Creo que era miércoles cuando una llamada hizo que los planes del fin de semana cambiaran súbitamente, nos regalaron dos entradas para el concierto de MarK Knopfler en Murcia (gracias Inturjoven!).
Foto: César Moreno http://www.myspace.com/drpelote
Cuando suceden este tipo de cosas uno no puede decir que no, es decir, que te inviten a ver a un maestro de maestros que a tantos nos ha acompañado a lo largo de nuestra infancia es algo que no pasa todos los días y teníamos que aprovecharlo.
Tras un largo camino y un pequeño descanso en la habitación caminamos hacia la plaza de toros de Muria, la humedad se hacía palpable y más para nosotros habituados a climas secos. Supongo que mi poca afinidad hacia la fiesta nacional hace que no disfrute demasiado cuando visito este tipo de lares, aunque sea para asistir a un concierto. El abandono a su suerte en el que se encuentra esta construcción me hace pensar sobre lo que se le pasará por la cabeza a Mark al caminar por estos pasillos tan poco acogedores.
Foto: Andrés Soto
Nos sentamos en las gradas, en unos pequeños asientos de plástico de color rojo no demasiado cómodos y compruebo que la situación del escenario obliga a ocupar solo la mitad de la plaza, lo que obliga a piñarse no solo a los que nos encontramos arriba sino también a los que se encuentran sobre el albero rodeados por barras. Me alegra ver que junto a la mesa de mezclas y sobre una pequeña plataforma han habilitado una zona para minusválidos, vamos aprendiendo. No transcurre demasiado tiempo cuando el escocés sube al escenario cumpliendo con el horario previsto (22:00 h) y comienza la clase.
El primer tema para calentar los dedos es Border Reiver, es el tema con el que lleva abriendo la gira y suena bien, de hecho suena muy bien. Sorprende este hecho ya que pocos son los conciertos en los que los primeros temas suenan tal y como tienen que sonar, el público, el viento y la forma de cada recinto es un quebradero de cabeza para los técnicos de sonido que en este caso han dado con la tecla como muy pocas veces he visto. Continuamos con What it is, poco a poco me voy creyendo lo que veo y bajo de la nube para fijarme en los pequeños detalles, observo que en el escenario están tocando ocho personas en la parte central del escenario, pero entre sombras se intuyen otros tantos (imposibles de contar) que hacen de la sincronía un arte. En mitad del tema se apagan la mayoría de luces sobre el escenario quedando un único foco que alumbra a Mark mientras este puntea su Fender, al instante aparece otra luz que ilumina a su izquierda a Michael McGoldrick con la flauta, parece como si dialogasen entre acordes, pero no hay dos sin tres y un violín se añade al grupo para completar este trío que nos deja ensimismados a la mayoría de los asistentes.
Foto: Andrés Soto
Pero es en el sexto tema cuando la euforia de la gente se dispara, suena el primer tema de los Dire Straits, Romeo & Juliet nos sume en un mar de recuerdos que no impiden que el público cante y se entregue por completo al show. Aunque si en algún momento se disparó el entusiasmo de los presentes fue con la siguiente canción, Sultan of Swing Es el tema por excelencia y todos lo conocen, y reconozco que no es mi tema fetiche pero cuando uno escucha como alarga el punteo como lo hiciera en el Alchemy es inevitable sentir un pequeño nudo en la garganta. Llegados a este punto era el momento de las presentaciones, siempre me ha parecido un detalle de mucha clase presentar a la gente que te rodea en el escenario.
Como detalle del concierto, me hizo gracia que en el descanso entre Sultan of Swing y Done with Bonaparte el público comenzó a cantar el archiconocido oe oe oe oe y en un acto maravilloso de improvisación el chelo, y tras él, el resto de componentes pusieron la parte instrumental a un tema que nos guste o no nos ha acompañado en cualquier evento con más de 100 personas (aunque reconozco que lo aborrezco, está versión me gustó).
Uno de los temas que más me gustó fue Speedway at Nazareth, tenía curiosidad por escucharlo en directo y no solo no me defraudó sino que sorprendió, su ritmo es magnífico.
Antes del primer descanso escuchamos una que no esperaba, Telegraph Road, una delicia para los que somos seguidores desde hace muchos años. Tras esto, algo que no había visto encima de un escenario, un brindis de los artistas hacía su público, bonito gesto.
Foto: Andrés Soto
El final de los conciertos tiene ese sabor agridulce que te hace ver que se acerca el final pero a la misma vez que lo mejor está por venir, y así fue, Brothers in arms pone la piel de gallina a cualquiera y el nudo en la garganta volvió para el que escribe. So far away nos hizo cantar a todos, aunque solo fuese el estribillo, lo que demostraba mi idea inicial, la media de edad de los asistentes no era precisamente de estudiantes de la ESO.
Para los bises quedó el tema con el que cierran su gira, Pipper to the end, que nos dejó un sabor de boca que aun disfruto.
Dos horas de concierto con un Mar Knopfler que habló más de lo esperado a su público, un maestro que no falló en la guitarra y que demostró porque lleva tantos años en la música. Como contrapunto comentar que aunque sonó de maravilla creo que este tipo de personas deberían tocar en sitios más adecuados, un teatro es un sitio más propio para una música tan detallista que no merece el murmullo de la gente que está en la barra pidiendo una cerveza.
Más fotos:
http://www.murciachapter.net/IBOLELE/MARK%20KNOPFLER/photos_mark_knopfler.htm