SoledadVelez

La primera edición del Deleste Festival se ha revelado como una propuesta, ya, de obligado cumplimiento en la Capital del Turia.

Dada la bonhomía climática que se disfruta casi siempre en Valencia, podemos convenir que la levantina es una ciudad idónea para el disfrute musical. Sin embargo, la lluvia hizo acto de aparición el pasado fin de semana. De todas formas semejante imprevisto no evitó que el Espai Rambleta dispusiera sus mejores galas para dar acogida a un nuevo evento musical, el Deleste Festival, que, lo avanzamos ya mismo, se ha convertido en una cita inaplazable para todo buen aficionado a este tipo de celebraciones. No corren buenos tiempos para la cultura y sus múltiples formas de manifestarse, por eso, porque somos conscientes de las dificultades económicas que estamos atravesando, nos congratulamos de que existan colectivos empeñados en sacar adelante ahora mismo proyectos tan interesantes e imperiosos como éste. Valencia necesitaba una propuesta de este calado. 

El Deleste ha surgido con el objetivo  principal de desmarcarse de los grandes festivales, dando importancia sobre todo a la recepción de sus asistentes. La organización ha logrado su reto, pues la cita se ha desarrollado plácidamente, sin agobios, y se ha demostrado la idoneidad del espacio elegido, pues, a pesar del contratiempo meteorológico, el hecho de permanecer todo un día en el Espai Rambleta no ha supuesto deslucimiento alguno al calendario programado.

Dando inicio al repaso de lo que pudimos escuchar,  destacaríamos que el único hecho negativo destacable ocurrió por la mañana, en el espacio matinal gratuito, dispensado para que un buen número de formaciones valencianas aprovecharan la ocasión para darse a conocer. No se trata en absoluto de algo achacable a la organización, sino, ingratamente, queremos lamentar la contrariedad que siempre supone la falta de respeto de determinado sector del público que no guarda el debido silencio y la mínima atención, siempre necesarios para la perfecta escucha de la actuación de turno.

El elaborado intimismo de Soledad Vélez fue una de las víctimas de esta molesta actitud. Su voz apenas sí podía escucharse. De ahí que su directo quedara diluido y mal apreciado. Nos duele este injusto recibimiento, por cuanto la calidad de esta solista nos invita a augurarle un futuro más que prometedor. Seguro que dentro de pocas fechas se encontrará en condiciones de callar las bocas que esa jornada no lo hicieron.

Tórtel son uno de los grupos valencianos con más éxito.  Su pop es fresco, digerible y animoso. Con ellos la mañana se tornó más fortalecida y vinieron de perlas para nuestro apetito. Éste se había abierto y hubo que aplacarlo, pues la tarde se presentaba de previsible maratón: a tiro de piedra nueve conciertos seguidos, que el tino organizativo había procurado no solapar entre sí. Los horarios permitían que el asistente con ganas pudiera disfrutar de todos ellos.

Castlevanians

Los primeros en abrir el programa de tarde fueron los también valencianos Castlevanians, una banda que esta a punto de sacar su primer disco a la luz. En 2010 su calidad convenció a la crítica  con su primer trabajo grabado. Podemos aseverar que su directo está a la altura de esas expectativas. Estuvieron sensacionales; su desgarrado y potente post-rock  impresionó en un Espai Rambleta que resultaba definitivamente ideal para este tipo de contundencias. Esperamos disfrutarlos en más ocasiones.

Una de las bandas nacionales con más progresión en los últimos años es Cuchillo.  El dúo, evolucionado a trío, vino a presentarnos  su nuevo disco Encanto”,  un álbum de perfecta concepción para ser tocado en directo, en el que puede ser apreciada la efectividad y la valía del buen número de matices que aportan a sus canciones. Temas como “La Hierba” “Amapola” y “Hora Bruja” sonaron con fuerza requerida, de ahí que los barceloneses fueran justamente merecedores de la gran ovación con la que fueron despedidos por los allí congregados. 

