Título: Snow White and the Huntsman
Año 2012
Duración 127 min.
País USA
Director Rupert Sanders
Guión Evan Daugherty, Hossein Amini (Cuento: Hermanos Grimm)
Música James Newton Howard
Fotografía Greig Fraser
Reparto Kristen Stewart, Charlize Theron, Chris Hemsworth, Sam Claflin, Ray Winstone, Ian McShane, Eddie Izzard, Bob Hoskins, Toby Jones, Eddie Marsan, Stephen Graham, Nick Frost, Joey Ansah
Productora FilmEngine / Roth Films / Universal Pictures
Valoración 5
La tentación de manipular ciertos clásicos literarios es tan vieja como la propia existencia del Séptimo Arte. De entre todas las variantes que pueden adscribirse a esta habitual operación artística, la aproximación al terreno de los cuentos infantiles quizás sea una de las más frecuentadas. En la presente temporada, por ejemplo, estamos viviendo una verdadera euforia creativa en torno a uno de los más populares referentes ideados por ese fértil paraje imaginativo que es el universo de relatos concebidos por los hermanos Grimm.
Hace un par de meses BLANCANIEVES (MIRROR, MIRROR), de Tarsem Singh dio el pistoletazo de salida a este desmedido furor para con la niña guapa del bosque, malquerida y envidiada por la bruja con espejito pelota, borde y sentenciador de bellezas. La propuesta resultó ser un merengazo audiovisual delirante, más empalagoso que una sangría de petazeta y gominolas. Próximamente, tendremos en nuestras pantallas el esperadísimo experimento que Pablo Berguer ha hecho en BLANCANIEVES: un acercamiento sin diálogos, con imágenes rodadas en blanco y negro, a tan venerada figura.
Ahora es el momento de dar cuenta de BLANCANIEVES Y LA LEYENDA DEL CAZADOR, una osada reinterpretación del clásico, dirigida por el desconocido Rupert Sanders. Y decimos osada, pues, desde el primero de sus planos, el espectador advierte que la versión de la que va a ser testigo dista mucho de tener como referente a la legendaria cinta de Walt Disney (BLANCANIEVES Y LOS SIETE ENANITOS, 1937).
El film de Sanders fundamenta su pertinencia en la refundación total de la historia prestado por los hermanos Grimm. Nos hallamos frente a una relectura comteporanizante que intenta hurgar en el lado más oscuro, perverso, maligno y aventurero del emérito original. De alguna forma, se intenta acercar el mito de Blancanieves a toda la corriente de films que han seguido la estela fantasioso-siniestra iniciada por la trilogía de EL SEÑOR DE LOS ANILLOS efectuada por Peter Jackson.
Esto se hace patente en la textura cromática privilegiada durante todo el metraje del film. El gris plomizo empleado por la fotografía dista mucho del delirio colorista al que nos había acostumbrado Walt Disney. Toda la puesta en escena abunda en esa escenificación enlodada, tétrica, quasi-terrorífica que podíamos adscribir al género de la ficción legendaria de cariz combativo, propio, por ejemplo de los films basados en argumentos bélico-medievales.
Tampoco debe de extrañar, por tanto, que el proyecto de Sanders, como primera decisión importante en la trama, decida ahondar en el eterno conflicto bondad/maldad potenciando, indagando, arrimando su interés a la figura de la villana, la reina Ravenna. Esto queda explicitado en el protagonismo que le es otorgado a ésta en el primer tercio del film y que intenta describir el ansia desmedida del personaje por el logro de la eterna juventud y por la belleza sin rival.
Desde luego, lo que no podemos dejar de reconocerle a la presente propuesta es cierto rigor en su desmarcante intención. El film no es un mero requiebro ensombrecedor del mito, sino que se constata la seriedad de la intentona. El problema fundamental del BLANCANIEVES Y LA LEYENDA DEL CAZADOR es lo excesivamente plano del desarrollo del conflicto argumental sobre el que se sostiene la interesante reinterpretación.
Al film le falta una trama mucho más compleja que fuese a la par de la excelente factura técnica y visual con la que está pergeñado. Pesa gravosamente el estancamiento al que se condena a Ravenna una vez ha sido descrita la voracidad endiablada de sus propósitos, la tibieza raquítica con a que se despacha a Blancanieves y lo desorientador del largo periplo de ésta y sus acompañantes hasta el castillo del noble rival de la bruja.
Hay una acumulación de acontecimientos que no aportan desarrollo alguno a la toma de postura de unos personajes monolíticos en exceso: el evidente progreso a heroína que se le quiere acoplar a la figura de Blancanieves aparece mostrado más a capricho de escritura que justificado por la deriva del relato. No son de recibo algunas soluciones argumentales como la mutación de la bruja en la escena de la manzana.
Esta irregularidad hace mella en el reparto. A una perfecta Charlize Theron no le resiste la descafeinada vaguedad gestual de Kristen Stewart, esa actriz con eterna expresión de espera Predictor, que uno no sabe si interpreta o se está tomando un sobre de protector estomacal. Por su parte, Chris Hemworth se muestra tan pertinaz como siempre exhibiendo su excelsitud para hacer de martillo.
Amena sin insultar a nadie, la película de Sanders entretiene sin gloria, pero tampoco sin pena. Simplona y masticable. Una película Sugus.