Jimmys Hall 1

Título original: Jimmy's Hall

Año: 2014

Duración: 106 min.

País: Reino Unido

Director: Ken Loach

Guión: Paul Laverty

Música: George Fenton

Fotografía: Robbie Ryan

Reparto: Barry Ward, Simone Kirby, Andrew Scott, Jim Norton, Brian F. O'Byrne, Francis Magee, Karl Geary

Nota: 4.5

Por desgracia, JIMMY´S HALL no permite vislumbrar cambio alguno en el panorama creativo del británico Ken Loach. No es que resulte ya reiterativo argumentar que sigue anclado en los mismos parámetros escénicos y argumentales  desde hace más de una década, sino que deviene en desconsolada constatación. El autor de obras tan extraordinarias como MY NAME IS JOE se ha hecho cómodo visualizando sin combatir la nociva carga simplificante que le prestan los libretos de Paul Laverty y su trayectoria ha caído presa de una previsibilidad francamente dura de constatar para quienes le admiramos en sus inicios.

En esta ocasión, además, sucede que JIMMY´S HALL evoca con demasiada expedición a EL VIENTO QUE AGITA LA CEBADA, la obra mediante la que se alzó con la Palma de Oro en Cannes en 2006, por lo que la sensación de reincidencia tarda bien poco en apoderarse del vislumbrado. Los hechos históricos hasta los cuales se traslada la ofuscada imposición ideológica hay que situarlos en la década de los años treinta, en la Irlanda que, sumida en una gran depresión económica, aún padecía las consecuencias sociales posteriores a la guerra civil habida en la década anterior.  En ese ambiente, emergió la figura de James Gralton, el único ciudadano de ese país deportado en toda la historia de Irlanda. La película indaga en los hechos que provocaron esa decisión en las autoridades judiciales.

Desde ese punto de vista, el film se quiere detallista y prolijo en detalles descriptivos. Narra, en principio, la vuelta del personaje central a la pequeña población agrícola desde Nueva York tras varios años sin estar allí. Su llegada conmueve a su madre, a sus vecinos, y, de forma muy especial, a los chicos y chicas más jóvenes de Effrinagh: a través de ellos, sabemos que ese personaje que vuelve es una especie de mito local, un hombre en el que se tienen depositadas válidas expectativas agitadoras, culturales y políticas.

Muy pronto se le hace expone la necesidad de reapertura de una especie de centro cultural que, desde su partida, ha estado cerrado. Jimmy tarda bien poco en aceptar el reto.jimmys-hall-2 Ese centro en el que se imparten clases de baile, lectura y boxeo, será también un solicitado centro de discusión política claramente enfrentada al status político imperante. Tanto las autoridades, como los terratenientes, como el párroco del pueblo no tardarán en mostrar su recelo y mover ficha para obstaculizar la exitosa marcha del local.

El problema principal de JIMMY´S HALL lo reresenta, como se puede deducir del primer párrafo del presente texto, la escasa sutilidad dramática con la que está expuesto el conflicto central: la preferencia ideológica tanto del realizador como del guionista arrolla la concreción individualizada de los personajes. No existen. Sólo nos hallamos frente a rostros unívocos recitando el posicionamiento impuesto desde fuera, desde la abruptamente repartición de posiciones, bandos o estamentos sociales a representar.

En consecuencia, el trazo grueso campa a sus anchasjimmys-hall-3 (el hacendado y sus reacciones, el enfrentamiento en el cine), la acción cumple todos y cada unos de los protocolos de esa intachable negación que es el denodado abandono hacia lo esperable (el devenir del local) y el relato sólo avanza a golpe de exposiciones categóricas de valores, jamás en tanto que las necesidades narrativas vengan impuestas por la singularidad de la tesitura escenificada (debates entre los dos religiosos, entre los miembros del local de Jimmy).

Cansan las escenas asamblearias en las que la tosquedad escénica característica del realizador no tiene paciencia ni interés por perfilar individualmente a los personajes encuadrados. El mensaje arrolla, aplasta, ningunea la verosimilitud dramática. La modestia del emplazamiento rural sólo parece estar reclamada en tanto que facilitadora de un reconocimiento rápido de los colectivos e intereses creados. Loach vuelve a fenecer en su maniqueo caldo de cultivo. Lo que podría haber sido una notable disección de un ser enfrentado a su tiempo se queda convertido en olvidable panfleto bienintencionado.

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