Título: El prisionero del cielo
Autora: Carlos Ruiz Zafón
Editorial: Planeta, Autores Españoles e Iberoamericanos
Año de publicación: 2011
Género: Narrativa / novela de intriga
Con este libro, Carlos Ruiz Zafón cumple con la trilogía de El cementerio de los libros olvidados, aunque verdaderamente no parece que vaya a cerrarse aquí dicha trilogía puesto que la novela presenta un final abierto en exceso. Se puede afirmar que la trama no está sellada ni tan siquiera cerrada. Afirma así el cumplimiento de una tetralogía que a mi gusto queda descaradamente expuesta.
Pero si recapitulamos y comparamos las tres novelas encontramos algunos lazos conectores como el contexto histórico barcelonés de entre los años 20 y 50, o los personajes protagonistas como Daniel Sempere y Fermín Romero de Torres que comparten protagonismo tanto en La sombra del viento como en El prisionero del cielo; así como personajes secundarios que en El juego del ángel fueron los principales protagonistas, estamos hablando de David Martín e Isabella, quienes protagonizan un segundo bloque de la novela reseñada, ya que El prisionero del cielo se divide en dos escenarios temporales que van alternándose como partes del libro de entre las seis que la novela diferencia. Por un lado, encontramos el presente de Fermín, amigo y compañero de Daniel; y por el otro, su pasado donde compartirá cárcel con El prisionero del cielo, es decir, David Martín; y en su historia se presentará a Isabella, madre de Daniel Sempere, y la relación que ambos mantenían.
Con esta separación temporal, Ruiz Zafón pretende dar un aire intrigante a la trama, desordenado la secuenciación lineal para que de esa manera la aparición del hombre misterioso en la librería cobre sentido, a partir del cual se desenmaraña el secreto.
Un secreto que en principio sólo tiene que ver con el nombre de Fermín, un nombre que no consta en el registro y que necesitará para contraer matrimonio con Bernarda, sin embargo, para explicarle dicho suceso a Daniel es necesario destapar su pasado carcelario donde obviamente tiene cabida el personaje de David Martín y consecuentemente el de Isabella.
Apenas conocíamos nada de este personaje femenino, únicamente su muerte prematura en la primera novela, La sombra del viento. Y sí es cierto que en la segunda, El juego del ángel, se caracterizará como personaje protagonista, pero sin llegar a desvelar la relación que le une con Daniel Sempere, nuestro protagonista. No será hasta esta última novela, El prisionero del cielo, donde se desvele cuál es la verdadera relación entre ellos, y esta revelación viene dada de primera mano por su amigo Fermín. Este descubrimiento parece ser el nudo argumental de la trama, sin embargo, no llega a ningún desenlace, sólo a medias pinceladas se deja entrever una posible verdad que da paso a un intento de venganza. Pero tras esas suposiciones de asesinato, Daniel Sempere no decide nada, no hace nada, sólo promete no ajusticiar mientras su padre viva, pero sus reflexiones no son sinceras para con esa promesa. En varias ocasiones expone claramente una necesidad de venganza inminente, pero llegado el final no hay sospecha de nada. La única sospecha que sí se crea en firme es el hecho de que debemos esperar una siguiente entrega en la que ojalá no haya que soportar otro best-seller tedioso.
Para mí, es este hecho precisamente lo que constituye una de las principales decepciones del libro. Porque, al final, quedamos absortos en una acumulación de páginas que no nos produce satisfacción, que no se detiene en detalles, que corre tras las acción, tras la trama llena de sucesos, pero sucesos que no acaban bien hilados por falta de precisión por ejemplo en la caracterización de los personajes, o en la calidez del lenguaje literario. Creo únicamente salvable los capítulos dedicados a los prisioneros donde la trama se concentra intrigante y detallista para con los personajes. Aunque considero de excesiva sencillez y clarividencia una historia que en parte carece de originalidad ya que Dumas y El conde de Montecristo prestan solución a los días carcelarios de Fermín y David.
La gran ausencia para mí es la sensibilidad literaria que sí se respiraba en La sombra del viento, donde había páginas que realmente transmitían sensaciones y no contaban sucesos, que permitían cerrar el libro con una sonrisa en los labios. Lamentablemente, no puedo decir lo mismo de El prisionero del cielo. Después de conseguir una trama decente para una novela del tipo best-seller la sensación que te deja finalmente el libro no es ni de lejos satisfactoria.