Título original: Negociador
Año: 2014
Duración: 80 min.
País: España
Director: Borja Cobeaga
Guión: Borja Cobeaga
Música: Aránzazu Calleja
Fotografía: Jon D. Domínguez
Reparto: Ramón Barea, Josean Bengoetxea, Carlos Areces, Melina Matthews, Jons Pappila, María Cruickshank, Óscar Ladoire, Raúl Arévalo, Secun de la Rosa, Alejandro Tejería, Santi Ugalde, Gorka Aguinagalde
Productora: Sayaka Producciones Audiovisuales / Telecinco Cinema
Nota: 7
Mucho más allá de sus estimulantes logros, NEGOCIADOR merece ser tenida muy en cuenta por lo que de novedoso y arriesgado supone, concreta dentro del poco estimulante panorama de la comicidad cinematográfica española. Nos hallamos frente a una osada propuesta, que trata, agudísimamente, de desmarcarse de los terrenos facilones, televisivos y anquilosados por los que transita la comedia hispana de la mano de exitosas fórmulas de reciclaje carpetovetónico tales como OCHO APELLIDOS VASCOS, de Emilio Martínez Lázaro, o PERDIENDO EL NORTE, de Nacho G. Velilla.
Dentro de esa sana estrategia desmarcativa, en primer lugar, llama la atención el tema abordado, el sustento dramático de partida sobre el que se articula la historia central. Nada más y nada menos que uno de los episodios más polémicos de la reciente historia española sirve de catalizador de una serie de acontecimientos ficcionados, pero a los que se les entrevé porosamente la autenticidad verosímil de una crónica basada en hechos muy reales: las conversaciones que el líder socialista Jesús Eguiguren mantuvo con miembros de la cúpula de la banda terrorista ETA tratando de lograr un acuerdo definitivo sobre el abandono de las armas y la disolución final del grupo etarra sirven de marco argumental a esta obra firmada por Borja Cobeaga.
Según el propio realizador, las conversaciones con el político real le han servido de material esencial. Se nota, para bien, puesto que la elección del personaje central condiciona aviesa, lúcida y agridulce perspectiva desde la que están capturados los hechos narrados. A tal efecto, cabe destacar muy positivamente la eficaz descripción del protagonista: la soledad dentro del entorno de su propio bando, su aspecto descuidado (soberbio el gag de la confusión de identidad propiciado en el momento de conocer a la intérprete), su sencilla bonhomía, los modos despistados, directos, ajenos a toda modernidad o protocolo confieren al personaje una impronta adusta y natural que logra empapar jugosamente al modo en el que el realizador encuadra tanto a su figura, al resto de personajes y al conjunto de mínimos aconteceres. Claro está, Cobeaga halla en Ramón Barea el aliado ideal mediante el que lograr esa densa simpleza mostrativa, ajada, hiperrealista, llena de pasmo y sorna que, a la postre, deviene en el mayor acierto de la propuesta.
Sobre todo en los dos primeros tercios, hay que reconocerlo entusiastamente, NEGOCIADOR desprende una extraña, irónica, áspera dureza mostrativa, gracias a la cual las acciones contempladas son despojadas de trascendencia y engolamiento. La película se toma su tiempo para gustarse a sí misma, para encauzarse dentro del dispositivo frío, pacato, enjuto, tristón y socarrón (espléndida la fotografía de Jon D. Domínguez) que precisa la mirada pretendida por el realizador para observar los hechos. Cobeaga arriesga muchísimo mostrándose tan detallista, por ejemplo, con el primer viaje del protagonista hasta el hotel en el que van a tener lugar las conversaciones. La osadía le granjea la satisfacción ante la brillante jocosidad no evidente que consigue con artera facilidad. Así hay que atisbar hallazgos como el encuentro durante el desayuno, las discusiones sobre los términos a emplear, la dificultad de la intérprete para tratarles de hacerles entender a los dos contendientes que el mediador debe ser sabedor de todo lo hablado, la escena con la prostituta o la de la conversación del político y el etarra en la habitación del primero.
Lástima que el último tercio depare un giro más que discutible a la guasona sordidez lograda hasta el momento de la irrupción del personaje interpretado por Carlos Areces. NEGOCIADOR no supera la desaparición del que incorpora admirablemente Josean Bengoetxea. El rigor para con los hechos reales acontecidos le juega una mala pasada a Cobeaga por cuanto la diferencia de personalidades (la de uno y otro de los interlocutores etarras) está plasmada demasiado abruptamente de tal forma que las características del personaje hacen que el relato y la disposición contemplativa del realizador se tambaleen un poco. Con todo, lo dicho. NEGOCIADOR resulta un film de visión completamente obligatoria puesto que sabe estar a la altura del compromiso que la corroe: el de abrir caminos nuevos dentro de la polilla reinante. Saludémosla como una bocanada de agrietado aire fresco norteño.