Último día y la sensación es clara, debe mejorar pero aquí hay "manteca"
El último día del festival amanecía con unas pruebas de sonido tanto de Izal como de Lori Meyers que se podían escuchar desde el centro de Gandía. Por fin parecía que los problemas técnicos se habían solucionado y todos esperaban que eso tuviese como resultado una jornada mejor que las dos anteriores y sin duda así fue.
El día empezó con los granadinos de Napoleón Solo, que ya preparan nuevo disco, sobre el escenario de la piscina, con un público que aún estaba despertando de la noche anterior. Poco después Julio de la Rosa hacía lo propio en el escenario principal, derrochando clase y elegancia en cada uno de sus temas.
Y a partir de ahí, comenzaban los platos fuertes del día y ninguno de ellos defraudó. Los primeros en aparecer cuando aún las gafas de sol eran necesarias fueron los chicos de La Habitación Roja que a pesar de los más tempranos, deleitaron con un gran directo. La moneda en el aire, Si tú te vas, Siberia, Indestructibles o El eje del mal fueron varios de los temas con los que los valencianos dejaron el listón muy alto para las bandas que aún faltaban por aparecer.
Xoel López cogió el testigo y arrancó con Buenos Aires y Hombre de ninguna parte que dieron parte del buen hacer del catalán desde su punto de vista musical, tranquilo, profundo y sobre todo muy personal que caló entre todo los allí presentes con cada uno de sus temas.
Tras este pequeño remanso, apareció en escena Izal, claramente la banda del momento en el panorama indie nacional y que no defraudó en su directo. Repasando temas de su último álbum Agujeros de gusano que eran tararearos uno tras otros por los más de 30.000 asistentes que ahora abarrotaban la explanada principal, estos chicos tenían ya al público a sus pies desde antes de empezar y supieron ganárselos más aún con Magia y efectos especiales, Pánico Práctico o su ya habitual cierre con La mujer de verde.
De los madrileños en puro auge, pasamos a una de las bandas más asentadas en la cumbre. Los Lori Meyers, que venían de llenar la Riviera hace unos meses durante cuatro noches consecutivas no defraudaron a sus incondicionales que se agolpaban frente al escenario principal. Ya sin el traje con el que comenzaron los conciertos de su último disco, pero fieles a su puesta en escena llena de semicírculos de colores, los de Loja no sorprendieron, con un setlist que sus seguidores más habituales casi podrían recitar de memoria.
Con la colaboración, ya también habitual de Anni B Sweet en El Tiempo pasará, hubo temas de todos sus discos, destacando la versión alargada que tocaron para Tokyo ya no nos quiere y Luciérnagas y mariposas que se hiló con una versión muy eléctrica de Mi realidad para cerrar el que sin duda fue el concierto más largo y coreado de todo el festival.
Sin duda lo mejor del festival fue el ambiente que se pudo ver en los escenarios del Wanderwall Resort, que a pesar de la infinidad de problemas de horarios y sonidos, supo aguantar y disfrutar de los conciertos. Cierto es que en las primeras ediciones siempre se perdona cierta descoordinación desde la organización, pero fueron tal vez demasiados los puntos a mejorar, que esperamos que no se repitan en la próxima edición, que queremos que llegue, ganando en variedad de grupos, calidad de sonido y nuevos adeptos al sansan.