M83
Hurry up, we’re dreaming!
[Mute; 2011]
10
¡Sueña! Sueña que puedes surcar el tiempo y la distancia en una nave interestelar dominada por sintetizadores. Sueña que puedes retroceder a aquellos días de infancia en los que todo era posible en tu imaginación ¿te acuerdas? ¡Date prisa! ahí viene un sueño.
Anthony Gonzalez, el francés a los mandos de los teclados de la nave de M83 sí se acuerda y nos trae Hurry up, we’re dreaming un maravilloso viaje galáctico a las entrañas de aquellos años en los que éramos libres para soñar y imaginar a nuestro antojo. Un espacio de lugares comunes que juega con la imaginación, la melancolía y la infancia de cada uno. De los momentos bonitos, las travesuras, los instantes tiernos y aquellas cosas que cada uno conserva en la memoria. Veintidós canciones para soñar y recordar con un ambicioso álbum dedicado a la niñez “Este álbum es un homenaje a los años de la inocencia, donde todo era perfecto.” aseguró en entrevista el autor a Pitchfork.
En una época en la que el estándar musical se fija en las doce canciones, una industria en la que vuelven a triunfar los Ep’s y la inmediatez en la sociedad está más arraigada que nunca, llega un temerario como Anthony González y proclama que susueño es hacer un álbum doble ¿Está loco? Nada de eso. “Cuando escuché por primera vez el disco de principio a fin, tuve la sensación de orgullo y logro porque realmente era el álbum que tenía en mente. La idea era hacer un álbum doble, pero no algo demasiado largo, pretencioso y lírico. Cuando era un adolescente, anhelaba este tipo de discos.” También para Pitchfork.
Para conseguir ese anhelo se mudó a L.A -tras telonear en colosales giras a artistas de la talla de Depeche Mode o The Killers- y ser uno más de esos hombres que persiguen el sueño americano. Un sueño que le costaría componer desde cero unas cuarenta pistas. La mayor parte compuestas repasando de fondo a alguno de sus directores de cine favoritos como Gus Van Sant, Terrence Malick o Werner Herzog, de quien en el corte Klaus I love you homenajearía su imperecedera “Aguirre o la ira de Dios”. Quizás por eso su música siempre ha poseído ese aroma a banda sonora y en este sexto disco del francés no iba a ser menos. Así lo manifestó en Playground hace poco “Creo que mi música siempre ha sido cinematográfica. Posiblemente sea porque me gustan tanto las películas.” Y sobre la posibilidad de participar en el futuro en bandas sonoras comentó “Me encantaría hacer bandas sonoras, pero es difícil. Creo que mi música encajaría muy bien en una película. Mi música puede darle poder.” Sin duda pistas con el músculo de Steve McQueen o la belleza cinemática de Echoes of mine cuestan muy poco imaginárselas en la gran pantalla.
Pero no todo iban a ser imágenes en 35mm y Anthony nos avanzó hace unos meses uno de esos hits que cuando los escuchas por primera vez te estremeces consciente de que algo grande acaba de ocurrir. Midnight City es de esas canciones que pueden hacer que un disco quede herido de muerte, que quede en las sombras del que es, desde el momento en que lo escuchas, el hit del año. Siempre me he preguntado qué sentirá un artista cuando acaba de componer algo semejante. En Pitchfork también y se lo lanzaron al bueno de Anthony“Honestamente, cuando la toqué por primera vez, me sentí estúpido. Mi voz con una enorme distorsión, y me sentía tan tonto haciendo las voces en tono alto, mientras que mi novia estaba durmiendo abajo. Ahora, me encanta.” ¿Y a quién no?
En el camino hacia los recuerdos de esos sueños de niñez, quedan también la intro en la que participa Zola Jesus y que anticipa la tormenta de Midnight City o interludios intergalácticos como Where the boats go o Another wave from you. Cuentos alucinógenos sobre ranas contados por niñas (Raconte-moi une historie), la arcadefireana Yearone, one UFO o la intimista Wait conforman un viaje difícil de olvidar. Un viaje de más de una hora para volver a sentirse un niño por un rato con Anthony González a los mandos de la nave,a toda velocidad a través de los recuerdos más escondidos de la infancia. Sigamos soñando.