Cronica The Wave Pictures Madrid Copy

David is the monster!

Lo de The Wave Pictures es otra cosa. Sacan un disco cada año, cuando no son dos, manteniendo e incluso superando el nivel del anterior, giran con un concierto cada dos días durante meses con la técnica que muchos soñarían rozar algún día y huyendo de las tendencias y patrones establecido. Así son ellos.

El miércoles 27 de noviembre volvían a Madrid por enésima vez a presentar su último disco City Forgiveness, un doble disco que venía precedido (este mismo año) por Songs Of Jason Molina, álbum de tributo accidental al cantante americano que falleció poco antes de que viese la luz. No busquen estrategias de marketing porque estos chicos no hacen apenas promoción de sus nuevos trabajos. Una fatídica casualidad.

Llegó el trío de Wymeswold a la sala Charada con todo vendido, obligándole a sumar una fecha más el lunes anterior para que nadie se quedase sin verle. Y al escenario se subieron Franic Rozycki al bajo y Jonny Helm a la batería pero a la guitarra y voz se puso Clémence Freschard, parisina residente en Berlín encargada de abrir el show. Mientras se llenaba la sala fue enseñando su nuevo disco Boom Biddy Boom con un directo surrealista; se presentó bebiendo a morro una botella de vino, el sonido no acompañaba y su voz tampoco, Standley Brinks (ex Herman Düne) aparecía detrás del batería para susurrarle cosas y de paso hacer algún coro y dos personas con maracas y percusión se escondían tras una columna, asomándose de vez en cuando para comprobar que la gente no se había ido. Lo que al principio parecía gracioso fue tornando en ridículo con Franic y Jonny salvando los muebles.

Después de la broma, empezaba lo serio. David Tattersall cogió los mandos y todo cambió de repente dejando a la sala muda en la primera canción: si tiene una voz espectacular, el dominio que tiene de la guitarra hay que multiplicarlo por cien. Avisó que no repetirían el mismo setlist que el lunes para alivio de las cuatro persona que habían levantado la mano a la pregunta de quién había estado en los dos conciertos. Tampoco hubiera pasado nada. We Dress Up Like Snowmen fue la siguiente con el público cantando esos coros que tanta verdad esconden: “David is the monster” para dar paso a una historia sobre lo sorprendente que pueden llegar a ser los karaokes en Madrid. Todo eran risas.

Never Go Home Again fue la siguiente y David se empezó a lucir con riffs que se convertían en solos con poderes mágicos capaces de que las bocas de los allí presentes se fuesen abriendo más y más con cada acorde. Después de que Jonny Helm se hiciese con el micrófono para arrancar los primeros bailes, que We Come Alive sonase como nunca y que nos llevasen al trópico con una nueva canción de City Forgiveness, sonó Leave The Scene Behind recibida con una enorme ovación comparada a la recibida cada vez que a David le daba por jugar con su guitarra.

Todo iba rodado, pinta y colorea pensarían The Wave Pictures y es que hacer fácil lo difícil solo está al alcance de unos pocos. New Skin era la siguiente con fragmentos donde la guitarra sonaba como si fuese un violín e incluso, si te concentrabas, parecía que hablaba, para dar paso de nuevo a Jonny con la preciosa Sleepy Eye que dice “and perhaps that's why I like you the best”. Por eso estábamos allí. Un improvisado batería ocupó el hueco del improvisado cantante mientras el señor Tattersall le iba guiando mientras a Freschard (sorprendente parecido con David) le dio por coger su botella de vino y seguir el ritmo tocándola con una baqueta. A la segunda mirada de su pseudohermano, se sentó.

Friday Night in Loughborough y todos a bailar para continuar cantando juntos Come On Daniel. Una pena que no hubiese trompetas aunque Stanley Brinks hacía lo propio con la flauta. El final estaba cerca pero antes del bis llegaban los largos coches negros y otra clase magistral de guitarra. El bis tardó lo que tardaron los tres en coger una lata verde de Mahou de detrás del escenario para terminar con un blues country de su último disco y despedir la velada con cientos de aplausos.

Se echaron en falta algunas joyas como Strange Fruit Or David, Kiss Me o la ya clásica I Love You Like A Madman aunque si fuera por repertorio hubiésemos estado allí disfrutando dos días. Si fuera por lo buenos que son, dos meses.

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