Sightseers 4

Título original: Sightseers

Año: 2012

Duración: 89 min.

País: Reino Unido

Director: Ben Wheatley

Guión: Steve Oram, Alice Lowe

Música: Jim Williams

Fotografía: Laurie Rose

Reparto: Steve Oram, Alice Lowe, Sara Stewart, Tony Way, Jonathan Aris, Lucy Russell, Richard Lumsden, Monica Dolan

Productora: Big Talk Productions / StudioCanal / Film4

Nota: 8

Desconocido en nuestro país, el británico Ben Wheatley llegó a la última edición del Festival de Cine de Sitges avalado por el magnífico recibimiento que cosechó el año anterior,  en el mismo certamen cinematográfico,  KILL LIST (2011), su obra precedente. Sin haber tenido ocasión de constatar si todas las magníficas opiniones vertidas sobre ella eran justas, lo primero que cabe decir tras el visionado de TURISTAS es que Wheatley, sin duda alguna,  conoce las reglas más bordes de su oficio y que, además, se divierte exprimiendo al máximo las posibilidades tragicómicas del arriesgado material narrativo que maneja.

La película fundamenta su valía en la jugosa descripción que perfila sobre sus dos personajes principales: una extraña pareja de marginados emocionales, venida en amores con mortales consecuencias imprevistas. TURISTAS hurga mediante corrosiva contención observadora en esa amalgama de contenidas dolencias que es la grisura existencial, la adaptación viviente a lo anodino, a lo cohibido, a lo imperturbable.

Tina es una mujer introvertida, poco agraciada de físico, que acusa represivamente el peso de la convivencia con su castrativa madre. Chris, por su parte, es un hombre de apariencia desaliñada, que irrumpe volcánicamente en la existencia de ella, provocando que ésta acumule el valor necesario para plantarle cara a su progenitora. De Chris, en un principio, manejamos menos datos. Sólo sabemos que es un fanático de los museos y lugares más insospechados de Yorkshire.

Juntos, pese a las reticencias de la madre de Tina, deciden emprender un viaje en caravana por todo el condado, cual si de una luna de miel se tratara. Nada más acometerlo, tanto el espectador como la propia Tina irán advirtiendo que Chris tiene una forma un tanto drástica de solucionar las contrariedades y los imprevistos del camino.

TURISTAS se constituye como una fábula terroríficamente mordaz que sortea la mezcla de tonos y géneros con una pasmosa, solvente y divertida facilidad. Las tentaciones de Chris impondrán un sesgo atroz, brutal, sanguinolento, que, no obstante, verá atenuada la barbarie de su brutalidad gracias a la sarcástica ternura con la que el realizador mima a sus dos impensadas criaturas.

La película del británico sorprende por el control que Wheatley impone a toda la rocambolesca suma de acontecimientos en los que la pareja verá enzarzada su absorta y asombrada actitud vital. El joven director hace que toda la observación de aquellos sea dispuesta desde la peligrosa plataforma del humor negro, del surrealismo macabro, de la cotidianeidad reventada y deforme.

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La escenografía a tal efecto es notabilísimamente ardua pues apuntilla minuciosamente el universo en el que confluye la reciprocidad afectiva que Chris y Tina se deparan. El peso de los objetos, de las decoraciones de las estancias de interior contrastados con la importancia dada a los verdes, rocosos espacios exteriores,  el tono de la fotografía, la caracterización de los dos omnipresentes protagonistas abundan en esa idea de mediocridad patológica, represiva, infeliz e inaplazable sobre la que la cizaña exhibitoria del realizador hunde sus garras.

El film impone una suerte de explosivo costumbrismo desde el que contempla cruda, atónita y tiernamente la inercia criminal que emprende la pareja en su itinerario. La tendencia de Chris a zanjar por la definitiva cualquier entrecruce personal que no es de su agrado o que cree que se inmiscuye más de lo debido en su periplo dará pie a un buen número de brutales resoluciones y, sobre todo, propiciará que el personaje de Tina evolucione a una descacharrante comprensión de las barbaries cometida por su amado.

Lúgubre historia de amor, perros y caravaning, TURISTAS viene a ser una especie de mediocres BONNIE & CLYDE, grotesca, comandada por la inconsciencia de dos feos encendidos por una imprevista pasión, profundamente británica, muy amena y explayada, que, gracias al pertinente distanciamiento indagador de quien la ha concebido, logra no derrapar en ningún momento por el barranco de la imbecilidad o de la exageración banal y hueca.

El amor por los sabrosos personajes centrales (soberbios Alice Lowe y Steve Oram, también guionistas del film) no le impide en ningún momento aliviar la socarrona contundencia con la que están, sin piedad alguna, plasmados en la pantalla. Ben Wheatley se consagra, gracias a este cáustico punto de vista,  como un nombre a seguir. La facilidad y el tino con el que solventa el escollo de la negrura, la comicidad y la sorpresa de los continuos giros narrativos que emplaza el magnífico guión no son, en modo alguno, virtudes fáciles de hallar hoy en día.

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