Les Savy Fav Barcelona Portada

Siempre he sido de la estricta secta de los que piensan que a un concierto le sobran los circos encima del escenario. “Para ver payasos, al circo que hay más y mejor” es uno de mis decálogos. Tim Harrington en calzoncillos, es la excepción que rige mis normas.

Foto: Marta Vélez para Underscore

Unas normas y sus esquemas que ya se vieron avasalladas por ese conjunto de once chutes de adrenalina a las que la banda llamó Rootfor ruin y que se filtró cerca de un mes antes en la red. Aquello propició que la banda abriera una cuenta de Paypal para que los fans hicieran sus donaciones por el trabajo robado con alevosía y nocturnidad. Pobre Timy, espero que no contase con la caridad española…

Quizás en busca de la pasta que se le debe se dignó por fin, a pisar nuestro país en sala animado por los sospechosos habituales de la organización del PS que siempre le traen hasta el parce del fórum.

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Foto: Marta Vélez para Underscore

Un sala pequeña, algunas barreras arquitectónicas que sortear como la barra de las copas y gente, mucha gente con ganas de que ese enfant terrible de barba y barriga cervecera les escupa es todo lo que necesita la banda para montar su propio espectáculo. Y así comenzó el show, con Harrington caracterizado esta vez de hombre de hojalata sobre el escenario con un chaleco de cuero de lo más sugerente y un maquillaje que seguramente solo él con su retorcida mente entendería. Y así comienza un espectáculo que tiene más que ver con aquellos shows de varietés,con un cantante que a la segunda estrofa ya ha perdido el aliento de correr en el escenario y subirse a la barra del bar para que le abran el grifo de la cerveza panza arriba. Todo ello bajo la infinita indiferencia de una banda que hace ver que su frontman es de lo más normalito que se encontraron mientras ejecutan sin descanso sus trallazos más salvajes como The year before the year 2000, Patty Lee o algunas más recientes como Apettites de su reciente largo.

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Foto: Marta Vélez para Underscore

Carreras entre el público, birra robada y posteriormente escupida a sus propietarios y guarreridas varias son las lindezas que alguien espera ver cuando uno paga la entrada la entrada para ver a Les Savy Fav. Eso y saltar coreando entre la multitud la “casi pop” Let’sgetout of here mientras te llevas codazos en la cara en medio de un pogo en las primeras filas. Aquello de los instintos de sadismo de las que hablaba el bueno de Sigmund Freud atraviesan tu mente cuando al otro día haces recuento de las heridas y de cómo puede ser que ese animal suscite todos esos impulsos animales. Así es Tim Harrington, parte animal, parte showman, medio cantante, medio mono de feria, un tío que igual se baja y besa al primero que pilla. Previsible dentro de su imprevisibilidad de sesenta minutos de performance en la que no puedes esperar una canción cantada al completo ni una afinación acorde al trabajo de estudio, sino un trallazo de instintos que te liberen de esos días de oficina en los que deseas romperle la cara a patadas a más de uno.

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