THE LEMON TWIGS
A DREAM IS ALL WE KNOW
Captured Tracks
Nota: 8.45
Comentario crítico:
Al oír a este dúo D’Addario y su banda, The Lemon Twigs, pareciera que uno hubiera reproducido por error una playlist de los sesenta, pero nada más lejos de la realidad. Es música concebida y grabada en pleno siglo XXI. Es llamativa, por otra parte, la sinceridad con la que este grupo de músico desvela sus influencias. A lo largo de estas líneas las desgranaremos, así como todo lo que este A dream is all we know ofrece.
My golden years abre este sorprendente álbum. El ritmo es animado, las guitarras, punzantes. Destaca el sucinto puente y la sutil manera en que se retoma la parte principal. En cuanto a la letra, se habla de intentar superar los miedos y aprovechar los mejores años para triunfar, tener éxito. They don’t know how to fall in place contiene una letra curiosa. El sonido es calcado al de los mejores grupos de los años sesenta, pero no es algo para reprocharles a los de Long Island, pues se busca una originalidad dentro del amparo de esta icónica música, existe una voluntad creativa que se impone a cualquier intento de comparación. El conjunto rítmico de batería y guitarra funciona muy bien, así como las armonías.
Church bells incluye unas muy buenas frases a cargo de las guitarras solistas. El tema es acústico, haciendo uso de la guitarra de 12 cuerdas. El baterista bien podría ser Ringo Starr, para que luego digan que no ha influido en nadie, y las armonías vocales recuerdan a los primeros The Who. A dream is all we know se estructura alrededor de un teclado, que, junto a la batería, hacen un gran trabajo y la voz, de timbre singular, no se queda atrás. En el estribillo suenan guitarras eléctricas con fuzz, la distorsión sesentera por excelencia. Además, los contrastes son dinámicos, en definitiva, una sólida composición. Esta cuarta pista se posiciona así, como el inicio del esplendor del álbum, que termina en el noveno corte.
Sweet vibration, no hace falta, espero, mentar a qué grupo estadounidense remite el título, además de los cuatro elementos básicos del rock and roll, consta de un teclado y fluctúa de una manera admirable. Cambiamos de registro con In the eyes of the girl, una balada con piano que bebe y mucho de Los Beatles y los Beach Boys, como en la anterior canción. El bajo corre a cargo de un Sean Lennon que también produce el disco. If you and I are not wise, con The Byrds en mente, la introducen dos guitarras eléctricas, una rítmica y otra solista y está muy bien construido. La letra es amarga, de los pocos momentos pesimistas de A dream is all we know.
How can I love her more? abre el abanico instrumental con vientos metales y varios teclados. El juego de acordes mayores y menores es interesante, como ya lo hicieran en su día la Electric Light Orchestra. Ember days empieza con una guitarra acústica que va haciendo figuras sincopadas, al poco se unen las guitarras eléctricas limpias, sin distorsión. Por otra parte, las voces están dobladas, dando sensación de profundidad.
Peppermint roses es pura psicodelia, reconocible al instante. Las armonías, la pandereta, la configuración de la guitarra eléctrica y el sonido del teclado parecen sacadas de canciones como Lucy in the sky with diamonds. En I should’ve known right from the start, en la que resalta la combinación de mandolina y guitarra acústica, da la sensación de que los estadounidenses han oído a Serge Gainsbourg. Digamos que tenían presente, como poco, Je suis venu te dire que je m’en vais. Supone también una aproximación al pop barroco bien llevada. Finalmente, Rock on recuerda innegablemente a los Beatles de Revolver y a T. Rex. Una mezcla entre rock psicodélico y glam rock, en definitiva.
En términos sonoros, los neoyorquinos no han inventado nada. Sin embargo, la lucidez compositiva que destilan las armonías (tanto en las progresiones de acordes como en lo que al conjunto de voces se refiere), la lírica y las melodías es admirable. Yo añadiría, además, que, debido al paso de las décadas, no tienen la presión de unos Badfinger o un Gilbert O’Sullivan, a los que les pesó el oído incauto de la gente, que los confundía con los Fab Four. Las canciones están construidas con mucho ingenio y ejecutadas con oficio. Un álbum a estudiar por cualquier banda que aspire a algo serio.