El trío británico llegó con el ánimo de volver a evidenciar su infalible desenvoltura. Damos fe de que lo logró.
La noche pintaba bien. El ambiente no estaba abarrotado, pero la media entrada larga de público asistente se mostraba muy partidaria de lo que se iba a escuchar. No había expectación frente lo incierto de la velada. Antes muy al contrario, allí nadie disimulaba esa apetecible cordialidad que se da por sentada en elreencuentro con unos viejos conocidos. Era más que evidente que los congregados sabían a lo que iban.
Y es que lo prolífico de sus citas en nuestro país, ha hecho que The Wave Pictures se hayan convertido en un clásico de la agenda: en un evento a subrayar como obligatorio, por la deuda que uno tiene con estos músicos de infalible implicación. Los británicos, además, no se cortan en evidenciar ese cálido colegueo: su desenfado, su cercanía y su desinhibición se exhiben desde el mismo instante de su salida a escena con rotunda munición birrera en la mano.
“Susan Rode The Cyclone” abrió el concierto. La particular voz de David Tattersall sonó amplia y rotunda, con ese fraseo admirablemente taimado gracias al que no le cuesta nada imponer una fácil claridad a las letras de las composiciones. Por su parte, Johnny Helm (batería) y FranicRoczcky (bajo) le acompañaron perfectamente en esa arriesgada elección de arrancar con uno de los temas menos movidos del repertorio. El tema sonó dolido, intenso, impecable.
A partir de ese momento, dio comienzo la auténtica ceremonia The Wave Pictures, es decir, los tres componentes dieron rienda suelta a esa amena sencillez que los caracteriza: a esa indesmayable soltura, genuina y natural, en la que no cabe un solo gesto forzado y solo hay que obedecer al dictado de hacer disfrutar disfrutando. Quien buscara divismos, más le valdría haberse quedado en casa pintándose las uñas con un sacacorchos.
El extenso repertorio elegido para la presente gira no se remitió únicamente a brindar la ocasión de deleitar al personal con los temas de su último –y más que notable- trabajo. Además de la mayor parte de su recientísimo LONG BLACK CARS, sonaron algunas de las mejores canciones de BEER IN THE BREAKERS, SUSAN RODE THE CYCLONE, IF YOU LEAVE IT ALONE o INSTANT COFFEE BABY.
La frescura, la facilidad y la contagiosa compenetración que han acreditado desde sus inicios sigue intacta. Así lo pudimos comprobar en los temas más eléctricos de la noche (“Blink Back a Tear”, “Friday Night in Loughborough” o “Estimo Kiss”, por ejemplo) y también en los que unos refrescantes contoneos tropicales (los de “Seagulls”, “Espaguetti” o “Long Black Cars”) en modo alguno desentonaban o hacían menguar la determinada desenvoltura que exponen entre trago y trago.
Con todo, para quien esto escribe, los mejores momentos de la noche se cuajaron cuando tanto David Tattersall como Johnny Helm daban un paso adelante dejando que su voz se impusiera por encima de los instrumentos. De esta forma, a uno no le queda nada más que rendirse ante la sensible osadía de “Come Home Tessa Buckman” o ponerse el cinturón como diadema para encajar un prodigio de la dimensión de “ If You Leave It Alone”.
En definitiva, más de veinte ovaciones, más de veinte intercambios de agradecimientos y más de veinte ocasiones para desear que The Wave Pictures fueran nuestros vecinos de garaje. Su música es tan asequible, tan inmediata, tan resuelta como el frasco de sal que siempre se le pide el vecino para aliñarte la barbacoa. Da la impresión de que lo que a algunos les cuesta ímprobos esfuerzos conseguir, éstos parecen tenerlo cultivado en el jardín de la entrada de su casa.
The Wave Pictures, esos divertidos jardineros borrachetes a los que les crecen las buenas canciones, porque le tienen pillado el truco a la regadera.
