Judas Priest Sevilla EFE

Son las 19:00 horas, estamos en Sevilla en plena ola de calor africano, pero no hace calor, ¿estamos en Sevilla? Parece que sí.

Nos dirigimos al auditorio de la cartuja para ver lo que promete ser un gran concierto de puro y salvaje Heavy Metal: UDO el eterno aspirante al trono, BLIND GUARDIAN los bardos del reino y los dioses del metal, JUDAS PRIEST.  Al acercarnos leemos el gran luminoso que anuncia la llegada al Auditorio Rocío Jurado, ¿aquí tocan los Judas? ¡Queee guapo!, por algo son LOS MAS GRANDES.

A las 19:45 salieron al escenario UDO, el grupo del incombustible Udo Dirkschneider, que a sus recién cumplidos 60, demostró encontrarse en una forma envidiable, cantando clásicos tanto de su actual grupo como de Accept, mítico grupo alemán de la post new wave metalera de principios de los 80 del cual fue cantante y fundador. El sonido era atronador, las guitarras afiladas y la respuesta del público bastante aceptable, sobre todo cuando empezaron a sonar temas de Accept.

Brillante fue la interpretación del clásico de Beethoven Para Elisa en el interludio de Metal Heart, tamizado en notas metálicas de la impresionante guitarra de Stefan Kauffman, otro ex Accept. ¿Música clásica en un concierto de Heavy Metal? ¡Queee guapo!

 El momento culmen de la actuación fue sin duda la interpretación de Balls To The Wall, cuyo sonido retumbaba en mi corazón con acordes de mi adolescencia; cerraron su brillante actuación con Fast As A Shark todo un himno del disco Restless And Wild. La verdad es que no esperaba de UDO todo lo que ofreció en el escenario, y para la hora tan temprana, la verdad es que despertó al público preparándolo para lo que se avecinaba.

Tras un merecido descanso en el que nos abastecimos de cantidades ingentes de cerveza y algo de comida, salieron al escenario BLIND GUARDIAN, otro de los grandes grupos alemanes que ha dado el género. Ataviados de negro, con un escenario demasiado sobrio pero con un inicio muy prometedor. Sin embargo, aunque me sorprendió muy gratamente su sonido, a pesar del auditorio (parece que si no te quejas del sonido del recinto no quedas bien), me aburrieron hasta decir basta.

Me sorprendió la voz de Hansi Kürsch, muy bien acoplada al sonido, potente y con muchos matices, así mismo el sonido de los temas en directo es mucho más fresco y directo con guitarras definidas aunque algo cargantes y monótonas. Sonaron muy bien sin embargo, The Bard Song (In The Forest) con guitarras acústicas que llenaban el recinto, Nightfall con esos coros épicos y letra basada en El Silmarillion de Tolkien (¿Literatura en un concierto de Heavy Metal? ¡Queee guapo!) y por supuesto Majesty y Valhalla, dos de sus más grandes clásicos.

En resumen, dejaron algo frio al público, salvando a sus acérrimos seguidores que acudieron en gran número y que no estarán de acuerdo conmigo, pero he de decir algo, si el número de cuernos levantados por el público decidiera la buena o mala actuación de un grupo, BLIND GUARDIAN hubieran perdido esta noche; sólo Majesty y Valhalla fueron capaces de levantarlos, sobre todo cuando Hansi nos permitió cantar el pegadizo estribillo de la última. Se despidieron con Imaginations From The Other Side, del impresionante disco homónimo, que esta noche no lució como debería haberlo hecho, al igual que ellos.

Casi inmediatamente después de la actuación de los bardos, se desplegó un enorme telón que cubría todo el escenario, en él se podía leer el nombre de la supuesta gira de despedida de JUDAS PRIEST, Epitaph, curiosamente como un tema publicado en su álbum de 1976 Sad Wings of Destiny.

Después de un periodo de descanso que nos permitió recuperar fuerzas y aunar ganas de darlo todo, a las 23:00 se empezaron a escuchar unos acordes entrecortados con la voz del inconfundible Ozzy, se trataba del cásico antibelicista War Pigs de Black Sabbath que sirve como introducción de esta gira junto con la instrumental Battle Hymn del Painkiller.

