Rosenvinge   Madrid

Hay mujeres que son capaces de derretirte con su voz, con su mirada o simplemente con su presencia. Es el caso de Christina Rosenvinge, que desde el escenario de la madrileña Joy Eslava fundió el hielo de la gélida noche del viernes pasado.

Foto: Paula Chesire

Con motivo de la presentación de su último disco La Joven Dolores, Christina Rosenvinge llenó la sala Joy Eslava el pasado viernes. Tratándose de dicha sala, y del éxito que ha cosechado la artista tras sus dos últimos discos, el acontecimiento era el must del mes, con los riesgos que esto conlleva. Finalmente, tras unos veinte minutos de espera, Christina acompañada de sus músicos subieron al escenario.

Deslumbrante y delicada, agarró su guitarra y las primeras notas de ‘Jorge y yo’ aparecieron entre los rastros del aplauso de bienvenida del público. Parece que con esta canción, los recuerdos no son lo único que rescató de su infancia; con la timidez de una niña dio las gracias a los allí presentes. Siguió la presentación de su último disco con ‘Nuestra Casa’, seguida de una sugerente ‘Negro cinturón’ de su anterior trabajo Tu Labio Superior, por si quedaba alguien que aún no hubiese caído ante sus encantos.

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Foto: Paula Chesire

Las canciones de La Joven Dolores protagonizaron la primera parte del concierto, que atravesó la parte más oscura con ‘Tu sombra’ y ‘Desierto’, ambas con Christina al piano. Tras esto retomó el contacto con el público para “repasar vuestra catequesis, que la tenéis muy olvidada” con ‘Eva enamorada’, seguida de ‘La noche del incendio’ pasando así por casi cada una de las joyas de su último trabajo.

Con la interpretación de ‘Eclipse’ y la tarareada ‘Mi vida bajo el agua’ se pueden apreciar los rasgos que a mi parecer caracterizan esta “nueva etapa” musical de Christina Rosenvinge, que son los nuevos e interesantes matices que los años han puesto en su voz. Los versos en ocasiones convertidos en susurros enriquecen la interpretación de sus canciones, aunque en ocasiones le proporcionan una pomposidad excesiva. Cosa que le vamos a perdonar en el que fue posiblemente el mejor momento de la noche: entonando ‘Nadie como tú’ de manera impecable todo parecía desvanecerse a su alrededor.

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Foto: Paula Chesire

Con ‘Weekend’, y una parada obligada para ‘La distancia adecuada’, el setlist animó el ritmo del espectáculo para desembocar en una animada ‘Anoche (el puñal y la memoria)’, y abandonando momentáneamente el escenario pusieron fin a la primera parte del show. Cumpliendo los deseos del público, volvieron a subir, siguiendo con un setlist tan irregular como el que venían siguiendo toda la noche. ‘Debut’ con un sorprendente final rock, y ‘La Idiota en Mi Mayor’ con ayuda de las palmas del público, compusieron este primer bis.

Finalmente para el segundo bis (un poco más costoso), Christina nos cantó (más bien contó en gran parte) ‘Animales invertebrados’, y a petición de Charlie Bautista (quien le había acompañado a la guitarra durante toda la noche) ‘Nickel Song’. El final fue un acierto absoluto: Los siete minutos de ‘Canción del Eco’ rozaron la perfección y pusieron la guinda a un espectáculo que no podría haber acabado mejor. Los músicos abrazados se despidieron del público y finalizó así el concierto (de escasa hora y media).

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Foto: Paula Chesire

Como en SMZ nos centramos sólo en la música, no mencionaremos lo guapísima que sigue Christina (cada día más), ni lo bien que le sienta la guitarra y los shorts. Sin embargo hablaré del merchandising, y diré que la idea de vender recortables de ella misma como muñeca de papel para vestirla al gusto (estilo “CHAS” o “INDIE”, según se prefiera) en lugar de vender discos, es tan original como incomprensible. No tendré su último álbum, pero sí una pequeña Rosenvinge en mi escritorio, que tampoco está mal.

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