Antony And The Johnsons 018080 1 MainPicture

Palacio de Congresos de Madrid

La explanada del Palacio de Congresos está atestada de gente, hasta el punto que un abuelillo pregunta intrigado qué es lo que sucede: “¡Hay un concierto de Antony & the Johnsons!”, dice una chica muy dispuesta.

Buscamos nuestros asientos en el anfiteatro, nos sentamos y esperamos el inicio del concierto. Tras media hora de retraso las luces se apagan,  suena algo que parece un CD de relajación del Carrefour, del fondo del escenario surge una figura andrógina que se pone a hacer movimientos absurdos.

El auditorio permanece en silencio, expectante, intrigado. Tras cuatro minutos de performance del ser asexuado que bailotea en el escenario, justo cuando comienza a imitar el vuelo de un pájaro, pienso que esto tiene que ser una broma y me giro en busca de la cámara oculta. No la encuentro. Me pongo tenso, no paro de moverme en la butaca, pienso que he tirado 70 euros a la puta basura... Pero aguanto estoico el envite, en parte, porque no me queda otra. Parece que el bailoteo para, el ser alado se mete entre bambalinas. Pienso que ahora tendrá que empezar el concierto. Nada más lejos de la realidad. Joder, ahora sale un caballo y ya no es música electrónica sino esa marcha de música clásica de las pelis. Definitivamente la hemos liado, miro a mi acompañante y veo su cara de susto. Menos mal que no puedo ver la mía.

 

Se vuelven a encender las luces. Ahora sí.  Parece que la broma ha acabado, sale Antony y su banda, bueno, en realidad sale solo su banda. A él no se le ve por el momento puesto que el escenario está en la penumbra. Comienzan a sonar los primeros acordes, el sonido atraviesa el auditorio con una nitidez asombrosa (¡mi enhorabuena a los técnicos de sonido!) y por fin, la voz de Antony se abre paso. Entro en trance, la música me envuelve, las melodías me atrapan...

 

No me preguntéis el orden de la “set list”, ni qué canciones tocó. Porque para mí, dentro de ese trance en el que el especio tiempo se vuelve confuso, pudieron ser todas. Según mi reloj, fueron dos horas de un concierto sublime, de un genio excéntrico rodeado por una banda absolutamente maravillosa. Una violonchelista, un violinista, un bajo, una batería, un guitarrista acústico que también es violinista y un responsable de la guitarra eléctrica que tan pronto se cambia al saxo como pasa al clarinete. Juntos, una banda de músicos excepcionales, técnicamente perfectos, que forman un maridaje perfecto con la gran voz del Sr (tal vez él prefiera Sra) Antony Hegarty. 

 

Todo esto potenciado por una escenografía minimalista en la que priman los juegos de luces. Parece que la banda se ha dado cuenta que cuando el regalo es algo excepcional el envoltorio en el que lo presentas no tiene por qué ser algo ostentoso. Un acierto, puesto que este tipo de montajes ayudan al espectador a no distraerse y centrarse en la música.

 

 Creedme cuando os digo que entré en una especie de éxtasis místico que sólo se rompía al término de cada canción; y se rompía para enrojecer mis manos a base de aplausos. Y lo mejor, no era yo solo. El Palacio rompía entusiasmado al unísono con aplausos y vítores. No era para menos.

 

A lo largo de este viaje sensorial, Antony repasó temas de todos sus discos e incluso dialogó con la audiencia, explicando el sentido que para él tenían algunos de sus temas. Así lo hizo con “Another World”, con “Aeon”,... Bromeó, olvidó letras, divagó... dándole al concierto un cariz todavía más excepcional si cabe.

 

 Aunque me resulta muy complicado quedarme con algún tema en concreto de los que interpretaron, sí que quería contaros que las versiones que realizaron de “Epilepsy is Dancing” y “You are my sister” me tocaron especialmente la fibra.

 

Tras un bis demandado por un auditorio que permaneció en pie aplaudiendo durante casi diez minutos, el concierto terminó dos horas después de su inicio con ese himno que es “Hope there’s Someone”.

 

Volviendo a casa me vino a la mente la primera frase pronunciada por el vocalista durante el primer tema del concierto: “where’s my power?” . Supongo que será una pregunta retórica, pero por si acaso te doy mi opinión Antony. Está en tu voz, está en esa sencillez aparente de las melodías, está en saberte rodear de músicos excepcionales, está en tu genialidad, en tu naturalidad e incluso en tu excentricidad.

Texto: Ferperry

 

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