 TempletontoPor su parte, los cántabros Templeton acreditaron su constante amenidad sobre el escenario.  Su música es feliz y para todos los públicos. Con su nuevo trabajo, “El Murmullo”,  siguen por esa disfrutable estela que tanta fama les ha granjeado. El auditorio estaba ya repleto para ver a una banda que tiene buena acogida en Valencia. No fallaron. Pese a un traspiés rápidamente solucionado con el violín, el grupo confirmó su vitalidad echando mano de un jugoso repertorio. Destacamos “Miedo de verdad y en condiciones”, “Mar Cantábrico”,  “El Cazador” y “Casas de verano e invierno”.

Beach Beach fueron los encargados de abrir el escenario Jagermeister.  Su actuación refrendó lo demostrado en el Primavera Sound y dejó a las claras el porqué de la progresiva inclusión en otros festivales. Ésta no debe extraña ya a nadie. Pues su calidad en directo es abrumadora. Nadie podía esperar que patinaran y ellos no lo hicieron. 

 josh4Uno de los platos fuertes de la noche venia de Texas y no era un taco con chili: era Josh T. Pearson, un altísimo llanero solitario, con barba y traje negro, al que solo le faltaba el sombrero para terminar de rematar esa mítica efigie.  Apareció en el escenario completamente sólo. Sin dejar de ir colocando impagables chistes de “Blowjobs”, el norteamericano no cesó ni un solo momento de concentrarse en lo que mejor sabe hacer: desgranar la rotundidad serena y profunda de su impecable calidez musical.  A Pearson  le bastó el severo bagaje de seis impactantes canciones para demostrar su calmada grandeza. Una voz sugestiva, un dominio total del escenario, el único acompañamiento de su fiel guitarra eléctrica bastaban para meterse en el bolsillo y en la barba a todo el personal. La emoción se podía cortar con navaja vaquera de afeitar. Su actuación sólo puede ser calificada con un único y certero calificativo: inolvidable

Después de un pequeño descanso, salían a escena  Nudozurdo (foto de portada), sin duda una de las grandes bandas del panorama nacional actual. Su oscuro directo sigue destilando  fuerza. En el escenario, los miembros de la banda se encargan de evidenciar la férrea complicidad que les une.  El lógico resultado de ésta es la potencia segurísima de un directo que no defraudó a nadie.  Sus temas son verdaderos himnos. El conocimiento de sus letras por parte de los presentes es casi total.  Resulta muy gratificante compartir esa comunión  en temas como “Mil espejos” o “Ha sido divertido”. No debe extrañar a nadie que ganen adeptos cada vez que tocan. Esa afinidad es una grata noticia para ellos, para los espectadores exigentes y para el mundo de la música. 

 FANFARLOLa apuesta por situar a  Fanfarlo como cabeza de cartel tenía un riesgo: aún no hacía seis meses de la última cita de la banda con el público valenciano. Digámoslo la opción fue todo un éxito. Fanfarlo puede permitirse el lujo de repetir tantas veces como sean reclamados. Quien esto escribe mantiene que son los nuevos Arcade Fire y, claro esta, semejante categoría gusta siempre de ser paladeada.  Fanfarlo propone un directo simplemente sensacional, que no cansa ni a sus maletas.  “Tightrope” “Shiny Things” o “I’m a pilot” nos emocionaron. Nos hubiera gustado escucharlos en el Auditorio, pero, sea donde sea, lo que nos importa es no dejar de poder tenerlos cerca. En ese escenario, creemos,  el concierto hubiera alcanzado categoría de cita memorable.  

Agotadillos, tras doce  horas de conciertos entre  pecho y espalda, nos despedimos del Deleste Festival, una gran cita para la ciudad de Valencia, que, esperamos,  vaya consolidándose hasta convertirse en una convocatoria ineludible para los amantes de la música.

Fotos y texto: Vicent Comes

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