Título: Gangster Squad
Año 2013
Duración 113 min.
País USA
Director Ruben Fleischer
Guión Will Beall (Libro: Paul Lieberman)
Música Steve Jablonsky
Fotografía Dion Beebe
Reparto Josh Brolin, Ryan Gosling, Nick Nolte, Emma Stone, Sean Penn, Robert Patrick, Michael Peña, Giovanni Ribisi, Anthony Mackie, Mireille Enos
Productora Langley Park Productions / Lin Pictures
Valoración 4.5
GANSTERS SQUAD es la historia de un amago, de un tímido fulgor rápidamente convertido en esa recauchutada confluencia de lugares comunes que es el arquetipo convertido en material plastificado. Ruben Fleischer, creador de la más que simpática BIENVENIDOS A ZOMBIELAND, lo intenta, da fugaz propósito de emprenderlo con firmeza, pero no puede. La tarea de homenajear o poner al día un género tan difícil como es el cine negro gansteril le viene muy grande, de ahí que, pese a un inicio bastante prometedor, su tentativa concluya genuflexionada ante la evidencia de la infructuosa facultad del empeño.
Los Angeles, 1949. En la gran urbe californiana campa a sus anchas el imperio del delito. Nada ni nadie le puede toser su maligna influencia a Mickey Cohen, el gánster que controla todas las actividades delictivas allí sin temor alguno a que bandas de otras capitales traten de arrebatarle ese poder. Ni siquiera las autoridades policiales y judiciales se atreven a ponerse manos a la obra con respecto a su detención. Fundamentalmente porque el gánster ya se ha encargado de untar con dólares, privilegios y placeres a los mandatarios de esas instancias. Vista esa flagrante y nociva inactividad, un grupo de hombres intachables es convocado por el jefe Parker para que, saltándose las normas más elementales de actuación legal, traten de que ese caos delincuente concluya, deteniendo, sea como sea, al famoso e inatacable capo. Al frente de esa unidad se sitúa el firme y eficaz sargento O´Mara.
Basta este mínimo resumen del planteamiento narrativo desde el que parte el devenir argumental del film para darnos cuenta de que GANSTERS SQUAD convoca a la totalidad de los elementos dramáticos propios del cine negro de los años 40 y 50: mafiosos y policías enfrascados en un continuo rifirrafe violento, el poder del bien enfrentado a un mal enquistado cómodamente en el lado oscuro de la ciudad, las contradicciones del estamento legal en su pugna contra la gangrena todopoderosa de la ilegalidad vigente. El grupo de personajes convocados, incluidos el de la “femme fatale” y el de la entregada esposa del comisario íntegro, atienden a la personificación de todas estas premisas clásicas e imprescindibles.
De hecho, Fleischer se muestra muy solvente tanto en la presentación de todos ellos como en la escenificación del conflicto central que tratará de desarrollarse posteriormente. Las primeras secuencias, mediante una elegante utilización de la cámara y una efectiva utilización de los diálogos, zanjan de manera positiva y ágil tesituras como la crueldad inherente al carácter de Cohen, la implicación profesional de O´Mara, el grado de corrupción política y estamental controlado por el gánster, o la atracción del sargento Jerry Wooters por la atractiva Grace Faraday, la chica de Cohen.
Sin embargo, una vez queda planteado el secreto plan policial el film comienza a despeñarse por el camino del mecanicismo más elemental. Da la impresión de que la baza que favorece a los policías dentro del entramado argumental del film se torna fleco contraproducente para la consistencia de todo él. La tesitura de que el grupo de O´Mara deba aprovechar al máximo la ventaja que le proporciona el hecho de que el mafioso y sus esbirros no sepan quienes son ese grupo de hombres que está minando sorpresiva y abundantemente sus intereses cuaja en un principio una intensidad escénica que se diluye ostensiblemente al convertirse ésta en la única línea argumental explorada por el film.
Debido a esta exagerada unidireccionalidad, la película de Fleischer cae presa de una simpleza expositiva que pone en evidencia la escasa entidad de la operación evocativa pretendida. GANSTERS SQUAD se agota por causa de un guión que se hace muy cómodo al amparo de esa misma evocación. De ahí que muy pronto los elementos que la integran finiquiten su autenticidad en beneficio de un sometimiento reductor, facilón, haragán, que anula la verosimilitud de todo el artefacto. La película muta en el plástico souvenir que pretende emular, imponiendo secuencias tan lamentables como la del asalto al edificio en el que Cohen tiene montada su guarida.
GANSTERS SQUAD no es sino la demostración de que asumir la tarea de rescatar alguna de las páginas más gloriosas del cine norteamericano no es tarea fácil. Más aún cuando viene maquinada evitando la premisa principal desde la que surgía ese género: la de significar la complejización del mal mediante un entramado argumental lleno de perversas filigranas vengativas, ansiosas, intencionadas y aviesas que toleraban cualquier vehículo para la malevolencia que no fuera el de la frivolidad. GANSTERS SQUAD es trivialmente frívola: ahí está la clave de su impoluta, bien vestida y planchada insignificancia.