La Gran Noche del Sonorama
Hay festivales que han decidido emprender el camino de lo mediocre por un puñado de dólares, otros que son tan elitistas que uno no sabe si son ocio o trabajo y después están los que hacen como el Sonorama, aunar buenas ideas y arriesgar solo con cabeza.
Es cierto que decisiones como la de tener a Los Planetas el miércoles no las entenderemos nunca jamás y es que la llegada el jueves se tornó amarga al comprobar el set list que Jota y los suyos habían desplegado la noche anterior incluyendo joyas olvidadas como “Qué puedo hacer”.
El final de los Niños Mutantes fue lo primero que pudimos disfrutar, no fue por culpa del registro absolutamente fugaz el paso por las taquillas, para escuchar los acordes de “Como yo te amo” que calentaba la noche de manera muy adecuada. Los de Granada han acabo por conseguir un público completamente fiel que disfruta no solo con la rockera puesta en escena sino con el sonido tan personal encarnado en la voz de Juan Alberto que en su último disco “El Futuro” ha conseguido madurar y estar en el mejor momento de la banda.
De Granada a ver a una de las bandas de Ricky Falkner que pasarían por el festival, Egon Soda. Este pop orquestal sonó nítido como el agua y comprobamos lo que se avecinaría en Aranda, un sonido (en los escenarios mayores) sobresaliente. Los barceloneses hicieron lucir su “difícil segundo disco” cerrando con lo que fue el primer gran momento del festival, la “Nueva Internacional” que daría paso al momento más esperado por todos, Raphael, con cinco minutos de retraso hacia su aparición en el escenario principal con su nombre en las pequeñas pantallas del escenario.
Grandes, chicos y mayores fundidos en uno solo, da igual que seas un fan de toda la vida de “el de Linares” o que esperes sus hits más folklóricos, una vez allí abres tu pecho y que entre lo que quiera. Tardó poco en echarse al público al bolsillo cuando con 5 minutos de concierto hizo sonar su canción más indie “Mi Gran noche”, un piano de cola, una pequeña sección de múltiples instrumentos y unos movimientos que con 71 años son un prodigio hicieron el resto. Un karaoke masivo que consiguió ser trending en internet y que hizo abrazarnos en una sola persona a las 16.000 almas que abarrotaban el recinto. Es cierto que su concierto se hizo por momentos largo, tampoco es nuestro artista favorito, pero que distribuyó de manera perfecta, y es que sus “Escándalo”, “Que sabe nadie”, “los Amantes”, “Yo soy aquel” o “Como yo te amo” fueron aparecieron con cuentagotas para que no perdieras el hilo, al igual que las colaboraciones Juan Alberto de Niños Mutantes (Estuve enamorado), Vega (Hablemos del amor) y Alberto, de Miss Cafeína (Qué sabe nadie) en ese orden dieron mucho dinamismo a un concierto que pasó las dos docenas de canciones. ¿Qué pinta Raphael en el Sonorama? se preguntaban muchos, tal vez nada o puede que todo, pero sinceramente fue el único cabeza de cartel que ejerció como tal, eso sí, nos hubiera gustado el guiño al público menos clásico con “Maldito Duende”.
De éxtasis histriónico de Raphael a uno de los momentos más flojos del festival, Elefantes hizo buena la frase de “haberte quedado como estabas”, que cosa más anacrónica, su música parece sonar en un cassette de los noventa, ni rematando con canciones que todo el mundo se sabe como “Azul”, o ese flamenquito pop de “Que yo no lo sabía” engancharon más allá de las primeras filas. Mala elección, que aparentaba ser rematada con Iván Ferreiro.
La animadversión del que escribe hacia Iván Ferreiro es irracional, no sé si simplemente me cae mal o me parece soporífero pero acudí a verlo para ponerlo verde, esta vez con razón, y la verdad, sorpresa al canto. El gallego, que bien es cierto, podía haber hecho alguna concesión a su pasado pirata, fraguó un concierto serio y fino, profesional que dirían los clásicos. El gran atractivo es su voz, esa voz de cómo si no fuera con él y lo sabe. Especialmente nos impactó “Turnedo” intensa, rasgada y consiguiendo lo que muchos sueñan, conectar con el público, bravo por él y felicidades a Amaro que celebró su cumpleaños a lo grande.
Si Ferreiro puso la magia, Layabauts pusieron el músculo, menuda manera de poner esto, por primera vez en el jueves, patas arriba. Esas guitarras de guerrilla que entran te pegan y te dejan con el subidón hicieron lo que todo el mundo estaba esperando gritar, sudar y calentarse en la fría noche sonorámica. Repaso general a sus tres discos con parada en su último Ep, carne cruda para la madrugada.
Y para cerrar nuestra noche tuvimos que dividir fuerzas entre ver a We Are Standard tocando temas de The Clash y Los Pilotos. Los de Getxo tocaron hierro, enfrentarse a una banda como The Clash a esas horas de la mañana no es lo más apropiado. Mal programados porque esta puesta en escena no incita a nada, solo a disfrutar de un buen homenaje pero después de lo que llevábamos en el cuerpo las piernas pedían lo que si dieron Los Pilotos en la carpa. Electrónica bastarda alta en calorías para rematar el día. Los de Granada se complican poco, buenos bajo, sonido bien saturado y a bailar, el que quiera florituras que vaya a otro sitio. Un bolo menos elaborado que lo que sonaba en el grande pero mucho más apropiado para lo que estaba cayendo.
Gran primera jornada en Sonorama, que nos dejó deslumbrados por la increíble organización y comodidad además de un momento para la historia, la presencia de Raphael sobre el festival, y aún quedaba lo mejor.