Título John Carter (John Carter of Mars)
Año 2012
Duración 132 min.
País USA
Director Andrew Stanton
Guión Michael Chabon, Andrew Stanton, Mark Andrews (Novela: Edgar Rice Burroughs)
Música Michael Giacchino
Fotografía Daniel Mindel
Reparto Taylor Kitsch, Lynn Collins, Willem Dafoe, Bryan Cranston, Mark Strong, Thomas Haden Church, Samantha Morton, Ciarán Hinds, Dominic West, Polly Walker, James Purefoy, Jonathan Hyde, Daryl Sabara
Productora Walt Disney Pictures
Valoración 1
Hace pocas semanas que saludábamos una significativa novedad dentro de la trayectoria de un joven cineasta. Brad Bird, el creador de magníficas películas de animación (EL GIGANTE DE HIERRO (1999), LOS INCREIBLES (2004) y, fundamentalmente, RATATOUILLE (2007), daba el salto a una producción rodada con actores de carne y hueso. El resultado ha sido la nada despreciable MISIÓN IMPOSIBLE IV: EL PROTOCOLO FANTASMA.
Lo mismo sucede ahora con otro de los más grandes realizadores que el formato de los dibujos animados posee en la actualidad. Nos referimos Andrew Stanton, el mago del 7º Arte que ha sido capaz de esas maravillas de la prestidigitación cinematográfica llamadas BUSCANDO A NEMO (2002), WALL-E (2007) y toda la saga TOY STORY.
Había muchas expectativas puestas en lo que Stanton pudiera hacer con la adaptación al cine de “Una Princesa de Marte”, la primera de las novelas marcianas de Edgar Rice Burroughs. Walt Disney había dispuesto para la ocasión un gran presupuesto. Sin embargo, nada ha podido evitar que el proyecto haya culminado convertido en un morrocotudo disparate. A Stanton no le ha ido nada bien con el cambio de materia prima.
JOHN CARTER narra las curiosas peripecias de un rico aventurero virginiano que, nada más comenzar el film, aparentemente, muere en unas extrañas circunstancias. Su abogado llama a un sobrino, a quien le es notificada la voluntad de su tío: será él quien se haga cargo de toda su gran fortuna. En una especie de diario, el sobrino se apresta a conocer toda la verdadera historia de John Carter.
A partir de ese momento, la trama se adhiere al enorme flash back, mediante el cual intentará esclarecerse una serie de prodigiosos hechos. La lectura del joven será la que estructure el itinerario del relato. Nos hallamos, pues, ante una suerte de biografía póstuma que el autor ha dejado dispuesta para que su heredero tenga conocimiento de unos inesperados acontecimientos pretéritos.
Las memorias del difunto nos llevan hasta un insólito viaje interplanetario. Tras una emboscada con unos indios, John Carter, dentro de un profundo hueco montañoso, entra en contacto con una realidad oculta que lo transporta hasta Marte. Allí se verá inmerso en una intensa batalla, dirimida por los dos pueblos más importantes del planeta.
La principal rémora que hace de JOHN CARTER la tremenda insulsez en la que muy pronto cae abatido es la nula pericia de su realizador para intentar conformar una historia interesante. El film es anodino desde su mismo inicio. Pese a la gran parafernalia escenográfica que exhibe, éste no es capaz jamás de salir de una lastrante apatía narrativa.
Se nota el intento de haber intentado una suerte de relato clásico, exótico, en el que los efectos especiales no sean el único reclamo del producto. Sin embargo, el intento se da de bruces con un gris compendio de lugares comunes a cada cual más simple, más previsible y más caducado.
No hay un solo atisbo de originalidad o de riesgo. Se tiene la sensación en muchos momentos que el film no tiene voluntad desmarcativa alguna a la que aferrarse. De ahí que ni la carísima producción emplazada despunte el más mínimo deslumbramiento. Es más, no luce como debiera. La atonía es tal que la película se diría una producción de encargo hecha a base de restos anteriores.
JOHN CARTER se postula como un mal bótox de la última trilogía de LA GUERRA DE LAS GALAXIAS. Por tanto, podemos convenir en dictaminar que es una operación bien hecha, lo que una cara bonita a lo que le han dejado a Ana Torroja en calidad de rostro.
Ni el diseño de las espantosas criaturas alienígenas seduce, ni el planteamiento de unas vulgares secuencias de acción aporta intensidad, ni el perfil de los personajes permite una sola inquietud. La función es más simple que el mecanismo de una bragueta. El film es que, además, se deja la marca de la gota del pipí en ese punto del pantalón en la que a todos los torpes se nos nota que nos hemos meado.
Vista, se comprende el astronómico fracaso comercial con el que se ha saldado la operación. Esperemos que no sirva para negarle a Stanton un retorno al departamento de producción del cual no hubiere debido salir nunca. JOHN CARTER ni siquiera tiene categoría de megalómana desproporción fallida. Tampoco de pesadilla. De asemejarse a algo, en todo caso al sueño decepcionado de un papel higiénico al que le acaban de hacer un marrón en toda la higiene.