Cronica Primavera Club 2012 Madrid Mariano Regidor Ambiente

Cuando un festival agota todos los tipos de sus entradas antes de sonar una nota se puede decir que ha sido un éxito, este Primavera Club de Madrid es la excepción que confirma la regla.

Una edición que vendrá marcada por fuerzas externas, casi siempre incontrolables, que han impedido el trascurso normal de la cita. A la cancelación de Cat power se le sumo a escasas 48 horas un cambio en el aforo de una de las naves de Matadero donde se redujo a casi un 10 % el original.

Y es que la sexta edición de este Primavera Club en la capital pasó este año a celebrarse en un recinto único en vez de por multitud de salas distribuidas por la ciudad, hasta aquí los cambios e imprevistos controlables, la altísima presencia policial fue lo que no esperábamos. Sorprende que en un recinto donde se reparten en tres ubicaciones  2.000 personas haya casi 40 policías, cacheos e identificación constante “DNI en mano” en cada transición, más que un control parecía una persecución, si a eso sumamos la lentitud para el intercambio de pulseras y la saturación de la única barra de la Nave 16 para conseguir tickets podemos decir que los primeros momentos del Primavera Club nos lo pasamos haciendo cola.

Aunque la cola más dolorosa vino mientras TOY estaban sobre las tablas y no podíamos acceder a una desértica Nave de Terneras donde Antonia Font empezaban su actuación. Bochornoso cálculo de aforos de los responsables de la administración.

Cuando decidimos no salir de la nave 16 y ver allí lo que nos ofrecieran los horarios, empezó para muchos el Primavera Club, con Deerhoof como primeros espadas. La banda lideraba por Satomi Matsuzaki tenía la difícil papeleta de suplir a la mencionada Cat Power, su propuesta experimental y esquizofrénica vino marcada por la clase de bailes que Satomi nos ofreció además de la contundencia de Greg Saunier en la batería. Arrítmicos como siempre y muy cercanos al público, ofreciendo todo tipo de charlas y comentarios jocosos su actuación pasó en un abrir y cerrar de ojos, más si cabe cuando llegaron nuevas canciones como “Breakup Songs” o “There´s Than Grin”.

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Todo lo contrario le pasó a Mark Lanegan y su banda, la luminosidad y la claridad del escenario se volvió roja y densa para dar paso a  la voz de Screaming Trees, sobrio y eléctrico, Lanegan se mostró como un profesional, apenas se movió para cantar las nuevas canciones de su “Blues Funeral”, especialmente aplaudida “The Gravedigger's Song” su último single y canción mucho más sucia que el resto, pero acabó de dar la sensación de  concierto frio, como es él,  y así lo recibió el público que se veía algo desconectado una vez pasadas las primeras filas.

El momento más doloroso de la noche iba a suponer el sacrificio de Swans para ver a Ariel Pinks & Haunted Graffity. Una actuación que ha servido para entender su último y excéntrico disco “Mature Themes”, tanto fue así que los que esperábamos algún guiño en forma de “Round & Round” a su último trabajo nos quedamos con la ganas, aunque a la postre no lo echamos de menos. Con la melena cortada, el rever a todo trapo y unos pantalones bicolores el californiano salió a por todas con “Kinski Assassin”. Salida estridente llena de gritos y desvaríos vocales que no deslució nada una vez el líder decidió regalar una versión de “Loves me Too” de The Beatles que arrancó los primeros vítores de un público que veía como el frontman constantemente llegaba al borde del escenario para intentar provocar positivamente al respetable. El momento más reconocible llegó con “Only in My Dreams” y es que la excentricidades del rubio platino no pueden tapar que es un aventajado, a pesar que a veces parezca un simple timo, gran concierto.

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The Vaccines llegaban con la vitola de rompepistas y ejerciendo de claros cabeza de cartel, así lo atestiguaba toda la gente que abarrotaba y empujaba para ver salir a los ingleses que con tan solo dos discos han llegado a lo más alto de las ventas pero su propuesta solo puede crecer.

A pesar de lanzar rápido sus singles como “Wreckin' Bar (Ra Ra Ra)” el grupo adolece de todos los clichés de banda Mainstream, esos movimientos nada naturales de Justin Young con pinta a lo “Black Keys”, su sonido carece de fuerza, la actuación no puede versar solo y excluvamente en achuchar y provocar al público para que cante, hay que dar algún respiro y ofrecer algo más honesto, ni que decir tiene que el público enloqueció de manera extraordinaria y estuvo muy por encima de la banda que allí había, poco a poco.

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El sábado todo iba a quedar parado por el concierto de Los Planetas (Leer crónica) pero antes en esa “Alineación planetaria” iban a participar grupos como Klaus & Kinski, que siguen eligiendo muy bien sus conciertos y no se estancan en repetir sus canciones más reconocibles aunque cuando “Ojo por diente” aterriza en un sarao es sinónimo de éxito, Marina que acabó por ser la única colaboradora planetaria dio paso a Airbag. Un grupo que bebe los vientos de banas como los Flechazos, tanto fue así, que acabaron haciendo versión de los de Alex Díez.

Aunque el plato fuerte antes de Los Planetas iba a correr a cargo de Los Punsetes, que tocaban en casa, y que demostraron por qué son uno de los grupos más interesante del panorama nacional. La impertérrita Ari ya no sorprende demasiado pero sigue teniendo su gracia, el grupo se apoya en  Antonna  que sigue demostrando que es uno de los mejores guitarristas de nuestro páis. "Una Montaña es una Montaña” atrajo la atención de la primera parte salvo por el siempre madrugador “Fondo de Armario”.

La segunda parte hasta el cierre de “Maricas” fueron cayendo todos los karaokes “punsetianos”, incluida “Tus Amigos”. Una actuación llena de “Tecnócratas” “Amigos borrachos en las oficinas” de gente que mezcla “cerveza con 43”, un recital que combina rock de voltaje con humor negro y una formación siempre extraña en el escenario.

Un Primavera Club que en lo artístico volvió a cumplir con creces pero que a nivel externo había demasiado ruido que hizo de esta una edición algo tensa, ya no pasará más por desgracia.

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