Attack The Block Portada


Título Original Attack The Block

Año 2011

Duración 80 min.

País U.K

Director Joe Cornish

Guión Joe Cornish

Música Craig Armstrong

Fotografía Thomas Townend

Reparto John Boyega, Jodie Whittaker, Alex Esmail, Franz Drameh, Leeon Jones, Simon Howard, Luke Treadaway, Jumayn Hunter, Danielle Vitalis, Paige Meade, Sammy Williams, Michael Ajao, Nick Frost

Productora Studio Canal / Film4 / UK Film Council

Valoración 6

Saludada ampliamente en su paso por el último Festival de Sitges, ATTACK THE BLOCK, del británico Joe Cornish, llega a nuestras pantallas para rendir cuenta de ese especialísimo recibimiento que, allí, le fue dispensado. Una vez contemplada, cabe decir que tal acogida puede ser achacada a la principal virtud de la que hace gala durante buena parte de su metraje: el sanísimo descaro que la motiva desde dentro. El film no cesa nunca en una suerte de jocosidad juvenil que, en ningún momento, da al traste con las posibilidades abiertas.

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ATTACK THE BLOCK es un producto que, rápidamente, evidencia su sorpresiva condición de híbrido. En sus primeros minutos, su apariencia descarnada, nocturna y beligerante nos hace pensar que nos hallamos ante uno de esos productos que el cine británico sabe cultivar con cómoda insistencia: el cine social, el retrato de ámbitos geográficos y humanos, en donde el cultivo de una marginalidad imposible de erradicar, la mayor parte de las veces, degenera en graves conflictos.

La secuencia de apertura así nos lo parece indicar. En ella podemos asistir a la intimidación y robo que sufre una enfermera, a manos de un grupo de adolescentes, cuando está a punto de llagar al edificio en donde vive. Los jovencísimos gamberros no muestran ni un ápice de compasión con ella, llegándose incluso a burlar del poco dinero que ésta tiene en su cartera. La nocturnidad no impide que el espectador advierta el cariz marginal, nada ostentoso, de suburbio difícil, que posee la demarcación espacial elegida para amparar los hechos.

Sin embargo, la película da un viraje radicalísimo cuando concluye esta directa, precisa descripción de los personajes protagonistas. Los miembros de la curiosa pandilla serán testigos de la caída, desde el espacio, de una extraña criatura que destroza un coche y corre a refugiarse en una pequeña caseta de construcción. En ese mismo instante comienza a quedar de manifiesto la sorpresiva fusión de géneros que dota de sentido y originalidad a toda la propuesta.

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En ATTACK THE BLOCK, descarada e inmediatamente, se dan la mano y los mordiscos dos géneros tan dispares entre sí como son el drama social y la ciencia ficción alienígena y terrorífica. Ambos, además, hechos confluir convocando un juicioso tono de comedia tan desinhibido como insolente. Por fortuna, la mano sabia y cabal del realizador hace que aquí no ocurra la deshonrosa ignominia que sí pulverizaba el interés de aquel horrendo dislate titulado COWBOYS & ALIENS. La mixtura es caprichosa, pero está encauzada con más seriedad de la que parece.

Lo mejor que podemos decir de ATTACK THE BLOCK es que está saldada con mucha honradez. Que sea un tanto frescales no quiere decir, en modo alguno, que sea deshonesta. El director la acomete imprimiéndole un brioso ritmo a la suma de los muchos acontecimientos concatenados, y apurando al máximo todos los elementos que convoca el guion en su primera parte. Las secuencias de acción en las que se ven envueltos los chavales están solventadas con más que digna pericia. La interpretación de los desconocidos actores es ajustada, intensa, creíble, viva.

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Sin embargo, el film, sobre todo en su último tercio, no es capaz de sostener el interés que despierta su desconcertante arranque. Hay momentos en los que se pone demasiado en evidencia su naturaleza de cocktail agitado para la ocasión, en los que queda demasiado al descubierto que el entrecruce de géneros deja de ser una premisa divertida para convertirse en un postizo experimento. ATTACK THE BLOCK es de esos films que concluyen reclamando a gritos el cortometraje del que nunca debieron haber salido.

Es esmerada, es divertida, es saludable, es vertiginosa, y demuestra secuencia a secuencia que su director puede emplearse a fondo en proyectos más importantes. Pero también es algo cortita y algo redundante.

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