Sección: OFICIAL
Dirección: Hélène Cattet y Bruno Forzani
Reparto: Maria de Medeiros, Fabio Testi.
NOTA: 9.5
Imaginemos un cocktail cinematográfico en el que se agitaran, hasta desollarse los pezones en carne picada para las albóndigas Ricard Camarena del Bar X del Mercado de Colón de Valencia, la afilada maestría sajadora del Quentin Tarantino de KILL BILL, la crueldad dolorosa del David Cronemberg de la escena de la sauna de PROMESAS DEL ESTE, la canalla desfachatez del Sergio Corbucci de SALARIO PARA MATAR, el morbo desenfundador en lecho internacional de cualquiera de los James Bond interpretados por Sean Connery, la historia entera de los anuncios de Cinzano, una antología de los programas del Tele 5 de Berlusconi y el protagonista de MUERTE EN VENECIA confesando que no quiere morirse sin conocer a Chimo Bayo.
Todo esto, además, en régimen de una típica coproducción europea de los años sesenta y setenta, dirigida, por ejemplo, por el Antonio Isasi de ESTAMBUL 65. Insistimos, agitado con estilete y volcado sobre un cubito de Moet Chandon ensangrentado. Ese cocktail existe. Se llama REFLETS DANS UN DIAMANT MORT. Un milagro absoluto de cinefilia de serie B, en manos de Hélèn Canttet y Bruno Forzani, transformada en material fílmico de reventadora, embriagada, sapientísima e hipnótica primera categoría.
Un festival de pirotecnia cinematográfica que, bajo la coartada de homenajear el cine de espionaje de la saga Bond, revienta la retina salivadora del espectador mediante una "mascletá" de fuegos de artificio disparada con la precisión francotiradora de Harry El Sucio. Porque, quien pudiera estar convencido de que, tras lo aquí escrito, el film albergara la más remota posibilidad de un desparrame, un descontrol o un libre albedrío improvisado solo con descaro, se hallaría completamente equivocado. REFLETS DANS UN DISAMANT MORT rezuma la precisión de las obras calibradas con la puntería y el rigor de quien asume la profesionalidad como el resultado de una veneración absoluta por la orfebrería de lujo: esa, cual escaparate de joyería en Place Vendome, en la que está estudiado hasta el fulgor concreto del destello más atardecido.
Costa francesa, hotel de lujo, playita privada, terraza de bar sobre la arena. Un hombre con sombrero mira a una mujer que toma el sol. Él peina más de setenta; ella aún no expone al sol los veinte. De pronto la joven bañista desaparece. Él se alarma. La intriga por esa ausencia le dispara la memoria hacia los tiempos en los que era un codiciado espía mercenario. La película aferrará su vértigo de despiadada, voraz, inagotable estilización cinematográfica al vaivén de tiempos regurgitados por el recuerdo envejecido de un profesional de la muerte al prójimo que, acaso, intuye a su existencia le quedan pocas balas en la recámara.
Evocaciones, mitologías, capítulos de serial, personajes sabedores de su leyenda, conciencia de una fama impresa: la retroalimentación de sedimentos referenciales queda convertida en segmento nutricional de la narración.
Esa pulsión retrospectiva da pie al festín formal absolutamente arrollador sobre el que está diseñada la hipnosis de corriente eléctrica que supone dejarse llevar por este torrente voltaico de elegancia, alumbramiento y novedad iconográfica, todo yuxtapuesto con un grado de exactitud coreográfica no visto en pantalla desde hace muchos años.
Manierismo voraz y conciso, estética publicitaria convertida en recoveco significacional, la película se contonea, se muerde, se torna eco de sí misma, sumida en un flujo referencial inagotable. Las máscaras de MISIÓN IMPOSIBLE alcanzan una pertinencia inesperada. El legado James Bond cede niveles de centelleante paroxismo con aportaciones maestras tales como el vestido de lentejuelas grandes de la aliada del protagonista. El film no duda en disfrazarse de viñeta para congratularse de su deuda con el cómic y la novela gráfica.
REFLETS DANS UN DIAMANT MORT, tal es su velocidad, se persigue, se adelanta a sí misma por el arcén, se revoluciona conducida sobre una sucesión de trailers propios: avanza anunciándose, cediéndose el paso e incumpliéndo su normativa a cada plano. Casino cinematográfico con banca sobrada de argucias para no perder, ruleta rusa con el cargador lleno de balas burlándose del cráneo con la suerte agujereada, la única multa que habría que decretarle es la de que dispare la palabra fin.