Profesor Lazhar Cartel1

Título: Monsieur Lazhar

Año 2011

Duración 94 min.

País Canadá

Director Philippe Falardeau

Guión Philippe Falardeau

Música Martin Léon

Fotografía Ronald Plante

Reparto Mohamed Fellag, Sophie Nélisse, Émilien Néron, Marie-Ève Beauregard, Vincent Millard, Seddik Benslimane, Louis-David Leblanc, Danielle Proulx, Brigitte Poupart, Jules Philip, Louis Champagne, Daniel Gadouas, Francine Ruel, Sophie Sanscartier

Productora micro_scope

Valoración 8

Gratísima sorpresa la que nos proporciona esta sensible y emotiva cinta canadiense. Su realizador, Phillippe Falardeau consigue solventar con asombrosa delicadeza y con manifiesto aplomo el mayor de los riesgos emplazados por este tipo de producciones que desarrollan su argumento abordando de forma frontal ese complejo panal de experimentaciones, vivencias e interrelaciones que es el universo escolar: la blandura y el abandono a la facilona inercia de las buenas intenciones.

PROFESOR LAZHAR sortea ese abominable ramplonerismo telefílmico aferrándose a tres bazas estructurales, mediante las que cercena sin aspaviento alguno cualquier atisbo de esa fatalidad. El film cuenta con un guión admirable que sabe desmarcarse sigilosamente de lo previsible, con un pulso escénico que logra hacer transparentes todas las virtudes acumuladas en aquel, y, finalmente, con una prodigiosa naturalidad actoral que, a todas ellas, sabe pincelar en la gran pantalla.

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Un luctuoso acontecimiento origina el relato. Una inesperada y brutal fatalidad conmociona las aulas de un instituto escolar, sito en Montreal. La dirección del centro no logra suplir la vacante que ha dejado una de las docentes de primaria. De súbito, al despacho de la directora llega un profesor argelino que muestra un enorme interés en hacerse cargo de ese grupo de alumnos. Ella acepta la demanda de ese educado maestro, cuyo nombre es Bachir Lazhar.

El film, por lo tanto, partiendo de semejante punto de partida, pudiera parecer que no es sino una de esos múltiples ejercicios en los que lo fundamental es la narración de los problemas del educador ante un colectivo de preadolescentes, y su progresiva y trillada superación. Lo notable en PROFESOR LAZHAR es que sí, pero, mayormente, no. Como ha quedado referido con anterioridad, aquí partimos de un trabajo en la escritura del film que se desmarca cautelosa y sugestivamente de ese socorrido monolitismo argumental.

Basado en la obra de teatro escrita por Évelyne de la Chenelière, el excelente guión cinematográfico de la misma corre a cargo del propio Phillippe Falardeau. En él, como es obvio, se aborda el proceso de adaptación de Lazhar a la cotidianeidad escolar del grupo de alumnos que caen bajo su tutela. Sin embargo, el material escrito permite que ese no sea el único foco de atención que desarrolle el relato. El film enriquece ese elemento medular apurando otros aspectos que presta, fundamentalmente, las características del maravilloso personaje central.

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La particularidad de Lazhar dirime dos hondas incertidumbres al relato: una, la que aporta sus dificultades, en tanto que profesor venido de latitudes educativas completamente distintas a las que debe hacer frente –entrañable, sagaz, su defensa de Balzac-, y, otra, la que, con un impecable sentido de la dosificación de la información, atañe a los aspectos personales de su propia biografía. El profesor (sensacional Mohamed Fellag) viene acompañado de un misterio que la narración va a ir solventando poco a poco, haciendo saber al espectador algunos datos que no manejarán el resto de personajes.

A todo esto cabe añadirle un tercer interrogante argumental que también cobra un peso sabiamente incorporado por la prudencia del guión y por la mesura emocional con la que el realizador observa la multitud de detalles narrativos que impone la base coral del film: el peso de la ausencia de la maestra a la que sustituye Lazhar.

Lo que en otro ejercicio menos pudoroso hubiere podido desbarrar por el terreno de la trampa psicológica aberrantemente chusca, aquí da paso a una aguda reflexión sobre la hondura que determinados acaeceres produce en quienes están situados cerca de esa onda expansiva: la ausencia definitiva y la inútil búsqueda a una respuesta a esa sinrazón. La presencia de ese vacío condiciona la descripción de todos los alumnos, haciendo que ésta no sea un mero repaso unidireccional de especificidades.

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No nos hallamos ante el típico surtido de tópicos (el alumno listo, el tonto, el pícaro, el pelota, el gamberro), sino a una suma de especificidades, agudamente contempladas desde el prisma extrañado, desconocedor, distinto, de un profesor que debe suplir la influencia de otra. Impecable, lúcida y emotivísima, no podemos dejar de destacar la cercanía con la que se acompañan los perfiles de Alice y de Simon.

PROFESOR LAHZAR, defendida con una serena nitidez por la honestidad, el decoro y el tacto de su director, irrumpe a ojos del espectador en forma de elogio de los profesionales de la enseñanza. No nos hallamos, en modo alguno, frente a una semblanza ejemplificadora o heroizante, sino ante un hermoso tratado de lo que significa la palabra enseñar, de la ardua templanza que deben poseer quienes sienten la vocación de conjugarla, y de lo fácil que muchas veces resulta ponerla en cuestión (soberbio desenlace, que está a la altura del valiente desmarque melodramático que impone todo el film). PROFESOSR LAHZAR es, en el fondo, el severo retrato de un honorable, que lleva las ansias de esa vocación hasta sus últimas consecuencias.

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