Sucker Punch Portada

 

Título Original Sucker Punch

Año 2011

Duración 109 min.

País USA

Director Zack Snyder

Guión Zack Snyder, Steve Shibuya

Música Tyler Bates, Marius De Vries

Fotografía Larry Fong

Reparto Emily Browning, Vanessa Hudgens, Abbie Cornish, Jena Malone, Jamie Chung, Carla Gugino, Jon Hamm, Scott Glenn, Oscar Isaac, Danny Bristol, Vicky Lambert

Productora Warner Bros. Pictures

Valoración 3

 

 

Lamentablemente, debido a la drástica banalidad con la que está resuelta la presente Sucker Punch, la trayectoria del estadounidense Zach Snyder se ha precipitado por el abismo de la más absoluta incompetencia. Lejanos quedan los tiempos de su admirable Amanecer de los Muertos (2004), una de las propuestas que más influencia ha vertido en el desarrollo del cine de terror de la última década. Quizás, al igual que le suele ocurrir a quienes de pronto catan las mieles de un éxito arrollador, el impresionante beneplácito público que le sobrevino con la sobrevalorada, aunque, ni muchos menos, despreciable, 300 (2006), le hizo decantarse por un tipo de cine en el que lo formal prima y avasalla a la mínima sustancia que lo sostiene.

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300 fue un apabullante monumento al delirio escenográfico, entendido éste como único objetivo a magnificar. La película resultó ser una especie de culminación a su reconocida trayectoria en el campo de la publicidad, pues no era sino una mastodóntica exhibición de recursos de un perfecto dominador de los códigos espectaculares, propios de ese campo del lenguaje (y el arte) audiovisual. Sin embargo, desde un punto de vista estrictamente cinematográfico, aquella desinhibida, estruendosa y carnavalera narración de la batalla de las Termópilas evidenciaba sus mayores carestías en el andamiaje interno sobre el que hacía irrumpir su colosal poderío de empaquetamiento. Ni el atronador ruido de sables afilados, sangres desparramadas, yugulares al corte y bisuterías imperiales varias, lograban paliar la morrocotuda planicie de su escritura.

Ahora, tras el fracaso económico de la algo mejor Watchmen (2009) y de su propuesta de animación Ga´hoole, la leyenda de los guardianes (2010), pretende recuperar la aclamación de masas pagadoras con esta descerebrada Sucker Punch. No creo que lo consiga. La película, a diferencia de la interpretada intensamente por Gerad Butler, no presenta novedad alguna en este particularísimo ámbito cinematográfico que son las películas deudoras de la estética propia del comic. 300 sorprendía con un trabajo en la textura de la imagen, muy original hace unos años. Nada de esto acontece en Sucker Punch. De aquello sólo hereda sus defectos y, por lo tanto, éstos aparecen elevados a la categoría de alboroto de video-consola piloto.

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Pese a su evidente apariencia de préstamo cinematográfico proveniente del cómic, la nueva película de Snyder parte de una idea original suya. Él, junto con Steve Shibuya, firma el libreto del desafuero. Sucker Punch es la conclusión de un proyecto fraguado, poco a poco, durante mucho tiempo. Desde luego, en tiempos de tanta secuela, precuela, adaptación de serie televisiva y parte octava de lo mismo estirado hasta la extenuación, hay que agradecerle al norteamericano su intentona completamente autoral. Sin embargo, tal elección pronto deja a las claras que no ha sido con ánimo de mejorar los lastres advertidos en sus pasadas andaduras. Muy al contrario, ha servido para incidir en ellos. Se nota que el material escrito depende de la preconcepción visual que tiene su creador. La historia está supeditada al acabado global del producto. La imagen no está diseñada para indagar en el material escrito, sino que, al revés de lo que debiere, éste sólo es una mera excusa que apabullar en su concreción final para el público.

De resultas, Sucker Punch deviene un producto reiterativo, monótono y ruidosamente vacuo. La historia de una niña con coletas y animosidad perversa de padrastro malo como un demonio, que, por la malvada voluntad de éste, acaba recluida en un estrambótico sanatorio mental, especializado en el mercado negro de lobotomías sin receta facultativa, no aspira a nada más que a plantear un asuntito argumental, mediante el que Snyder de rienda suelta a su reconocido desmadre escenográfico. De nombre Babydoll, la niña rubia  con coletas y con infinita capacidad para la fuga mental cabalgada sobre desbordante fantasía violenta, servirá de elemento generador de una historia muy proclive al exceso y a la ensoñación.

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El problema es que la historia no es tal. La historia está delineada cual si el espectador se hallara manejando botoncitos con flechas de un juego de PC. El entramado argumental aquí no tiene mayor complejidad que la de cualquiera de estos artilugios informáticos. Los personajes no superan nunca su condición de criatura enchufada a mando, obligada a cubrir etapas hasta llegar al “Game Over”. La invocación al universo fantástico no esconde ningún valor simbólico, ni está ahondada en calidad de elemento definidor de un cosmos ilusorio que describir pormenorizadamente. Nunca. La fantasía es un puro artefacto de pirotecnia beligerante, evocadora del “anime” japonés, que no cumple otra misión más que la de servir de aparatoso “ring” para un cansino combate. Por eso Sucker Punch es tan vacía, tan prescindible y tan plana. Caprichazo carito de un creador que ha confundido al cine de ciencia ficción con un paquetito de cromos Gormiti. Éste coge a Bob Esponja y me lo convierte en la versión manga de Carmen Lomana submarinista.

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