Un BBK de Sold Out
Será justo o no, será comprensible o no, pero lo innegable es que si esta edición ha conseguido colgar el cartel de “no hay billetes” es porque ya, el Bilbao BBK Live se ha convertido en un evento de asistencia masiva obligada y quizás entre lo más llamativo a nuestra percepción es que la afluencia de público de fuera de nuestras fronteras va en aumento. ¿Bueno o malo? El tiempo lo dirá, aunque la cantidad de gente haciendo botellón a la entrada y salida da pistas. La queja recurrente de los autobuses y accesos se hace un clásico, pero de eso deberían opinar sobre todo los asistentes a un camping que presentaban una cola inmensa a la subida al Kobetamendi. Pero bueno, vamos a lo que nos hizo subir allí.
Para darnos la bienvenida, estaban los británicos White Lies, aquellos que cuando ‘Death’ comenzaba a sonar por la red sin tener ‘To Lose My Life’ (2009) aún editado dejaban patente el estilo que marcarían. Pero bien fuera por el Escenario Heineken (sigue faltando intensidad de sonido en algunas actuaciones) o bien por una actitud algo insulsa, la banda no pareció hacer comunión con la mayor parte de los allí congregados. Cierto que ‘To Lose My Life’, ‘Farewell to the Fairground’ y especialmente la mencionada ‘Death’ y ‘Big TV’ sonaron contagiosas y potentes, pero igual fueron más las ganas de sentirlas así que lo que realmente llegaron a mostrar.
Tampoco es que lo que nos esperaba después fuera lo más deseado, pero hay que reconocer que puso todas las ganas que tenía y le quedaban sobre el escenario, al que salió con una vestimenta que bien rememoraba al gran ‘Jacko’. John Newman es de esos artistas que se encuentra entre la radiofórmula y lo comercialmente aceptado de lo moderno. Y lo que consigue con sus hits (que lo son) ‘Cheating’ o ‘Love Me Again’ es revolucionar una explanada tan grande como la del Escenario Bilbao cuando más se necesita para no decaer. Ahora, ¿lo habríamos echado en falta? Posiblemente y sabiendo quienes han pasado por ese lugar, no.
Unos que ya pasaron y que esta vez les tocó defenderse en el pequeño son esos madrileños que, le pese a quien le pese, saben actuar como verdaderos gigantes. Quien escribe admite ser uno a los que les pesaba eso de Vetusta Morla, pero sería necio no rendirse a la obviedad. Son el grupo del momento, sabiendo hacerlo con profesionalidad, melodías y unas letras bien trabajadas. Sin condimentos de escenografía. ‘La Deriva’ o ‘Fuego’ mostraron esta nueva etapa, sin faltar los grandes momentos del pasado como la emotiva ‘Copenhague’, ‘Un Dia En El Mundo’,’Valiente’ o la guinda épica de ‘Los Días Raros’. Tendrán hordas de fans, sí, pero se lo han ganado. Y con total merecimiento.
Eso mismo consiguieron Kapranos y los suyos. Me refiero a las hordas de fans y con todo merecimiento en su día, pero la calidad de los discos ha dado un bajón y lo que nunca pensaría que lo hiciera es su directo. Yo tampoco me creo que escriba esto, pero es el peligro de haberlos visto en innumerables ocasiones. El papel de cabeza de cartel de Franz Ferdinand en Kobetamendi quedó reducido a “nos faltan revoluciones”. Daban ganas de responder a ‘Do You Want To?’, porque no, no tuvimos suerte e incluso ‘This Fire’ parecía bajo control todo el tiempo para cerrar la actuación. Uno mira el setlist y ve la cantidad de tralla soltada (‘Dark of the Matinée’, ‘Right Action’, ‘Ulysses’ o la incombustible ‘Take Me Out’) y piensa ¿Qué está fallando? ¿Será la edad o es que han caído en el acomodo de los grandes del rock a causa del desgaste? Dejemos que ellos, en la próxima, nos respondan.
Phoenix sin embargo comenzaron su repertorio con una potencia abrumadora. ‘Entertainment’ es un trallazo por toda la escuadra para empezar, ‘Lisztomania’ y ‘Long Distance Call’ saben mantener el auge y cuando llegas a la cumbre, cuidado, porque empieza a llover y se te puede ir de las manos. Quizás fueron de más a menos, quizás por el comienzo incontestable o quizás por los factores que rodean. A uno se le ablanda el corazoncito con ‘Rome’ y se le acelera con ‘If I Ever Feel Better’, pero la bajada rítmica fue muy evidente para una banda que luchó contra un escenario y una climatología adversa. Hoy se puede afirmar que merecieron pasar por el grande donde, seguramente, el resultado habría sido muy distinto. Aun así, de lo mejor de la noche.
Quienes sí pasaron por el Bilbao fueron unos Crystal Fighters ataviados de indios, chamanes o lo que quiera que fuera aquello; daba igual porque el éxito lo tenían casi en el bolsillo. Y digo casi porque fueron eficientes, bailables y supieron retener a la gente hasta casi el final del show, pero no hubo unanimidad final. Buena parte del éxito lo tienen el fulgurante inicio con ‘Solar System’, la más que coreada ‘Love Natural’ o ‘I Love London’. Dejaron el listón alto para sus fans, cerraron de un gran modo la primera velada en el escenario y dieron paso a dos grupos nacionales que regalaron opiniones muy diversas.
Dorian supo controlar los tiempos, mostró templanza y seriedad a altas horas de la mañana. Era evidente que la renovada Carpa Sony –llámenme romántico, personalmente prefería la anterior- se caería cuando ‘Cualquier Otra Parte’ sonara, quizás eso no sorprendería tanto como la vestimenta de Marc sobre las tablas, pudiendo decir que estaba defendiendo a capa y espada su propuesta. Cosa que no podrán ni balbucear Los Pilotos o, al menos, no por lo de aquella noche. Banin y Florent demostraron que quizás tira más el grupo del que provienen que el grupo que son como para ir a verlos. Pero bueno, una mala noche la tiene cualquiera y para nosotros con esta incursión fallida llegó a su final con la sensación de que en líneas generales se presentaba mejor de lo que finalmente fue.