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Título: Paranormal Activity 4

Año 2012

Duración 95 min.

País USA

Director Henry Joost, Ariel Schulman

Guión Zack Estrin, Oren Peli

Música 

Fotografía Doug Emmett

Reparto Katie Featherston, Kathryn Newton, Matt Shively, Brady Allen, Alisha Boe, Tommy Miranda

Productora Paramount Picture

Valoración 4

Era de esperar. La saga del terror doméstico capturado mediante cámara casera sigue exprimiendo los réditos que le suponen la convocatoria de un nada despreciable número de espectadores con el gusto proclive a esta ceremonia del “Hogar, dulce… susto”. Las cifras cantan.  Los 202 millones de dólares recaudados en todo el mundo por la tercera hacían presagiar que Katie volvería a hacer de las suyas fisgoneando a la abrupta en hogar ajeno. Cortesía de la productora, durante una maratón de cine de terror en la recientemente concluida 45ª edición del Festival de Cine de Sitges, tuvo lugar la premiere mundial de la esperada prolongación.

En esta cuarta entrega nos adentramos en el hogar de una familia norteamericana, cuyo hijo menor es adoptado.  La casa es una amplia vivienda unifamiliar, situada en un barrio residencial para gente bien situada. Enfrente de ella, vive una extraña mujer con un niño de la misma edad de aquel.  Ante un súbito y  misterioso ingreso hospitalario de ésta, el menor es acogido en casa de sus vecinos. A partir de ese momento, los dos menores comienzan a presentir una  inquietante presencia oculta. La hija mayor de la familia y su novio serán quienes decidan tomar cartas en el asunto y tratar de esclarecer la situación.

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Este nuevo capítulo del serial iniciado por Oren Peli en el año 2007, hay que reconocerlo, intenta emplazar algunas evidentes diferencias con respecto a las anteriores entregas. El tándem formado por Henry Joost y Ariel Schulman pone en marcha un curioso dispositivo escénico que se desmarca de sus precedentes incrustando en el fluido de acontecimientos las nuevas tecnologías audiovisuales de uso cotidiano. En este sentido, resulta destacable el uso observador que impone el protagonismo otorgado a dos adolescentes, sobre todo él, bastante ducho en esa materia.

En PARANORMAL ACTIVITY 4 se la da todo el privilegiado poder de vigilancia no sólo a la cansina y abusada cámara de grabación videográfica, sino que irrumpen, como no podía ser de otra forma,  utensilios informático-electrónicos  como el laptop  o el kinect. De esta forma sucede que las presencias malignas son investigadas de una forma mucho más severa que en anteriores entregas. Las nuevas tecnologías provocan que los personajes puedan dirimir una búsqueda muchísimo más acechante. El acecho al ente maligno es más punzante.

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Desde el punto de vista escénico, Joost y Schulman se someten por completo al mandato previsto. Volvemos a encontrarnos con la principal rémora que ha venido caracterizando a la serie, esto es, al excesivamente distanciador ardid que paradójicamente le ha granjeado su particularidad: la mediación de un recurso grabador de imágenes como único posicionamiento escénico;  esa idea que anuladora del realizador clásico que decide el lugar de la cámara dentro de la escena, en aras de privilegiar a un montador de todo el material grabado por esos dispositivos técnico-vigilantes. Por un lado, se logra un efecto verdad francamente perturbador (lo que la cámara ve, existe), mas, de otro, la impertérrita exigencia del mismo hace que el material ordenado deje entrever lo postizo de su existencia.

El abuso de esa treta, es cierto, obliga al espectador a hacer un esfuerzo pues la narración de los hechos no es la acostumbrada. El concepto de espectador/voyeur adquiere un sentido completamente explícito, pues la sensación de intrusismo en la intimidad ajena está explotada al máximo.  Asistimos a una desestructuración escénica de los parámetros por los que camina el cine de terror clásico, aunque argumentalmente no lo sea tanto. 

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PARANORMAL ACTIVITY 4 exhibe una voluntad de desentumecimiento de las leyes de partida (la más notoria es la importancia dada al Hunter y, por lo tanto, el traslado a un segundo plano de la figura esencial de Katie). No obstante esta intentona,  en el fondo, el argumento sigue asumiendo las pautas más convencionales del género. Presentación de los personajes, aparición de los elementos malignos, desarrollo del potencial de éstos, duelo entre fuerzas del bien y del mal, y desenlace final. Es más, la gélida, lejana e inamovible observación de los hechos tiene como consecuencia inmediata que este esquema emerja abonado a una lacerante superficialidad.

Ahí radican las enormes limitaciones de la propuesta: en el simplismo del relato, en la inexistencia de retrato de personajes, en el abono al sustito traidor y en la reiteración del efecto cámara en mano (de imposición inverosímil en, por  ejemplo, la escena final de la mano de Alice).  Las características ornamentales asfixian al conjunto,  quedando fagocitadas las posibilidades del sano experimento o ejercicio que, de partida, se plantean. PARANORMAL ACTIVITY 4 no es la consecuencia de exprimir una curiosa sorpresa: esa curiosa sorpresa partía exprimida en su origen.

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