Estamos en la Era Digital, no paran de repetírnoslo constantemente.
En los cursos, master, trabajos, universidades, cenas con los amigos... Siempre acabamos en algún momento hablando del tema y, si no lo hablamos, sólo hay que fijarse en la cantidad de móviles, de check-in y de instagram que se consiguen con una hora de cañas. Por eso me encanta esta foto que ví el otro día en el facebook de una amiga porque más verdad no puede ser.
¡Ojo! Que parece que a mi no me gusta la tecnología y nada menos cierto! Lo que no me gusta es esa obsesión por recordarnos algo que nosotros ya sabemos. No sólo que sabemos, sino que hemos usado, sacado partido y explotado y lo seguiremos haciendo. Porque, ¿es la tecnología la que nos cambia o nosotros hacemos que la tecnología cambie?
El ser humano es curioso. Esa curiosidad nos lleva por dos caminos: el ser unos cotillas empedernidos (que tiene su diversión, las cosas como son) o inventar. Creamos cosas que nunca se usan, son ideas perdidas que no llegan a ninguna parte pero, de repente, hay una que estalla y nos salpica a todos cambiando nuestra perspectiva. Cuando existían los sms, ¿quién pensó que habría una app que se iba a llamar qué pasa (nos encanta usar palabras inglesas pero aunque esté en otro idioma significa lo que significa...) y que usarían hasta nuestros padres? Yo no, mi padre me mandaba los sms sin espacio porque no sabía dónde estaba... Podemos decir que cambiamos gracias a la tecnología, pero entonces ¿por qué hay ideas que sí nos gustan y otras que no? Pues porque una necesidad del ser humano y de todos los animales que habitan en el planeta es comunicarse y si a eso le sumamos que ya somos bastante exigentes, está claro que hay novedades que funcionarán mejor que otras.
Si yo hago una pinza para la ropa con olor, pues mira sí, puede que la compren y que haya gente que le haga gracia, pero creo que a pocos les estará aportando un valor añadido tan grande que les merezca pagar 10 veces más que lo que paga por una pinza normal sólo porque lleva olor. Pero si yo hago que los teléfonos móviles sean más pequeños, tengan más duración de batería y que se conecten a Internet y además les llamo iPhone y los hago pequeños y manejables, con buen diseño y un sistema operativo que antes no existía puede ser que mi éxito sea mayor que con las pinzas.
No hay ideas malas, de todas se puede sacar algo. Pero sí hay algo muy claro: existen productos que son mejores. ¿Qué hace que sean mejores? Primero el producto en sí y su funcionalidad y segundo la percepción que logren que tengamos de ellos.
Si eres uno de los que te crees inmune a la publicidad y a la comunicación a cualquier nivel, ya hablaremos sobre la percepción.
Mientras tanto, conéctate a Sara B.