Madrid recibía por primera vez la genuina voz francesa de Isabelle Geffroy, Zaz, incluida en la cuidada programación del Madgarden Festival, donde compartía cartel con voces de la talla de Yann Tiersen, Madeleine Peyroux o Melody Gardot entre otras.
La fama y el reconocimiento de la artista nacida en Tours no han parado de crecer desde que en 2010 apareciese con su primer disco homónimo y su tema Je Veux, que ya se ha convertido casi en un himno más allá de las fronteras galas
Con las últimas luces de la tarde y cuando aún las nubes amenazaban con tirar por tierra esta jornada del Madgarden, comenzó el concierto de Sandra Carrasco, desconocida para muchos, pero que encandiló a todos con temas propios y ajenos, que supo llevarse a su terreno. Envidia, Piel Canela o Sabor a mí fueron algunos de los temas que sonaron y más gustaron y que repetirá con toda seguridad en la Sala Galileo a mediados de Agosto, donde será ella la única protagonista.
Con la noche ya cerrada sobre el Jardín Botánico de la Universidad Complutense, la trompeta de Philippe Slominsky, que estuvo sublime durante todo el espectáculo, se presentaba solitaria bajo un único haz de luz en el escenario, ejerciendo de alfombra roja por la que desfilaron uno a uno los músicos que arroparían a Zaz, que, en último lugar, apareció con su energía habitual y dio comienzo su show con Les Passants .
En la primera parte de su setlist le cantó a París, con temas como Les prénoms de Paris, Dans mon Paris, Oublie Loulou, Paris sera toujours Paris o Sous le ciel de Paris se llevó al público a las calles que surcan Montmartre, con un jazz callejero, gypsy-jazz, fresco, natural , envuelto en una voz que conserva la originalidad que muchas veces la fama hace que se difumine y que podría confundirse con uno de los instrumentos de su banda, una de las sorpresas de la noche, acompañantes de lujo de altísima calidad a los que se unió fugazmente el violinista Raúl Márquez para acompañarles en uno de los temas.
El escenario se redujo a la voz francesa acompañada por uno de sus guitarristas y el imponente contrabajo de Ilan Abou para tocar Port Coton, sublime balada llena de emoción. Está claro que la conexión de esta mujer, a la que algunos comparan con Édith Piaf, con el público genera una magia especial.
Sonaron tras la balada Si y La fée ya prácticamente en la mitad del espectáculo, que tuvo su culmen cuando el soniquete con el que empieza Je Veux empezó a sonar y la energía de los asistentes se multiplicó, bailando y cantando a duo con ella mientras animaba a todos saltando y jaleando que no parasen de cantar, Zaz en estado puro.
Para bajar este subidón, otra balada, Eblouie par la nuit, interpretada con igual dulzura, jugando con los colores y la potencia de su voz que se mezclaba entre la música de la banda, firmando uno de los mejores temas del concierto.
En este punto, Zaz desapareció de escena, y la banda aprovechó para demostrar lo que ya había quedado pantente, un virtuosismo instrumental y un sentido musical y del ritmo apabullantes, que hizo que la espera pasara en un abrir y cerrar de ojos en el que la artista gala apareció de nuevo tras un cambio de vestuario que retaba a las supersticiones teatrales con un vestido amarillo que marcaba más si cabe su enorme presencia en escena.
Con energías renovadas, se encauzaba el último bloque del concierto, donde hubo mucha más interacción con la banda y con los allí presentes e improvisación para dar un toque distinto al directo respecto a los trabajos de estudio, en temas como Laissez-moi , On ira o La parisienne, algo que el público disfruta y agradece. Hubo hueco en esta parte para piezas instrumentales, la guitarra como protagonista en Historia de un Amor y el teclado en Afternoon in Paris.
La vie en rose, incluida en su segundo trabajo Recto Verso, fue el tema encargado de cerrar este concierto, conciertazo, que aunque en sus últimos compases fue perdiendo fuelle, difuminándose, no empañó un recital tremendo en el que pudimos disfrutar de una de las mejores y más versátiles artistas del momento en el mundo del jazz, del blues y seguramente de cualquier estilo que se le ponga por delante.
Será su sencillez, será su naturalidad, su fuerza, será el idioma del amor, serán su melodía, sus letras, sea lo que sea Zaz genera un torbellino que te abraza, te abduce y difícilmente te deja escapar de su música.
Foto tomada para CambinaPop por Sara Gel