El Protector The Equalizer Imagen 11

 Título original: The Equalizer

Año: 2014

Duración: 128 min.

País: Estados Unidos

Director: Antoine Fuqua

Guión: Richard Wenk

Música: Harry Gregson-Williams

Fotografía: Mauro Fiore

Reparto: Denzel Washington, Marton Csokas, Chloë Grace Moretz, Melissa Leo, Bill Pullman, Haley Bennett, Dan Bilzerian, Vladimir Kulich, Johnny Messner, Robert Wahlberg, David Harbour, Meredith Prunty, Chanty Sok, David Meunier

Productora: Columbia Pictures / CBS Films / Escape Artists / Lionsgate

Nota: 0

Sinceramente, de la nueva empresa auspiciada bajo el empeño del acreditado  dúo de personalidades artísticas que fue capaz de la magnífica TRAINING DAY cabía esperar cualquier resultado menos el inesperado fiasco que representa esta más que prescindible THE EQUALIZER. Podemos convenir que, en pantalla, la pétrea intensidad característica de Denzel Washington sigue soportando la mediocridad que le echen en cara, sin embargo, Antoine Fuqua demuestra que tratar de convertirse en Tony Scott de urgencia no le sienta nada bien a su capacidad para la turbiedad cabalgada a lomos de una narración abundada de ramificaciones. El autor de LOS AMOS DE BROOKLYN se muestra completamente incapaz de sortear todos y cada uno de los peligros que le sirve un guión más comprometido de lo que debiere.

La acción del film nos traslada hasta Boston. Allí, en una cafetería coinciden muy temprano, aún de madrugada, un maduro hombre solitario que lee a Hemingway y una jovencita de apariencia muy atrevida. La conversación entre ambos permite atisbar que coinciden a diario antes de irse cada uno de ellos a sus respectivos trabajos. Él, a un gran supermercado; ella, podemos intuir que a ningún negocio limpio tras recibir una llamada telefónica que le avisa a dónde debe acudir. El meollo argumental se disparará cuando una noche ella reciba una brutal paliza por parte de los hombres que la obligan a prostituirse. En ese momento, la visión que disponemos del personaje adulto cambiará por completo. El hombre solitario, calmado, metódico, austero, querido por sus compañeros de trabajo esconde a un eficacísimo profesional de la violencia: un antiguo miembro de las fuerzas especiales del aparato de seguridad estadounidense que ha decidido retirarse de su oficio y disfrutar de una vida completamente alejada de la tensión siempre temeraria de su antigua profesión. El afecto por la joven apaleada le hará volver a demostrarse que sigue en forma para imponer la justicia que él cree necesaria.

Lo mejor de la propuesta es el intento por parte del guionista de hurgar en la impenetrable disposición profesional del protagonista: los esfuerzos de éste por llevar a cabo su venganza sin que nadie a su alrededor sospeche de su doble identidad, sin que se resquebraje la estabilidad lograda una vez concluida su etapa en la ratonera de las misiones secretas oscuras.el-protector-the-equalizer-imagen-13 Durante la primera parte del film, el realizador sabe adecuar cierta disposición reflexiva, justificatioria, cerebral de los brotes de violencia convocados a la omnipresencia de la astuta  solidez interpretativa que dispone Washington a un papel concebido por, para, desde  y según él (no en balde figura como coproductor del film). THE EQUALIZER, en ese tramo, deviene un film esquemático, unidireccional por demasiado pendiente del magnífico personaje central, pero no exento de interés al tolerar una puesta en escena nocturna, abundante en reencuadres que, de alguna manera, definen la conducta protocolariamente confiada, sobrada y  sabuesa de McCall.

Sin embargo, la segunda mitad del film es un verdadero manual de conductas catastróficas, un auténtico festival de insensateces alegremente conllevadas para desbaratar las bondades descritas en el párrafo anterior. La película se desparrama por entero desvinculándose de la seriedad, la validez y el vigor ambiental condensados hasta la aparición del matón soviético. THE EQUALIZER se hunde al conformarse con emular tristemente los modos del peor thriller de acción de los ochenta: aquel dechado de fascistoides simplezas capitaneadas por Chuck Norris, Steven Segal y demás matona compañía, brindando, por ejemplo, una larguísima secuencia final sólo apta para fanáticos desanabolizados de Jean Claude Van Damme. Ni Antoine Fuqua es capaz de reparar los desperfectos dirimiendo una imprevista dosis de vulgaridad telefílmica, ni la suficiencia apabullante y ladina de Denzel Washington sirve como coartada. THE EQUALIZER (EL EXPANDABLE SOY YO o JUSTICIA NO HAY MÁS QUE UNA Y A CHARLES BRONSON LO MATÉ EN LA CALE).

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