discos publicados, siendo los temas más agradecidos por el público Cualquier otra parte (de su disco el futuro no es de nadie) y Paraísos artificiales y La tormenta de arena (de su disco ciudad subterránea), canción con la cual terminaron su concierto en el Dcode Festival. En general buena acogida por parte del público y un concierto muy cumplidor, aunque nos quedamos con la duda de ¿qué habría pasado si Dorian hubieran actuado con la noche ya caída sobre el recinto? Pero la respuesta tendrá que esperar .
Jugando en casa, Dinero, nos presentaban temas de su Año Perro. Energéticos y algo sorprendidos por el poco movimiento que se detectaba entre el público, con comentarios a cerca del que a priori sería el plato fuerte de la noche, no les quedaba más que sudar su propia camiseta, y así lo hicieron.
Desde Noruega venían Eirik Glambek y Erlend Øye, o lo que es lo mismo Kings of Convenience. Su concierto, como vienen haciendo últimamente, estuvo dividido en dos partes, una parte inicial más intimista en la que ellos dos se bastaron para ponernos tiernos con temas como la preciosa Me In Yoy o 24-25 entre otras. En la segunda parte, además de invitar a algunos músicos más a escena, se soltaron la melena, Øye obsequió al respetable con toda una batería de bailes imposibles mientras sonaban impresionantes Rule My World y I'd Rather Dance With You. Seguro que en un ambiente más íntimo se podría disfrutar más ampliamente de lo que Kings Of Convenience nos pueden ofrecer.
La noche ya ha caído sobre Madrid y nos disponemos a presenciar el concierto de The Shoes, un grupo francés que llegaba con su único album Crack my bones debajo del brazo y que pronto dejaría muchas bocas abiertas. Un aire muy desenfadado, un chapurreo medianamente aceptable de español y varios gestos y palabras malsonantes hacía dEUS (que tocaban en el escenario Dcodefest) fueron el hilo conductor de su concierto aderezado, como no, de sus ritmos contundentes, muy medidos y que contagiaron rapidamente al público presente en el escenario Heineken, que no dejó de mover todo el cuerpo durante toda la actuación. Sin duda, el momentazo de la noche llegó de la mano de su hit Time to dance, que exprimió hasta el último aliento de los allí presentes y que nos dejó en una nube de percusión y ritmo. Uno de los tapados del Dcode Festival que mejor sensación dejaron.
Los belgas dEUS, acusaron algunos problemas de sonido al comienzo de su set, pero por suerte se vieron solventados rápidamente. Un comienzo con The Architect, en el que Tom Barman, ya anticipaba que habían venido a arrasar y con temazos de la talla de Instant Street, con ese final de infarto, son muy reducidas las opciones de fallar. Pese al inicio algo excaso de potencia dEUS se fueron viniendo arriba conforme se desarrollaba su actuación para acabar por rubricar uno de los que sería los conciertos de la noche.
No nos engañemos, si antes del festival hubiéramos preguntado por Kimbra, la mayoría de las respuestas se hubieran dividido entre "no la conozco" y "si, la que canta con Gotye", pero en el Dcode Festival nos demostró que es bastante más que la voz en un tema de moda. Con una performance muy florida (vestido digno de Agatha Ruiz de la prada), mucha "risilla de niña boba" y sugerentes bailes, Kimbra nos desgranó su album Vows y si bien no pasará a la posteridad como la mejor actuación del festival o la artista revelación del año, proporcionó al público una actuación más que correcta y divertida.
Dificultad máxima para narrar lo que Sigur Rós nos transmitieron en la noche del viernes, con el sol por completo fuera de escena, con unas diez personas sobre el escenario, dicen que son de Islandia, pero podrían ser de cualquier parte del universo y nos lo creeríamos. Jónsi, con sus falsetes acompañados por una complejidad instrumental elevada al máximo, consiguió introducirse debajo de nuestra piel y remover toda clase de sensaciones indescriptibles. De Valtarí, su último trabajo, solo interpretaron Varúð, una de las más destacables. Emocionante en especial, la interpretación de Hoppípolla, uno de los himnos de los islandeses y el cierre con Popplagið. No hubo bises, sólo agradecimientos de parte de ellos y lágrimas de la nuestra.
Unos de los niños reveldes del indie patrio fueron los encargados de sacarnos del trance en el que fuimos sumergidos por los islandeses. Triángulo de Amor Bizarro a golpe de guitarrazo y distorsión pusieron el escenario Heineken patas arriba. Isa y los suyos, entre bailes desenfrenados del respetable, aprovecharon para emitir mensajes de indignación hacia algunas personalidades de la política nacional. Sonaron algunos de sus éxitos como Isa Vs. El Partido Humanista, Amigos del Género Humano y la coreadísima De la Monarquía a la Criptocracia, además de algunos temas, algo menos ruidosos, que formarán parte de su nuevo trabajo.
Para terminar las actuaciones de la primera jornada teníamos en el escenario principal a Justice. El dúo francés nos sacaron a bailar con temas como D.A.N.C.E., Stress, We Are Your Friends, Civilization o New Lands. Si nos paramos a analizar que en su set se dedican a poco más que hacer un poco el paripé y dejarse ver a contraluz, hacer un stop prolongado en un momento culmen (más otro silencio que fue más un fallo técnico que otra cosa) en resumen diremos que nos parecieron divertidos, sin más.
Y con esto dimos por terminada la primera jornada y nos retiramos a reposar todo lo vivido y a descansar para el segundo asalto.
