La sala madrileña, Joy Eslava, vivió su noche más oscura de la mano de Alcest.
Una alineación de lujo para una noche en la que las melenas eran tendencia en la sala Joy Eslava de Madrid, debido sobre todo al duro pasado discográfico de los franceses Alcest. Pero en la noche del miércoles se hicieron acompañar por The Fauns y Hexvessel.
A los primeros, The Fauns, pude llegar al final de su set, lo suficiente como para acomodarme y comprobar que el sonido de la sala nunca falla, que las guitarras iban a sonar muy bien esa noche, y así fue. Guitarras, que en el caso de los de Bristol, ocultaban aún más que en los discos de estudio la voz de la estática Alison Garner, aunque esto no fue impedimento para disfrutar de una buena ración de shoegaze, perfecto para ir abriendo boca.
Y si Alison Garner no conectó nada con el público, el siguiente en ocupar el escenario lo hizo por ella y por todos sus compañeros. Mat McNerney, que se encuentra al frente de los finlandeses Hexvessel, sacó su lado más épico y lo paseó durante sus minutos en las tablas, con semejante vozarrón ya puede permitírselo. Pero la persona que sacó mi lado más (super) fan a relucir fue Kimmo Helén, el hombre orquesta que lo mismo te toca el violín, que los teclados, que la trompeta y hace los coros y todo sin despeinarse. Aunque un poco denso en contenido, pero una ejecución brillante en todo momento, el final con la versión de Women of Salem de la loca de los peines Yoko Ono, nos hizo volver de nuevo a la Tierra.
Por fin era el turno de los franceses Alcest, que de espaldas al respetable hicieron sonar (grabación) Wings, la introducción de su último álbum Shelter, para, por fin, hacer sonar de sus propias manos los primeros acordes de Opale.
Si algo podemos destacar de la discografía de los franceses es su heterogeneidad, ya que han cubierto varios estilos diferentes a lo largo de ella, siendo éste último trabajo el más suave y ambiental de todos, pero, amigos, la gran parte del público presente esperaba lo más duro, que iba a llegar. Aún nos dieron algo de tregua, e incluso casi saco las gafas de llorar con L´eveil des Muses, pero estaba rodeada de melenudos y la verdad es que no me atreví. Menos mal, porque me las habrían quitado de una leche en forma de hostia de metal con Lá Oú Naissent Les Couleurs Nouvelles (Les Voyages de L'Âme – 2012).
Por suerte, mientras intentaba recuperar la compostura, la cosa se puso íntima con Voix Sereines y Shelter, pero Neige tenía ganitas de guitarreo intenso así que en la recta final del set se olvidaron de su último disco, para tocar Beings Of Light, Autre Temps, Percées De Lumière y Souvenirs d'un Autre Monde y así contentar a la legión de seguidores que se concentraban en la sala.
Por suerte, volvieron para hacer un brevísimo bis, sólo con Délivrance, acompañada por miles de lucecitas y de forma tan bonita Neige y los suyos se despidieron.
Y yo que me quedé con ganas de escuchar La Nuit Marche Avec Moi, bueno, otra vez será.
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