The Grandmaster 2013 Imagen 5

Título original: Yut doi jung si (Yi dai zong shi) (Yidai zongshi) (The Grandmasters) (The Grandmaster)

Año: 2013

Duración: 130 min.

País: Hong Kong Hong Kong

Director: Wong Kar-Wai

Guión: Wong Kar-Wai, Xu Haofeng, Zou Jinzhi (Historia: Wong Kar-Wai)

Música: Shigeru Umebayashi

Fotografía: Philippe Le Sourd

Reparto: Tony Leung Chiu Wai, Zhang Ziyi, Zhao Benshan, Chang Chen, Brigitte Lin, Zhang Jin, Song Hye-kyo, Wang Qingxiang, Cung Le, Lo Hoi-pang, Liu Xun, Leung Siu Lung, Julian Cheung Chi-lam

Productora: Coproducción China-Hong Kong; Block 2 Pictures / Jet Tone Production / Sil-Metropole Organisation / Annapurna Pictures

Nota: 7.8

El magistral creador de DESEANDO AMAR ha decidido dar un giro radicalísimo a su trayectoria. Tras la cuestionada deriva que supusieron 2046 y MY BLUEBERRY NIGHTS, Wong Kar Wai se ha embarcado en la ejecución de un curioso biopic, que gira en torno a una de las figuras claves del arte marcial del pasado siglo XX: el maestro Ip Man, reconocido mentor, entre otros muchos discípulos más, del mítico Bruce Lee.

Pese a que el género de las artes marciales no es nuevo para el hongkonés (ahí está ASHES OF TIME y su posterior reedición), no deja de estar justificada la enorme curiosidad que despierta este evidente viraje artístico, dentro de la obra de uno de los estetas más nobles que conoce el cine contemporáneo. THE GRANDMASTER, sobre el papel, despierta un buen número de curiosidades, pues el desplazamiento genérico desde un film como MY BLUEBERRY NIGHTS hacia el que ahora comentamos es cuanto menos forjador de no pocas intrigas… ¿Habrá sido capaz el realizador de no sucumbir a los imperativos coreográficos, violentos, superficiales y delirantes a los que nos tiene acostumbrado este tipo de legado asiático? La respuesta, afortunadamente, es no.

THE GRANDMASTER, sabedor de la encrucijada de corpus que plantea, es un film que tiene la valentía de aprovecharse de esas numerosas costuras que lo hilvanan. Desde el primero de sus planos, se pone en evidencia un atractivo combate, que no es el que dirimen sus personajes dentro de ella, sino el que pone en litigio la voluntad autoral del creador y las reglas inherentes al producto en el que ha decidido inmiscuirse.the-grandmaster-2013-imagen-9

El hipnótico fluido de imágenes que propone no es sino el fruto, el fogonazo, la candencia de la fértil y desequilibradora pugna entre la flagrante disimilitud de esas dos voluntades convocadas: la de quien no está dispuesto a dejarse arrollar por la dificultad de la empresa y la de los obstáculos dirimidos por ésta. El director asiático, de esta forma, sabe apropiarse de un género al que conmueve medularmente sometiéndolo al mandato de su humedecida, cimbreante, lascivamente frágil predilección expositiva.

De resultas, los mejores momentos de THE GRANDMASTER son aquellos –los más- en los que sale vencedor el afán envolvente, etéreo, inaprensible, deslizador, líquido y enigmático de su realizador. Se nota el gozo del cineasta por imponerse a la envarada codificación del género: Kar Wai y su equipo artístico, insistimos, logran la proeza de estimular un novedoso acercamiento hasta él. La cámara del realizador propone elegancia, sensibilidad, hondura y significados nuevos a los oxidados desenfrenos acrobáticos ya consumidos.

La verdadera esencia del film la compone el modo con el que el realizador enriquece de significados emocionales, afectivos y subjetivos todos y cada uno de los obligatorios combates convocados. Mediante ellos bucea en el tormento y en la pasión que aprisionan a los dos personajes centrales: Kar Wai aporta angulaciones, acercamientos y ralentís nunca vistos, puesto que la acción encuadrada no tiene importancia en sí misma, sino que está al servicio de una intencionalidad novedosísima. the-grandmaster-2013-imagen-8En THE GRANDMASTER la pugna karateka no es más que la excusa para un retorno al melodrama conmovedoramente cauto que ha caracterizado siempre a su creador. Cada cabriola, cada salto, cada movimiento de defensa, cada ataque intencionado, cada amago y cada golpe de mano no son sino enunciaciones del estruendo de pasiones encarceladas desde la que pugna cada contricante/amado.

El extensivo poderío ejecutor del autor de HAPPY TOGETHER se inmiscuye entre las bellísimas piruetas actorales dictaminando una puesta en escena en la que el gusto por el detalle hecho captura, el pincelado del recoveco, la detención del instante, la exaltación de la mirada, la sorpresa mostrativa inesperada y la vertiginosa significación estética se adueñan del encuadre privilegiado. Los combates, las pugnas, los ajustes vengativos, las exhibiciones marciales ceden a la hipnosis coherente del cálculo emprendido por la orquestación de un cineasta siempre obsesivo, extenuante, sinuoso y preocupado por alumbrar una densa apropiación de un género que, en sus manos, se somete al dictado de una arrolladora fertilidad sensorial.

Sin embargo, contra pronóstico, hay un palmario desequilibrio que menoscaba la totalidad de un film que podría haber sido sobresaliente. En THE GRANDMASTER el personaje principal, paradójicamente, acaba quedando ensombrecido por la grandiosa aportación de un excelente personaje femenino. Ip Man no puede más que dejar paso a la altiva, segura y subyugante Gong Er, la hija de Gong Baosen, el maestro del noreste chino que repara antes que nadie en las habilidades de Man. El film no resiste que su personaje medular quede en un segundo plano no previsto, pues gana unos magníficos enteros afectivos, emocionales y misteriosos, que menguan ostensiblemente cuando ella (una espléndida Zhang Ziyi) no se halla en escena.

De todas formas, THE GRANDMASTER salda su particular contienda con la saludable noticia de que Wong Kar Wai ha sabido hacer del peligroso envite un estimable artefacto mediante el que acreditar su aterciopelada valía.

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