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Sinfonías de cine

Tras su citas en Madrid, Ceuta y Bilbao, el FILM SYMPHONY ORCHESTRA TOUR 2014 recaló anoche en Valencia. Dirigida por Constantino Martínés-Orts, esta singular orquesta llegó en honor de multitudes a un Palau de la Música en el que, desde hace mucho tiempo, no quedaba una sola localidad por vender. De hecho, la rapidez con la que las entradas fueron adquiridas ha obligado a la formación a volver a la capital del Turia para concluir la gira el próximo 5 de diciembre.

La Film Symphony Orquestra (FMO) pretende llenar un oneroso hueco en el panorama musical sinfónico contemporáneo: tratar de ampliar los espacios dedicados a la música sinfónica clásica a la música compuesta para el cine. Con ese ánimo, se presentan con un ambicioso programa en el que se dan cabida una atractiva mezcla de épocas, compositores y estilos compositivos.

El programa del concierto lo integran dos partes. La primera la constituyen nueve piezas; la segunda, ocho. Ante un público que desde el principio mostró su más entregado entusiasmo y, sobre todo, apoyado en la magnífica sonoridad que depara la sala José Iturbi del Palau, el maestro Martínez Orts aplicó su briosa, vehemente e inquieta batuta para que todos ellos refulgieran dentro del recinto con la energía con la que cada una de las composiciones interviene en el film para el que fue compuesta. 

Así pudimos disfrutar de piezas tan reconocibles y fundamentales como la Suite de Max Steiner para LO QUE EL VIENTO SE LLEVÓ, el tema de EL ÚLTIMO MOHICANO, de Trevor Jones, la obertura de Maurice Jarre para LAWRENCE DE ARABIA, el tema “El Amor de una Princesa” de James Horner para BRAVEHAEART, la suite de Howard Shore para EL SEÑOR DE LOS ANILLOS, el “Desfile de Áurigas” de Miklos Rozsa para BEN HUR, la suite de Elmer Bernstein para LOS SIETE MAGNÍFICOS o el final de LA GUERRA DE LAS GALAXIAS: UNA NUEVA ESPERANZA, de John Williams. Dentro del notable nivel exhibido, destacaron todas estas y también la valentía y la difícil precisión con la que fueron brindadas piezas tan arriesgadas como el tema de ORIGEN compuesto por Zimmer. 

En un concierto que no bajó jamás de lo impecable,P1560276 cabe reconocer que las piezas más apetecibles fueron las provenientes del talento de los compositores más clásicos. Disfrutar de Steiner, de Jarre, de Rozsa o de Bernstein supuso un enorme placer puesto que la naturaleza abiertamente sinfónica de estas piezas permitía a la orquesta lograr una perfecta simbiosis entre la partitura original, el recinto en el que era ejecutada y el recuerdo de aquellas en el tímpano del espectador.

De hecho, si algún reparo se le puede buscar a la velada es la elección de los temas. En modo alguno su puesta en escena. Resulta obvio que el programa abusa de John Williams e incluye a dos temas de Alan Silvestri en detrimento de la ausencia de nombres tan fundamentales como Jerry Goldsmith, Bernard Hermann o James Newton Howard, como contemporáneos de la talla de Alexadre Desplat, o maestros europeos como Nino Rota o Ennio Morricone. El afán por la fácil asimilación, quizás, prima sobre la oportunidad de rescatar piezas fundamentales menos conocidas. Sólo así cabe entender la inclusión de piezas tan poco pertinentes como las de la cabecera de la serie de JUEGO DE TRONOS. Sin embargo, el éxito del concierto es incuestionable. Así lo demuestra la exigencia de hasta cuatro bises y la gran ovación con la que fue despedida esta orquesta tan singular como necesaria. Los maestros de las bandas sonorar para el cine merecen este tributo y muchos más.

(Fotos de Manuela Picazo)

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