The Whitest 1

Incendio en la mítica sala Bikini de Barcelona. Teclados Kraftwerkianos y contundentes bases para bailar con la electrónica pop de la banda afincada en Berlin. Imposible no sonreír con este pelirrojo.

Foto: Luis Bernal

 

Con un llenazo rotundo Erlend Øye y los suyos  convirtieron un miércoles cualquiera en la pista de baile de Fiebre del sábado noche. Debo reconocer que aunque había visto el cartel de sold out no podía creer que tantísima gente conociera al grupo instalado en Berlin. Meses atrás Erlend se estrenaba en Barcelona con su proyecto paralelo Kings of Convenience. Llenazo absoluto que rozó meses más tarde en el Poble Espanyol de Montjuic.  La experiencia volvió a acontecer este miércoles, el imán del pelirrojo funcionó con milimétrica precisión y como en sus anteriores citas en la ciudad condal no sólo llenaba sino que arrasaba. Porque las hordas que le siguen allá donde vaya bailan y se saben las letras como si saliera en las noticias de Antena 3 cada medio día. Inaudito oigan.

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Foto: Luis Bernal

Tras el shock inicial (y alegría posterior) que me llevó entender cómo es posible que tantísima gente conozca a estos chicos me dispuse a quedar cautivado una vez más por esa sonrisa traviesa que a tantos parece irresistible. Abriendo con Can you keep a secret, que también abre su nuevo-viejo álbum, dejaron claro que lo suyo es montar una fiesta y el público evidentemente, tan contento.  Sin dejar caer la rabiosa fiesta que tiene montada cada vez que hace ojitos con el público siguieron con Intentions y Timebomb también de su último  disco interpretadas con una clara vocación de Jam Session marca de la casa alargando los finales de manera espectacular. Los bailes son especialidad del chico y como no, hace vibrar al público que después de un verano entero sin conciertos de relumbrón estaba entregado a los pies de uno de esos frontmans con una capacidad innata para caer extremadamente bien.

The_whitest_3_Entre bailes, karaokes y buen royismo general la banda sorprendió a propios y extraños con sorprendentes versiones como la archiconocida Wicked Game del gran Chris Isaak eso sí pasados por la turbina del teclado característico de la banda que le dio ese punto tan Whitest boy alive. Genial. Armand Van Helden y su rompepistas dance U don’t know me también hicieron las delicias de público y banda, imposible negarse a bailar ante tal batería de ritmo.

El excelente setlist supo sacarle el máximo jugo a los dos discos de los chicos con temas como High on the hills, 1517, Golden cage, Fireworks o Don’t give up para no dejarse ningún temazo en el tintero. Tras el amago de retirada volvieron con un bis espectacular dejando para el último momento su mejor tema Burning. Celebradísimo entre el público que parecía estar esperando este ese enérgico punteo de guitarra durante la hora y media de concierto. Saltos y estribillos a coro para despedirles hasta nueva visita a la ciudad a la que tanto gusto le ha cogido el pelirrojo de gafas.

Fotos: Luis Bernal

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