Al terminar esta última empezaron a sonar los acordes iniciales de Rapid Fire, y el telón descendió al escuchar la potente voz de Rob Halford entonando la primera frase de la canción “Pounding the world like a battering ram” y el público enloquecía con uno de los himnos más característicos y descriptivos de lo que es el género Heavy Metal mientras la pirotecnia y las luces hacían su parte de espectáculo. Inmediatamente sonaba Metal Gods con Halford levantando los estereotípicos cuernos para delirio del público, canción que muchas veces les ha servido como apodo y que es otra muestra de Heavy sin complejos; esta falta de complejos permitió a Halford bailar “el Robocop” en la parte más rítmica de la canción. En la pantalla se podía ver una imagen de una refinería de alguna zona industrial británica con un cartel que decía “Welcome to the Home of the British Steel”, haciendo referencia al disco British Steel de 1980, todo un hito del género.

Siguieron grandes clásicos como Heading Out to the Highway, la reciente Judas Rising y la casi olvidada Starbreaker del disco de 1977 Sin After Sin, que en 2012 suena mucho más potente. El concierto era un repaso en toda regla a su trayectoria, con la portada de cada disco proyectada en la pantalla y el profesor Rob dando una explicación de cada una de ellas. El sonido era ciertamente espectacular con las limitaciones del recinto ya superadas y la voz del Dios del Metal impresionante, otro sexagenario que esta noche nos iba a dar una autentica lección de profesionalidad y talento.

Cuando los dos guitarristas, el fundador Glenn Tipton y el recién llegado Richie Faulkaner tomaban posiciones en el centro del escenario y dedicaban sonrisas cómplices a la galería, algunos ya sospechábamos que Victim Of Changes estaba cerca. Impresionante la compenetración de ambos en los compases iniciales del solo que sirve de introducción y maravillosa ejecución del solo principal de la canción por parte de Tipton. Inconmensurable Rob Halford acolchado con toneladas de Reverb y Delay lanzando gritos a diestro y siniestro, dejándose la piel en cada nota y cambiando de vestuario casi con cada canción, dejándonos ver su completo fondo de armario una vez abierto del todo. Brillaron también como siempre el incombustible Ian Hill al bajo con su constante contoneo y Scott Travis a la batería con sus malabares casi imposibles que más de una vez le jugaron una mala pasada.

Never Satisfied perteneciente al primer LP de la banda, sonaba más actual que nunca, tanto en sonido como en letra, reflejando esta, según palabras de Rob Halford, el sentimiento de frustración de la juventud británica de la época (1972), que parece no diferir demasiado de la actual. Con Diamonds and Rust, versión de la cantautora Joan Baez, llegó el momento mágico de la velada, hicieron una versión a medio camino entre la original, con guitarras acústicas y voces limpias y claras, y la versión actualizada a día de hoy con guitarras feroces y voces agudas hasta el infinito.

Tras la introducción Dawn of Creatión, llegó Prophecy, canción que abre el disco Nostradamus de 2008, en esta ocasión el bueno de Halford lucía un llamativo atuendo de “monje del futuro” con un tridente marca de la casa, que le ayudaba a teatralizar la canción. Casi sin descanso, llego otro de los momentos álgidos de la noche; a ambos lados del escenario se alzaba el símbolo de la banda, dos gigantes tridentes. Al tiempo empezaba a sonar la intro de Night Crawler,  temazo del disco Painkiller, que sonó inmenso con Faulkaner totalmente entregado dando un autentico recital y Halford en su línea pero más cómodo con el tono de la canción. Turbo Lover nos hizo regresar a los creativos 80 pero con un sonido mucho más actual, alejado de los sonidos pretenciosos de entonces; el público lo dio todo coreando el estribillo hasta la saciedad y enloqueciendo con el final, tal fue asi que Halford no podía hacer otra cosa que aplaudirnos, totalmente rendido a nuestros pies.

Rob Halford resultaba ser el perfecto showman y un entretenido divulgador de la historia que había detrás de cada canción y cada disco, alabando a la escena musical tanto de los 70, con la creación de un estilo por parte de ellos mismos y otros como Black Sabbath o Iron Maiden, como de la actualidad, llegando a afirmar que “heavy, death, thrash o black, todo es metal”.

Sin tregua sonaba un clásico tras otro, con Beyond the Realms of Death, el vello empezó a erizarse, y no por el airecito que ya daba un poco de “repelus”. Con el climax alcanzado en este tema también vino la anécdota, y es que a Bill Gates le pitarían los oídos cuando en la pantalla apareció el típico mensaje de error de Windows, algo que se solucionó en unos minutos y de lo que parte del público nos olvidamos al presenciar a Glenn Tipton tocar el magnífico solo que está por méritos propios en la historia del heavy. Siguieron con The Sentinel y Blood Red Skies, magnifica epopeya de ciencia ficción y uno de los mejores temas de su carrera que sin embargo dejo algo frio al público. El propio Faulkaner recriminaba a parte del público que se estaba durmiendo y los instaba a que lo observaran bordar el solo de la canción, este chico parece que no tiene abuela.

