10.000 Noches 1

Título original: 10.000 noches en ninguna parte

Año: 2013

Duración: 113 min.

País: España

Director: Ramón Salazar

Guión: Ramón Salazar

Música: Iván Valdés, Najwa Nimri

Reparto: Andrés Gertrúdix, Lola Dueñas, Najwa Nimri, Susi Sánchez

Productora: Roberto Butragueño, Ramón Salazar

Nota: 5.5

Autor de dos películas francamente decepcionantes, el malagueño Ramón Salazar, aunque quizás con menos estruendo, como tratando de evitar idénticos resultados, vuelve a reincidir en los mismos errores cometidos en las anteriores PIEDRAS y 20 CENTÍMETROS: los delirios, el ímpetu y la voluntad de una impronta visual obsesivamente recalcada, puesta por encima de una historia que sólo parece servir de soporte a ese ansia por reivindicar una presunta originalidad tras la cámara.

10.000 NOCHES EN NINGUNA PARTE, hay que reconocerlo, supone una arriesgada intentona creativa, mediante la cual el realizador se propone dar un paso hacia adelante que, de alguna manera, viene a querer proponerse como una certificación de madurez profesional con la que soltar el lastre “almodovariano”  con el que fue, en el peor sentido del calificativo, enjuiciado por cierta parte de la crítica. El film ha tardado casi tres años en concluirse y, se nota, la implicación de Salazar en él es muy manifiesta. En ese sentido, cabe decir que la presente se sitúa años luz de las dos anteriores puesto que queda meridianamente clara la evolución creativa asimilada. El capricho de ésta es un capricho muchísimo mejor trabajado. Visualmente, la capacidad de Salazar ha ganado indudables enteros.

La película nos narra la particular encrucijada personal en la que se halla un personaje apocado, tímido, solitario: un joven empleado en un parking privado (soberbio Andrés Gertrudis) que, debido a lo taciturno de su carácter y a la influencia que ejerce en su vida la incómoda e incontrolable presencia de una madre alcohólica (excelente Susi Sánchez), de comportamiento desnortado,10.000-noches-2 con claros síntomas de padecer un imparable desarreglo mental, se ve en la obligación de trasladarse, mediante su fantasía, hasta el socorro propiciado por  dos vidas paralelas a la grisura de la suya.

El film es un continuo salto espacio-temporal que propone al espectador un enrarecido itinerario subjetivo, principiado en las ansias del protagonista por huir de la mediocre e infeliz existencia, a la que no sabe escapar, poner remedio, contrarrestar. Así, vamos saltando desde la problemática que le sobreviene de forma incesante por culpa del cuidado de su madre, a un Berlín en el que se inmiscuye dentro un trío de amigos que viven en casa de una pintora por la cual él siente una pronta atracción, y al París en el que mantiene una volátil relación amorosa con una joven española con la que no cesa de corretear por algunos de los lugares más reconocibles de la capital parisina.

10.000-noches-310.000 NOCHES EN NINGUNA PARTE, es una lástima, pero deviene un ejercicio lastrado por el dilema que plantea la naturaleza de su objetivo. De un lado, nos apercibimos de los evidentes esfuerzos  del realizador por reforzar el origen ficcional, intuitivo, mental o fantasioso que es la esencia del film, imponiendo una puesta en escena ambiciosa, estetizante, atiborrada de atractivos hallazgos visuales, y, de otro, pronto comprobamos como el riesgo de galimatías gratuito, vacuo, grandilocuente, postizamente visceral aquel no sabe solucionarlo.

Salazar somete el guión a la brillantez de su estilo, la historia se convierte en mera excusa para esa exhibición. De ahí que en ningún momento le interese hacer progresar el desarrollo dramático del viaje interior que nos propone y, por ende, que la película se quede varada en su propio planteamiento. 10.000 NOCHES EN NINGUNA PARTE es un film  ahogado en su propio ego de cultivo. La ambición del realizador dirime la nobleza y la herida de esa amalgama de irregularidades. Formalmente, nos brinda un buen puñado de planos e imágenes de incuestionable talento, pero se muestra incapaz de mantener firme el hechizo de ese hallazgo proponiendo de inmediato irritación, antojo y marasmo de pretensiones. La voluntad lírica requiere algo menos de obviedad.

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