Cronica Bbk Live 2014 Skaters

Menuda última jornada en el BBK Live

Último día de festival. Era, seguramente, el día más esperado en cuanto a cartel y a partir del cual comenzaría la cuenta atrás para el décimo aniversario. Tras una noche anterior algo aciaga en el monte, ¿qué mejor modo de resarcirse visitando los rincones que inundan la bella ciudad de Bilbao durante este festival?

Daba verdadero gusto ver como los enanos disfrutaban en los Jardines de Albia con el Rock & Kids interpretando temas clásicos y rodeados de esos carteles de “Leyendas Nivel Bilbao”, la que habéis liado, chatos. Otro placer, esta vez visual, era el que otorgaba la Sala BBK con los 45 pósters de la exposición “Printing Hop!” que, ojo, se podían conseguir todos por el módico precio de 20€. Casi nada. Pero para rematar la mañana, había que visitar a unos irreverentes gallegos que saben como liarla parda. Novedades Carminha, a la entrada del Casco Viejo, dieron uno de esos conciertos cargados de rabia, energía, sorna y buena música. ‘Tu antes molabas’, ‘Vaquilla’, ‘Te vas con cualquiera’ (por eso llegaron tarde, según ellos) o ‘Prove My Love’ son el resultado de que en su casa predominara la ensalada de hostias. Irreverentes e incluso soeces. Pero que buenos sois, cabrones.

Ya por la tarde serían Skaters quienes esperasen en el recinto principal. Los estadounidenses dieron un recital solvente y animado, pero era inevitable verle tics de su propia ciudad, como que la voz de Michael imita a la de Julian Casablancas, que hay riffs que son de The Strokes al milímetro y ya fuera de New York, la amalgama de sonidos recuerda a Dirty Pretty Things o en modo más genérico, a Carl Barât. Preciosa la dedicatoria de ‘Judy is a Punk’ a Tommy Ramone, fallecido horas antes, en lo que fueron una de sus supuestas influencias que se vieron poco en un concierto que para caldear el ambiente de primera hora no estuvo del todo mal. Que lleguen más allá de un disco debut ya es algo que está por ver.

Para dar nociones de clásico, estaban Josele y los suyos. Los Enemigos están de vuelta en los ruedos, aunque quizás no les tocó hacerlo en la plaza que más les conviene. Lo suyo es rock, de ese que a cada momento se hace más sucio y pantanoso. De ese que rezuma con ‘La Cuenta Atrás’, que se despista con ‘Me sobra Carnaval’ y que se afila con ‘Yo, el Rey’. Su presencia se la tomaron tan natural como si estuvieran entre amigos –mención al despiste de Manolo Benítez cuando el resto les esperaban para despedir la actuación-, que en el fondo, es lo que se le agradece a los grandes del panorama, siempre que lo hagan con profesionalidad como ellos.

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A partir de aquí, cabía preguntarse si la distribución de escenarios era la correcta. Band of Horses, una de las bandas que mejor rock melódico despacha, había sido asignada al Escenario Heineken. Y claro, ni un alfiler y sabiendo que el sonido ya había dado problemas, se podía temer lo peor. Pero para ser sinceros, la calidad supera a los medios y los de Seattle supieron solventarlo. ‘Laredo’ o ‘Is there a Ghost’ pusieron el punto álgido y visceral, pero la emoción embriagó a la explanada con la maravillosa ‘The Funeral’ o ‘No One’s Gonna Love You’ se hicieron escuchar. Una maravilla de recital que se vio quizás empañado por no haberlos podido disfrutar en el escenario que merecían. Eso y porque el público a veces ni mira quien toca, pero eso ya es una guerra perdida.

Si esto afectó a Bridwell y compañía, nada que decir a The Lumineers. Cuando sonó ‘Ho Hey’, parecía que el concierto para muchos había terminado y tocaba comentar su relación con la novia. Seamos honestos por otro lado: no era la hora ni el sitio para los de Denver. Su álbum debut es bonito y sosegado, tiene canciones meritorias que sonaron perfectamente ejecutadas como ‘Flowers in Your Hair’ o ‘Slow It Down’, pero en otra hora habrían sonado quizás hasta grandiosas y emotivas. Da que pensar si la gente que se agolpaba cerca del escenario no estaba allí, en su mayoría, para coger sitio ante la actuación del cabeza de cartel.

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The Black Keys eran deseados y esperados; una vez que las plegarias se escucharon, no decepcionaron. Brutal el inicio con ‘Dead and Gone’ y a partir de ahí, no se resintió un ápice el concierto. Era esperadísima (y no era para menos) ‘Lonely Boy’, puede que hasta demasiado, lo que desconectó a gran parte del público que solo iba para “esa”. Se hizo de rogar hasta antes de los bises donde Dan Auerbach preguntó si podíamos ayudarle a cantarla. Pero es que entre medias se dedicaron a dar una lección de riffs y rock americano de tomo y lomo (‘Next Girl’, ‘Howlin’ for You’, ‘Gold on the Ceiling’ o ‘Tighten Up’ son solo algunas muestras), cerrando solos, al desnudo, con ‘I Got Mine’, una muestra de lo que fueron entonces y lo que ahora, tras muchas ventas, se han convertido. Pero si se mantienen así, por mi perfecto.

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Para cerrar la jornada de escenarios, te sueltan a unos tales MGMT en un escenario que, de nuevo, se quedó enano. Curiosa transformación la suya, cuando comenzaron solían ser los que casi abrieran los festivales y ahora, entre proyecciones psicodélicas y mejoras rítmicas, te cierran un festival lleno hasta la bandera. ‘Congratulations’ y ‘Time to Pretend’ para comenzar y ya el público rendido, temiendo, eso sí, que hasta ‘Kids’ el concierto decayera. Pues no. Para eso tienen ‘Flash Delirium’, ‘The Youth’ o ‘Electric Feel’ en su discografía y que, además, en directo han mejorado mucho más de lo que cabría esperar.

Meritoria la sesión de Eme dj, sustituta de casi última hora de Chromeo dj. Supo dejarnos el cuerpo calentito, fundirnos a baile y embebida con la bandera gallega, soltarnos un bombazo como ‘Mi Gran Noche’ de Raphael antes de que muchos, tomáramos el camino a casa esperando las sorpresas que nos puede deparar este gran festival en su décimo aniversario. Esperemos que sean muchas y buenas. 

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