The Green Manalishi (With the Two-Pronged Crowns), versión de los Fletwood Mac de Peter Green, aprovechó al máximo la espectacularidad de las luces y sirvió de buen precedente para uno de los grandes clásicos de la banda. Halford gritaba “Breaking the what?” mientras los súbditos del sacerdote metálico respondíamos Breaking the Law. Todo un himno perfectamente ejecutado e intachablemente cantado en su totalidad por el público mientras Rob aprovechaba para descansar merecidamente.

Tras el apoteósico final, Scott Travis nos deleito con un solo de batería y sus juegos de malabares con las baquetas. Muchos ya se lo temían, Painkiller, canción que compuso Rob Halford mientras estaba a punto de suicidarse fruto de las presiones de su, por aquel entonces, no reconocida homosexualidad, y que dedicó a los tranquilizantes que consumía. Presenciar a los Dioses del Metal tocar este gran clásico es algo que todos los fans de este estilo tienen que vivir una vez en la vida. Todos estábamos posesos como la diabólica forma que tiene Halford de cantar esta canción, sólo cuando un colega me cayó volando encima fui capaz de despertar de mi éxtasis.

Tras un corto paripé: que si me voy, que si otra, aplaudid más, “Judas, Judas”,  empezó a sonar Hellion, grandiosa introducción de otro gran clásico del Heavy Metal con mayúsculas, Electric Eye, y en el nadie puede discutir que Halford cantó mejor que nunca este tema en directo. Y no valen excusas: que si Reverb va, Chorus viene y Delay al máximo, el que diga eso es que no ha escuchado la original, repleta de efectos de voz todavía más exagerados que los utilizados aquella noche. Es más, siento decir que las guitarras también estaban repletas de estos efectos, sin los cuales esta música no sonaría igual.

Llegó el momento de que Halford sacara su máquina a relucir, la Harley-Davidson empezó a rugir y seguidamente Hell Bent For Leather. Un breve descanso de la banda y Rob sacó la bandera nacional para besarla cual recluta jurando bandera, pero el verdadero homenaje patriótico llegó después cuando se puso a hacer gorgoritos que el público repetía hasta que imitó a una especie de Antonio Molina resfriado, algo patético, la verdad. Menos mal que después llegó otro de los más grandes himnos que Judas Priest ha parido, You’ve Got Another Thing Comin’. Positivismo total que solo el Rock puede transmitir, Halford hizo lo que mejor sabía junto con sus secuaces, pero el que brilló fue de nuevo Faulkaner que se marco un solo soberbio y lleno de melodía, ganándose la aprobación del público para sustituir al gran K.K. Downing.

De nuevo otro paripé, esta vez más largo, roto por Scott Travis que se dirigió al público para afirmar “queréis más”. Y entonces sonó Living After Midnight himno roquero festivo que dejó el mejor sabor de boca posible y que todo el recinto coreó al unísono.

Magnífico recital de Judas Priest que hizo un recorrido por toda su carrera, que contiene temas que van desde el rock sinfónico al speed metal más salvaje y que resultó el mejor ejemplo del amplio abanico de posibilidades dentro del Heavy Metal.

Me gustaría hacer referencia a las críticas de algunos medios sevillanos que han calificado a Judas Priest como un grupo viejo, con un estilo de música anacrónico, cutre y pasado de moda. Esos mismos medios que alaban a Bruce Springsteen (merecidamente) otro sexagenario genial y que ensalzan a los grandiosos Metallica (meritoriamente) cabezas de cartel del Rock in Rio. Por favor, pido algo de coherencia.

¿Unos sesentones dando una lección de Heavy Metal “cutre y anacrónico”? ¡Queee Guapo!

SETLIST

  1. Rapid Fire.
  2. Metal Gods.
  3. Heading Out to the Highway.
  4. Judas Rising.
  5. Starbreaker.
  6. Victim of Changes.
  7. Never Satisfied.
  8. Diamonds and Rust.
  9. Dawn of Creation / Prophecy.
  10.  Night Crawler.
  11.  Turbo Lover.
  12.  Beyond the Realms of Death.
  13.  The Sentinel.
  14.  Blood Red Skies.
  15.  The Green Manalishi (With the Two-Pronged Crowns).
  16.  Breaking the Law.
  17.  Painkiller.
  18.  Hellion / Electric Eye.
  19.  Hell Bent for Leather.
  20.  You’ve Got Another Thing Comin’.
  21.  Living After Midnight.

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