Comienzo de lujo para esta nueva temporada del ciclo de conciertos Retratos Mahou en los Teatros del Canal, la noche del miércoles la Sala Roja albergó a dos grandes del ruido español Nudozurdo y Disco las Palmeras!
Estamos de acuerdo, hay estrés por multitud de motivos cotidianos (o no tanto) y no se te ocurre cómo puedes solucionar la papeleta (o al menos intentar llevarlo algo mejor). En nuestro caso, la primera opción que se nos ocurre es ilegal, la segunda es sucia y la tercera es asistir a un concierto ruidoso en un teatro.
En el justo momento en el que Disco las Palmeras! hacen acto de presencia y empiezan a hacer sonar los primeros acordes ya no puedes pensar en nada más. Estás allí sentado en tu butaca y piensas "jo*er, ¿todo esto suena de verdad?", pues sí, todo eso es suyo.
Los gallegos, fueron bastante parcos en palabras, están finalizando la gira de Nihil Obstal para retirarse a grabar nuevos temas, pero por allí derrocharon su arte ruidoso con temas como Desde Hoy Perfecto, Me la Jugasteis en China o la celebradísima La Casa Cuartel, además de un par de temas nuevos los cuales se mantienen en la línea shoegaze en la que tan bien se desenvuelven.
A menudo, la voz de Diego Castro se veía avasallada por las dos guitarras y la trepidante batería, de hecho el final del set fue algo accidentado, al comienzo de Los Economistas un percance con la guitarra del mismo Diego y un desequilibrio del micrófono que acabo con el chisme por el suelo de un golpe y con Disco Las Palmeras! haciendo el loco sobre el escenario.
Como ya nos habían anticipado por varios medios, en primer lugar apareció en escena Leo Mateos, voz y guitarra de Nudozurdo, en solitario acompañado por violín y violonchelo para dejarnos bien pegaditos a la butaca. Si ya ,por sí solas, composiciones tan intimistas como El Diablo Fue Bueno Conmigo, Mensajes Muertos y Dósis Modernas son dignas de disfrutar con luz tenue y ojos cerrados el acompañamiento de cuerda las dota de una sensibilidad especial y brindan un mayor protagonismo a la voz de Leo.
El resto de Nudozurdo, Meta y Josechu (bajo y batería), se reunieron con las cuerdas y Leo para encandilarnos con unas completísimas versiones de Ganar O Perder y Campamento Dorado. La reunión de todos sobre el escenario fue suficiente para crear unas atmósferas de sonido en las que era casi imposible no caer rendido.
En la segunda parte, con algo más de movimiento, pero no tanto como reclamó Leo, se despidieron de violín y violonchelo y recibieron apoyo a los sintes y guitarra. Si pudieramos asegurar algo sobre un concierto de Nudozurdo es que nunca oirás dos versiones iguales de la misma canción, se alargan, se acortan, se distorsionan, pero nunca suenan igual. Buena muestra de ello fue El Hijo de Dios, un hitazo donde los haya, que casi consiguió que nos levantásemos de la butaca, pero que por respeto permanecimos en nuestros asientos bailando como podíamos y sin gritar con ellos aquello de "Yo soy el hijo de Dios".
Aunque a Leo no se le veía demasiado contento por algún que otro problema con su pedalera y extrañándose por la quietud del público se sacaron de la chistera Dósis Modernas y Láser Love.
Tras un breve descanso y los aplausos del público Nudozurdo volvieron a escena. Sonaron Dentro de Él y, con algunos rifi rafes más de Leo con su pedalera que le hizo alargar la intro, Mil Espejos ya con las #gafasdellorar.
Ambos grupos, nos ofrecieron una experiencia única e irrepetible, quizás echaron en falta el calor del público en las primeras filas, pero el hecho de poder percibir cada matiz, cada nota, cada gesto, merece la pena sacrificar la cercanía del grupo.
Y después de todas estas sensaciones pensamos que los médicos deberían recetar un poco de lo que se vivió aquella noche en la Sala Roja de los Teatros del Canal como "Solución infalible para aliviar el estrés y dormir de puta madre". Buenas noches.
