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Jens Lekman

I Know What Love Isn't

[Secretly Canadian; 2012]

7.6


“¡Cállate!” “¡No, cállate tú!”. Discusiones con uno mismo, ¿quién no las ha tenido? Puede que sea mejor acallarlas para poder ver con claridad a lo que nos enfrentamos, aunque la solución salga de ésta. Jens Lekman ha encontrado la respuesta para un nuevo relato de su biografía pese a negarse con anterioridad a poder contar algo como lo que ha hecho.

“No quería escribir sobre corazones rotos y cosas pesadas”. Era la mentalidad el año pasado, son sus palabras que ahora se ha tenido que tragar. O puede que solamente, lo que ha pasado, es que una de esas voces que discutía en su cabeza, haya ganado. Si a él le aturde este cambio, queda reflejado en un disco donde el sello característico de su humor, la instrumentación de piano, cuerda y viento y su voz, solamente conducida en ocasiones por la guitarra, hacen que al oyente también le produzca esa sensación; no consiguiendo quedarse atrapado de manera instantánea, pero sí con detenimiento, paciencia y esa oportunidad que hemos de darle a quien estando relativamente feliz, nos ha podido cautivar sin titubeos.

¿Qué sensación queda después de una ruptura? En muchas ocasiones, se torna en una larga travesía por el desierto donde volver sobre los pasos por las huellas dejadas ayuda a retomar ese impulso; un camino tortuoso alejado de la racionalidad, donde el recuerdo eclipsa la realidad (“I Want a Pair of Cowboy Boots”). Y a pesar del hundimiento al que somete, se debe mantener una actitud positiva, ya que siempre hay cosas peores. Le cuesta llegar a ese punto, pero llega (“The End of the World is Bigger than Love”),  aunque para entonces ya ha dejado entrever que no todo ha sido color de rosa para poder alcanzarlo.

Se ha enfrentado a la sinceridad de la ausencia de amor, la incomprensión, el vacío o el resumen de “esas cosas pasan”, de sentirse un mísero punto en un mundo que seguirá su camino irremediablemente pese a que los deseos de bajarse del mismo le han embriagado (“The World Goes On”), la realidad de un nuevo rechazo (“She Just Don’t Want to Be With You Anymore”) o darse cuenta que, a pesar de haber superado este trauma personal, las cosas al final, vuelven al inicio convirtiéndose en un círculo vicioso. Será ese el significado de tener que partir de fin a inicio con “Every Little Hair Knows Your Name”, explicación de porqué éste disco ahonda en la miseria escondida tras la sorna de una sonrisa dibujada en su cara. 

Amy Phillips (Pitchfork) sentenciaba en la reseña de su ‘Oh You’re So Silent Jens’ (2005, Secretly Canadian) “¿Y realmente Lekman desea una relación bonita, aburrida y saludable? Si encontrara a esa persona y viviera felizmente para siempre, no tendría nada sobre qué escribir”. Quizás, aunque durante un tiempo ha estado y ahora que no lo hace, tiene los suficientes argumentos para escribir sus sentimientos, seguir creando una figura twee actualmente dañada y que le ha servido para no saber qué diantres es el amor, salvo un pozo lleno de promesas vacías en el que se ha sumergido y del que no parece ver la salida por no haber tenido los pies en la tierra.

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